Un año después del atentado en la T-4

Europa Press

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Los familiares de Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio, los dos ecuatorianos que murieron en el atentado perpetrado por ETA hace justo un año en la Terminal 4 del aeropuerto de Barajas, afrontaron el primer aniversario de la masacre en la más estricta intimidad, alejados de los actos protocolarios y los distintos homenajes programados para honrar a las víctimas.

En declaraciones a Europa Press, Jacqueline Sivisapa, la madre de Estacio, dijo agradecer el apoyo de la gente, aunque explicó que su deseo era “hacer algo íntimo” para recordar a su hijo “como si todavía estuviese aquí”. “Hace un año de su muerte, pero para mi es como si el tiempo se hubiese congelado”, dijo Sivisapa, de 38 años de edad y que todavía no se siente preparada para hablar de él en público.

Aquel fatídico día, Diego Estacio, de tan sólo 19 años, acompañó a su novia al aeropuerto de Barajas, donde tenían que recoger a un familiar. El joven decidió esperar descansando en el interior de su Renault Clio Blanco, en el aparcamiento. Los servicios de rescate encontraron su cuerpo siete días después del atentado, sepultado por toneladas de hierros y hormigón.

“Yo no sabía ni qué era ETA y de la noche a la mañana me llaman para decirme que ellos me quitaron a mi hijo”, lamentó Sivisapa. El cuerpo de Diego Estacio fue repatriado días después a su país natal, donde fue enterrado en el puerto de Machala. Allí, su padre, Wiston, con el que trabajó durante un tiempo en la construcción, visitará estos días la tumba de su hijo y celebrará una misa en su honor, según informaron a Europa Press fuentes próximas a la familia.

Al igual que Estacio, en el mismo módulo del aparcamiento de Barajas, Carlos Alonso Palate, de 35 años, descansaba en su coche el día de la masacre. Palate, soltero y que con su trabajo mantenía a toda la familia aún residente en Ecuador, acompañó desde Valencia a un amigo que iba a recoger a su mujer. Los equipos de rescate hallaron su cuerpo cuatro días después del atentado, convirtiéndose así en la primera víctima de ETA tras dos años y medio sin víctimas mortales.

Su hermano Jaime apuntó a la necesidad de “recordar a una persona que murió injustamente y sin ningún motivo”. “Sólo era un trabajador que venía a España a buscar una vida mejor para todos; no hay derecho lo que pasó y lo peor es que no puedes hacer nada”, dijo.

En Madrid, el colectivo ecuatoriano ha preparado un concierto de piano y guitarra en homenaje a Diego Estacio y Carlos Palate y, para hoy mismo, justo un año después del atentado, ha programado una misa de honras fúnebres en el Museo de América, situado en el distrito de Moncloa. No obstante, los familiares de ambos coincidieron en señalar que no desean formar parte de estos actos, ya que prefieren recordarlos en la intimidad.

DOLIDOS POR LA MUERTE DE TRAPERO Y CENTENO

Según el hermano de Palate, el asesinato a principios de mes de los guardias civiles Fernando Trapero y Raúl Centeno, tiroteados a quemarropa por pistoleros de la banda terrorista en Francia, trajo a su memoria “el dolor y el sufrimiento” de toda la familia en los días posteriores al atentado. Para él, los días de agonía en el Hospital de Bayona de Trapero “se parecen mucho a las noches en vela mientras los servicios de emergencias encontraban el cuerpo de Carlos”.

Los trabajos de reparación de los daños causados en el edificio de la T-4 finalizaron en junio, con la reconstrucción de la cubierta de bambú y aluminio en la zona que cubre las dársenas, la más cercana al aparcamiento en el tuvo lugar la explosión de la furgoneta bomba, el módulo D. El propio aparcamiento volvió a abrir en septiembre, y los coches volvieron a estacionar en esta zona con total normalidad, aunque un detalle, que quizá dentro de años la gente comience a pasar por alto, mantiene vivo el recuerdo de lo sucedido.

Dos placas ubicadas en sendos monolitos, con las palabras 'En memoria de Carlos Alonso Palate' y 'En memoria de Diego Armando Estacio', ocupan el espacio de la plaza 403 de la planta baja y del número 614 del primer piso, el lugar en el que estaban aparcados los vehículos de ambos el día de los hechos.

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