Miedos infundados

Rioja2

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A pesar de que no hay prueba científica alguna, muchos ciudadanos estadounidenses siguen temiendo vacunar a sus hijos por un rumor que asociaba la terapia con el autismo. Una nueva investigación se suma a las pruebas científicas en contra de tal idea. Entre los mitos sobre las vacunas está que el timerosal, un compuesto presente en ellas, afecta a los niños pequeños e incrementa el riesgo de que desarrollen autismo. Ahora, un informe constata que no hay relación entre la enfermedad y la exposición a esta sustancia. Los datos se han conocido a través de la revista 'Archivos de Psiquiatría General', de la Asociación Médica Americana.

La controversia sobre las vacunas tiene décadas en Estados Unidos. Los rumores sobre efectos secundarios han hecho que muchos padres eviten vacunar a sus hijos, lo cual es un riesgo para los pequeños y para la población en general. Las series médicas de mayor éxito ('Urgencias' en su momento y últimamente 'House') han incluido la cuestión en sus guiones para mentalizar a la población de la importancia de vacunar a los niños, pero aún es necesario seguir aportando pruebas científicas para desterrar los miedos que han calado fácilmente en los padres.

Según explican los autores del nuevo documento, los casos de autismo y otros trastornos similares han aumentado significativamente en los últimos años. Ellos recurrieron a la información compilada por el servicio de salud del estado de California para llevar a cabo su análisis.

El trabajo, que descarta una posible relación entre el timerosal y el riesgo de autismo, ha contado con financiación del Departamento de Salud Pública de California, en un nuevo intento por convencer a los padres de que lo mejor es vacunar a sus hijos.

Eric Fombonne, del Hospital Pediátrico de Montreal (Canadá) firma un editorial publicado en el mismo número en el cual recuerda que en la última década se han extendido dos hipótesis sobre la relación del autismo y las vacunas “que han tenido un profundo impacto en la población”.

También recuerda que desde el año 2004 no han dejado de publicarse trabajos científicos “firmados por comités científicos independientes de todo el mundo” que desmentían esas hipótesis.

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