Ciencia con ideología

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Para abordar esta cuestión en sus diferentes vertientes, se convocó a Gabriel Capellà, Doctor en Medicina e investigador del Institut Català d'Oncologia (ICO), a Miquel Porta,catedrático de Salud Pública del Institut Municipal d´Investigació Mèdica y de la Universitat Autònoma de Barcelona, y a Antoni Roca Rosell, historiador de la ciencia de la Universitat Politècnica de Catalunya. Los tres investigadores debatieron con el público asistente sobre los valores que mueven a las personas dedicadas a la ciencia y los intereses que marcan la política científica.

El primero en responder fue Antoni Roca, quien se mostró rotundo: “La ciencia sí tiene ideología, porque se trata de una construcción social y de una profesión en la que los científicos están sometidos a las mismas preocupaciones que los demás”.

Como ejemplo, el historiador recordó la creación de la bomba atómica por parte de los Estados Unidos. El famoso Proyecto Manhatan fue, en parte, el resultado de “un compromiso de la comunidad científica del momento con la guerra para conseguir desarrollar este arma antes que la Alemania nazi”. De la misma forma, el lanzamiento de las bombas en Hiroshima y Nagasaki fue el resorte que propulsó el movimiento por “la responsabilidad de la ciencia, que surge gracias a la toma de conciencia de los científicos”, subrayó.

Gabriel Capella dio el punto de vista del investigador en activo y definió el contexto en el que se produce la ciencia: “En principio, se sigue una ideología que se acerca al hedonismo porque busca la felicidad y el bienestar de la gente, pero está marcada también por otras aspectos como el éxito, la moda y la economía”, explicó. Capella se centró en su ámbito de estudio, la biomedicina, y añadió que “no somos neutrales y tenemos la ideología del éxito interiorizada”.

“Estamos esclavizados y la cara oculta de esta dependencia está en el fraude, porque si buscas demasiado el éxito, eres capaz de inventar”, lamentó.

El científico del ICO también hizo autocrítica respecto a la relación del médico con los pacientes: “Deberíamos escuchar más a nuestro entorno, pero tenemos este toque elitista por el cual parece que el público no ilustrado sea de segunda división. No tenemos suficientemente en cuenta la opinión de los enfermos”, confesó. En la misma línea se expresó Miquel Porta quien manifestó la importancia de escuchar a la población y discutir sobre cuestiones como la relación de la ciencia y las ideologías para alcanzar “una sociedad más democrática”.

Porta también coincidió con el resto de los expertos en las emociones e intereses que impregnan al colectivo científico: “A pesar de lo exigente y autocrítico que es el mundo científico, tenemos ideología, valores y, a veces, somos vanidosos”, declaró. Una de las muestras de la existencia de estos valores en un campo, en principio, tan aséptico como la ciencia es que en ocasiones surgen controversias respecto a la comercialización de algún fármaco o a ciertas políticas de salud pública. El profesor de la UAB puso como ejemplo la vacuna del papiloma humano.

“El caso plantea un debate social relevante, pues mientras unos expertos consideran muy delicado vacunar a millones de niñas y prefieren esperar resultados más concluyentes sobre la eficacia de la vacuna a medio y largo plazo, otros consideran correcto ir deprisa. Cada una de estas opiniones refleja en cierto modo matices de una ideología. En esta situación, lo que debe hacer el científico es dejar patentes sus principios y valores profesionales”, explicó.

Porta quiso dejar claro que no es un tema de “si somos 'malos' o 'buenos', ya que el investigador trabaja en un contexto socioeconómico concreto y, como individuo, tampoco tiene ni todas las preguntas, ni todas las respuestas”. En el mismo sentido, Antoni Roca apuntó que “la ciencia debe estar regida por controles internos, pero después hay cosas como la ideología personal que forman parte de la humanidad”.

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