El corazón de las víctimas

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Los individuos que experimentan síntomas de estrés grave después de un atentado terrorista tienen enfermedades cardiovasculares en mayor proporción que el resto de población, de acuerdo con un análisis sobre la salud de las personas que fueron testigos de los ataques del 11 de septiembre de 2001 en Nueva York (Estados Unidos).

“Los episodios de estrés extremo pueden precipitar procesos biológicos que incrementan el riesgo indiviudla de desarrollar trastornos cardiovasculares”, razonan los investigadores como indicio para emprender su trabajo.

“Si bien el estrés agudo puede desencadenar respuestas cardiacas inmediatas, incluso algunas potencialmente mortales, lo que hace el estrés agudo o postagudo (en oleadas) es incrementar gradualmente el riesgo cardiovascular. Esta reacció fisiológica puede pasarse por alto fácilmente, lo que deja a los individuos sin protección frente a estos trastornos”, advierten.

Los médicos que realizaron el estudio, de la Universidad de California, repasaron las historias clínicas de 2.729 personas adultas. De este grupo, el 95 por ciento había respondido a un cuestionario de salud antes de que tuvieran lugar los atentados, de forma que se podía comparar su estado general antes y después de la tragedia.

Entre 9 y 14 días después del 11 de septiembre, esas mismas personas participaron en un sondeo sobre los síntomas de estrés que experimentaron con motivo del ataque: ansiedad, disociación (aislamiento del mundo) y pensamientos en los que revivían el ataque. Después de estos dos sondeos, se volvió a examinar a los sujetos una vez al año en los tres años siguientes.

Antes de los atentados, el 21,5 por ciento de los participantes padecían alguna enfermedad cardiovascular; tres años más tarde, el índice de pacientes afectados se había elevado hasta el 30,5 por ciento.

“El estrés agudo que siguió al 11 de septiembre está asociado con un aumento del 53 por ciento en la incidencia de enfermeades del corazón en los tres años siguientes, incluso después de tener en cuenta otros factores de riesgo (tabaco, obesidad...)”, concluyen los médicos.

Entre los participantes que declararon haber experimentado estrés agudo de alto grado, el diagnóstico de hipertensión era el doble de probable, y eran también tres veces más propensos a desarrollar otros problemas en los dos años siguientes.

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