Nuevo fondo para investigación en Parkinson

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Esta ayuda irá dirigida al desarrollo de un programa de investigación centrado en el estudio de terapias que ayuden a paliar las deficiencias cognitivas y los desórdenes del estado anímico de los enfermos de Parkinson.

Merck Serono, una división de Merck KGaA, entregará a la Fundación Michael J. Fox dos millones de dólares (más de 1.378.000 euros) para financiar el nuevo programa de ésta denominado “Deficiencias cognitivas y desórdenes del estado anímico en la Enfermedad del Parkinson”. La Fundación Michael J. Fox trabaja en el desarrollo de programas de investigación para la curación y mejora de la calidad de vida de los pacientes con parkinson y ya ha invertido 98 millones de dólares en la financiación de estudios para aliviar los problemas asociados a esta enfermedad.

Laura González-Molero, presidenta y consejera delegada del Grupo Merck en España, ha manifestado que “esta iniciativa es un nuevo ejemplo del esfuerzo de Merck Serono por contribuir continuamente a la mejora de la salud y por conseguir innovaciones científicas que permitan a cada individuo vivir una vida más intensa y gratificante, y, en concreto, en esta ocasión, para los enfermos de Parkinson”.

“La mayoría de la gente cree que el Parkinson es un desorden motriz, pero los pacientes constantemente nos comentan que los efectos cognitivos y los síntomas relacionados con el estado anímico, incluyendo la depresión o la ansiedad, son los aspectos más inhabilitantes de la enfermedad”, afirma Katie Hood, Consejera Delegada de la Fundación Michael J. Fox. Estos síntomas suelen afectar a los pacientes en fases tempranas de la enfermedad y no responden a la terapia con dopamina.

DEPRESIÓN

Un 80 por ciento de las personas que padece Parkinson padece disfunción cognitiva, lo que significa que manifiesta dificultades en la planificación de actividades, la consecución de objetivos o la aceptación de cambios.

Por su parte, la depresión afecta al 50% de los pacientes de Parkinson y la ansiedad y la apatía también se asocian a menudo con la enfermedad. “Existen tratamientos para las formas clásicas de depresión o ansiedad, pero no hay apenas evidencias de que resulten óptimos cuando se emplean en personas con Parkinson”, afirma el Dr. Todd Sherer, vicepresidente del área de investigación de la Fundación.

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