Los recuerdos de los logroñeses en un libro

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La Fundación Caja Rioja y Santos Ochoa, a través del Espacio Fundación Caja Rioja-Santos Ochoa, han editado ‘¿Recuerdas?’, un libro coral formado por los recuerdos que los logroñeses han plasmado sobre su ciudad.

‘¿Recuerdas?’ habla de Logroño y está escrito por sus habitantes. A lo largo de sus 79 páginas el lector podrá recorrer el pasado de esta ciudad y rememorar lugares, personas, situaciones... En total, se han editado 1.500 ejemplares con 248 recuerdos de nuestra ciudad.

El libro surge de la iniciativa que el Espacio Fundación Caja Rioja-Santos Ochoa lanzó el pasado mes de octubre con el objetivo de que los ciudadanos revivieran la memoria viva del Logroño que conocieron, de sus gentes, para que no queden en el olvido.

La Fundación Caja Rioja y Santos Ochoa editaron una colección de 15.000 postales sobre lugares de Logroño como la Playa del Ebro, la entrada a la ciudad por el puente de Piedra, la antigua sede de Caja Rioja en Miguel Villanueva, la construcción de la Concha del Espolón, la Gran Vía o la calle Portales y los almacenes Simeón. En ellas, las dos entidades han invitado a los logroñeses a escribir en 50 palabras sus recuerdos sobre Logroño. Una selección de ellos han dado vida al libro ‘¿Recuerdas?’.

La mayor parte de los recuerdos recogidos hacen referencia a las postales editadas aunque también los ciudadanos han elegido otros lugares como la carretera del Cristo, el antiguo Ayuntamiento o las huertas que rodeaban Logroño, donde ahora si sitúan sectores de la ciudad como Santa Juliana, Fardachón o El Cubo. Los participantes han sido, en su mayoría, mujeres, de edades comprendidas entre los 45 y los 60 años.

VACACIONES, MAÑANAS DE CINE Y LA TERRAZA DE JULIO.

Algunos de los ‘recuerdos’ que aparecen en el libro son los siguientes:

“Recuerdo mis vacaciones de verano en La Rioja y lo maravilloso que era sentarme en la terraza del Ibiza con mis padres. Ellos se tomaban el vermú y a mí me pedían aceitunas rellenas”.

“Iba como Fernando Alonso, con mi Renault 8 por la Plaza del Mercado, sorteando los cedros y buscando aparcamiento”.

“¡Qué maravillosas mañanas de cine! Entonces no había ludotecas ni nada que se les pareciese. Nuestros padres nos llevaban a la sesión continua y allí veíamos pelis de romanos y de vaqueros, comíamos pipas y, cuando nos aburríamos, corríamos por la sala como descosidos emulando a los indios de la pantalla. ¡Era genial!, aunque, desde mi perspectiva de adulto, supongo que el acomodador nos odiaría”.

“Me encantaba ir con mi novia a La Playa, a la terraza del Julio, cuando caía la tarde en verano, tomarme una ensalada con una tortilla de patata y un porrón de cerveza mientras familias enteras jugaban a la lotería. Había una señora que sacaba un bombo casero, de esos de juguete, se sentaba en el halda a un niño y el niño cantaba las bolas”.

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