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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Piqueras, historia de un túnel interminable

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El túnel de Piqueras, que esta semana ha dado su último paso administrativo con la adjudicación de las obras para realizar una galería de evacuación, ha pasado de ser una obra emblemática a una historia de incumplimientos y retrasos.

Más de medio siglo después de proyectarse por primera vez, el túnel de Piqueras ha perdido en el camino gran parte de su valor -romper el aislamiento secular del Centro con el Norte Peninsular-, merced al desarrollo de otros corredores viarios, como la autovía proyectada entre Burgos y Logroño y la autopista A-68, entre Zaragoza y la capital riojana.

De Piqueras ya se tienen noticias en la hemeroteca en la década de los cincuenta, en pleno Franquismo, cuando las autoridades plantearon la necesidad de construir el túnel.

La prensa de la época recogía que fue encargado el proyecto a Joaquín María del Villar y Urbillos, jefe de Obras Públicas de Soria, una iniciativa que fue estudiada por los ministros Fernández Ladreda y González Gallarza.

Incluso, las autoridades políticas sorianas y riojanas trasladaron esta reivindicación al mismo Francisco Franco, quien sometió la cuestión al Sindicato Nacional del Transporte, para quedarse finalmente el túnel en proyecto. En plena democracia, el Gobierno socialista de Felipe González retomó la tramitación administrativa.

En octubre de 1989, siendo ministro de Obras Públicas y Urbanismo el riojano Javier Saénz de Consculluela, la dirección general de Carreteras adjudicó el anteproyecto del túnel.

Fue en 1990, en la inauguración de la variante norte que circunvala la capital soriana, cuando Saénz de Consculluela anunció que en breve se dispondría del anteproyecto del túnel, “una iniciativa que el Gobierno socialista se comprometía a hacer en su segundo Plan de Carreteras”.

El proyecto fue aprobado técnicamente en enero de 1992 y las alegaciones al anteproyecto terminaron de informarse en 1994 y un año después, el BOE publicó la declaración de impacto ambiental.

Pero la tramitación administrativa del túnel se fue diluyendo hasta que en 1993 fue incluido en el Plan Director de Infraestructuras, tras ser olvidado antes en el I Plan General de Carreteras.

Con la llegada al Gobierno del Partido Popular, el proyecto se retomó e impulsó, de la mano de Jesús Posada, miembro del Gabinete de José María Aznar, aunque también con sus contratiempos y retrasos.

En esta etapa se inició, en 1998, la programación económico presupuestaria de la redacción del proyecto definitivo y la adjudicación de las obras, contempladas en la programación plurianual de los Presupuestos Generales del Estado entre 2002 y 2005.

Fue en diciembre de 2002, cuando el entonces ministro de Fomento, Francisco Álvarez Cascos, presidió en La Póveda (Soria) el acto simbólico de colocar la primera piedra de las obras, en presencia de los presidentes de La Rioja y Castilla y León

Pero Piqueras, que tenía previsto su apertura en noviembre de 2005, dilatará tres años más su puesta en marcha, debido a modificados en las obras y la necesidad de adaptarse a la normativa europea sobre seguridad, que obliga a habilitar un túnel paralelo de evacuación para peatones.

Las obras de este último requisito han sido adjudicadas esta semana, por casi veinte millones de euros, a la empresa que en su día asumió la ejecución de las obras del túnel, ya terminadas.

Hasta el próximo otoño no está previsto concluir estas obras, con las que el túnel verá finalmente la luz, después de más de medio siglo de tramitación administrativa, sorteando interrupciones y estancamientos.

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