El Tratado de Lisboa inicia el camino para su ratificación

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El Tratado de Lisboa, “imagen de marca” de la tercera presidencia portuguesa de la UE, se firmará hoy en la capital lusa con la presencia de los jefes de Estado y de Gobierno de los veintisiete Estados miembros. El texto surge dos años y medio después de que Francia y Países Bajos rechazasen, en sendos referendos, la Constitución Europea, y la Unión entrase en una de las mayores crisis políticas e institucionales de su historia.

Tras la victoria del “no” a la Constitución de franceses y holandeses y ante el temor del “efecto contagio” se decidió ampliar el plazo de ratificación y se instituyó un “período de reflexión”. En junio de 2006, tras un año de reflexión, se hizo balance y se acordó “una hoja de ruta” para poner fin al impás. El segundo semestre de 2008 era la meta para tener una decisión.

Para ello, se encargó a la presidencia alemana, que comenzaba el 1 de enero de 2007, liderar el proceso y buscar soluciones, algo que hizo con éxito. A la presidencia portuguesa le tocó dirigir la redacción final del nuevo texto y lograr la unanimidad de los 27 para firmar el que se conocerá como el Tratado Reformador de Lisboa. La firma de mañana culminará la primera parte de este proceso.

La segunda parte es el proceso de ratificación

. Se iniciará en 2008 y podrá ser vía referéndum o vía parlamentaria. Esta última será la más usada para evitar sorpresas como las que acabaron con la Constitución. Por ahora, sólo Irlanda, lo ratificará por consulta popular, ya que les obliga la Constitución.

El argumento para prescindir de la consulta popular es que el nuevo Tratado no tiene relevantes transferencias de poder y soberanía nacional a las instituciones europeas, aunque sí contiene lo esencial de la fracasada constitución, insisten en apuntar todos los líderes. De hecho, Francia y Países Bajos, así como otros 17 países ya anunciaron que lo ratificarán por vía parlamentaria. Las dudas pueden surgir del Reino Unido y Dinamarca.

Porque, a pesar de toda la solemnidad, pompa y circunstancia con que será firmado el Tratado de Lisboa, el nuevo texto reformador sólo entrará en vigor si es ratificado por todos los estados miembros. Si todo va bien, el Tratado de Lisboa entrará en vigor en 2009, aunque muchas de sus disposiciones sólo se aplicarán varios años después, y, en algunos casos con régimen de excepción. Ese fue el precio, para lograr un acuerdo y poner punto final a una crisis de más de dos años.

EL NUEVO TRATADO

El nuevo Tratado de Lisboa incluye las principales novedades institucionales de la fallida Constitución Europea con el objetivo de hacer que la UE sea más eficaz, democrática y transparente. No obstante, se eliminan todos los valores simbólicos que puedan identificar a la UE con un Estado para contentar a los países más escépticos.

En primer lugar, se mejora la representación exterior de la UE con la creación de dos nuevos cargos. Por un lado, el presidente permanente, que sustituirá a las presidencias semestrales con un mandato de dos años y medio renovable y que se ocupará de garantizar la cohesión y la coordinación del Consejo Europeo. Para este cargo ha sonado el nombre del ex primer ministro británico, Tony Blair.

También se refuerza la figura del Alto Representante, que pasará a ser vicepresidente de la Comisión y presidirá las reuniones de jefes de la diplomacia de los Veintisiete. La Carta de Derechos Fundamentales se convierte en jurídicamente vinculante, aunque no se aplicará en Reino Unido ni en Polonia. Asimismo, se modifican sustancialmente los mecanismos de toma de decisiones ya que se suprime el veto en unas 40 políticas, entre ellas la de inmigración, y se extienden las competencias de la Eurocámara.

Polonia logró aplazar hasta 2017 la entrada en vigor del reparto de poder basado en un sistema de votación por doble mayoría de un 55% de los Estados (que incluya al menos a 15 países) y un 65% de la población. Este mecanismo era otra de las novedades de la Constitución. Aunque a partir de 2014 empezará a aplicarse formalmente la doble mayoría, Polonia podrá invocar el Tratado de Niza cada vez que le resulte más favorable para lograr una minoría de bloqueo. Asimismo, se refuerza el denominado 'compromiso de Ioannina' para retrasar las decisiones desfavorables.

El tamaño de la Comisión se reducirá a partir de 2013 para hacer este órgano más funcional. En lugar de un comisario por país, habrá un número de miembros equivalente a dos tercios de los Estados miembros. Por primera vez se incluye además una cláusula para permitir a un Estado miembro abandonar la Unión.

Otras novedades del Tratado de Lisboa que provienen de la Constitución son que se reconoce la personalidad jurídica de la UE y también la primacía del derecho comunitario sobre el nacional (aunque ya no en un artículo del Tratado sino en un protocolo adjunto); y se mantienen los avances en materia de energía, protección civil, salud pública, deporte o turismo. Asimismo, se añade como política prioritaria la lucha contra el cambio climático.

No obstante, el nuevo Tratado queda desprovisto de cualquier carácter constitucional, y tampoco sustituirá a todas las normas anteriores, sino que se limita a enmendar, respectivamente, al Tratado de la Unión Europea y al Tratado constitutivo de la Comunidad Europea, que a partir de ahora pasará a llamarse Tratado sobre el funcionamiento de la UE. Ello supone renunciar al ejercicio de simplificación previsto en la Constitución, un texto que recortaba de 2.800 a 400 páginas el derecho primario comunitario.

El Tratado simplificado no menciona la palabra 'Constitución', no incluye ningún artículo que hable de los símbolos de la UE (bandera, himno o divisa), el ministro de Asuntos Exteriores pierde su nombre por el de Alto Representante, y ya no se hablará de 'ley' o 'ley marco' europea, sino que se mantendrán las denominaciones actuales de 'reglamento', 'directiva' o 'decisión'. Con ello se trata de evitar la impresión de que la UE vaya a convertirse en un 'superestado', idea que provoca ampollas en muchos Estados miembros.

CEREMONIA DE FIRMA

El lugar elegido para la ceremonia de la firma del Tratado, ha sido el Monasterio de los Jerónimos, Una obra maestra del estilo Manuelino, que fue construido para celebrar los descubrimientos portugueses. Aquí, el 12 de junio de 1985 se firmó la adhesión de Portugal a la entonces Comunidad Económica Europea (CEE).

Una pantalla gigante mostrará imágenes de la ciudad de Lisboa y las banderas de los 27 Estados miembros, a medida que cada líder europeo firme el texto del nuevo tratado. La mesa en la que lo firmarán también será una pantalla de televisión, en la que se proyectarán varias imágenes.

La ceremonia empieza a las 11:30 de la mañana de hoy, una hora más en España, con un momento musical seguido de los discursos de los presidentes de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, del Parlamento Europeo, el alemán Hans-Gert Pottering, y del presidente en ejercicio del Consejo Europeo de líderes de la UE y primer ministro de Portugal, José Sócrates.

A mediodía, los líderes firmarán el Tratado de Lisboa, posiblemente sin el primer ministro británico, Gordon Brown, que llegará más tarde por obligaciones ineludibles en su país. Después, más música, a cargo de Dulce Pontes, y a continuación la tradicional foto de familia, en la que probablemente ya estarán presentes todos los jefes de Estado y de Gobierno.

A continuación, los Veintisiete subirán a un tranvía, pintado con los colores de la presidencia portuguesa de la UE y con inscripciones alusivas al Tratado, para dirigirse al Museo de los Coches, donde asistirán a una comida ofrecida por el presidente de la República de Portugal, Aníbal Cavaco Silva.

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