Menor, pero derbi

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Derbi: encuentro, por lo común futbolístico, entre dos equipos cuyos seguidores mantienen constante rivalidad, casi siempre por motivos regionales o localistas. Visto así, tal y como lo define la Real Academia Española de la Lengua un derbi amenaza con el sopor. Pero si a la académica definición se le añade una dosis de césped, una de cánticos, otra de encontronazos e infinitas de pasión, el resultado es algo que ninguna definición, ni siquiera la más metódica, es capaz de abarcar.

A esa definición responden muchos encuentros de fútbol. Sobre todo uno, el Boca Juniors-River Plate. Hay incluso quien se atreve a sentenciar que no se ha vivido un derbi hasta que no se ha visto in situ el clásico bonaerense. Un encuentro que paraliza y divide Buenos Aires con dos hinchadas cada cual más acérrima.

Y si Buenos Aires es, por calidad, el centro mundial de los derbis, Londres lo es por cantidad. Como corresponde a la cuna del fútbol, la capital del reino británico se vanagloria de ser la ciudad que, año a año, más derbis aglutina en el mundo. Con nueve equipos profesionales entre la Premier League y la Championship (segunda división) los derbis se amontonan en el calendario. Tanto que, entre ambas categorías este año Londres acogerá un total de 32 derbis. 2880 minutos de intensa rivalidad.

El más cualificado, al margen del que se vive en Liverpool entre los reds y el Everton (quizá el más intenso de la Premier), ha sido históricamente el Arsenal -Tottenham , si bien el ascenso a la élite del Chelsea y la lengua viperina de su ex-entrenador, el portugués José Mourinho, ha repartido el protagonismo y el duelo entre Gunners y Blues gana cada temporada en interés y afición.

Atlético-Real Madrid (o viceversa, para no herir sensibilidades), Barça-Espanyol, Sevilla-Betis o Valencia-Levante son algunos de los derbis españoles que, en Europa, también protagonizan Roma y Lazio, Inter y Milan, Juventus y Torino, Benfica y Sporting de Lisboa, o, entre otros, Galatasaray y Fenerbahce (Estambul). Pero uno de los más especiales es el Celtic-Rangers. Un derbi especial el de Glasgow en el que política y religión acompañan, y en ocasiones relegan, al fútbol.

Si que hay algo de lo primero (de momento la Conferencia Episcopal no se ha pronunciado sobre sus preferencias), en el que este fin de semana, a su escala, acogerá Logroño. Se miden Logroñés Club de Fútbol y Club Deportivo Logroñés. Mismo nombre y diferentes apellidos para dos concepciones, hasta ahora antagónicas, de entender el fútbol. Sociedad Anónima Deportiva frente a Club de Fútbol, historia y deudas frente a ascensos a base de talonario, PSOE frente a PP, empresario madrileño frente a empresarios riojanos, rojiblancos frente a blanquirrojos, afición fiel y numerosa frente a afición escasa. ¿Futuro? frente a ¿futuro?

Muchos dicen que el derbi logroñés es artificial. ¿Por qué? La respuesta es complicada pero debe contener, al menos, las referencias a la creación del Logroñés CF, al trasvase de jugadores y directivos entre una y otra entidad y, sobre todo, a los apoyos políticos de los propietarios de rojiblancos y blanquirrojos. Si a ello se une que el Logroñés, el histórico, ha sido utilizado (o se ha dejado utilizar) en las últimas elecciones y que se ha convertido en el arma arrojadiza de unos y otros en lo que a materia deportiva se refiere, el resultado es, paradójicamente, la definición de la RAE: encuentro, por lo común futbolístico, entre dos equipos cuyos seguidores mantienen constante rivalidad, casi siempre por motivos regionales o localistas. 'Por lo común' y 'casi siempre' son las vías de entrada en la definición de las características propias del LCF-CDL.

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