La UE y África escenifican en Lisboa sus diferencias comerciales y económicas

Europa Press

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La Cumbre UE-África que este fin de semana se celebra en Lisboa pretende dar el pistoletazo de salida a la nueva relación entre los dos continentes evidenció este sábado las notables diferencias que siguen existiendo entre ambos en lo que respecta a los acuerdos comerciales que tratan de firmar, sobre aspectos económicos como la cada vez mayor presencia de China en los países africanos o en cuanto a la gestión del presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, que generó posturas de crítica pero también de apoyo.

Aunque este punto concitó más acuerdo, también hubo divergencias con respecto a la inmigración. Los africanos la consideraron una consecuencia de la colonización europea y del expolios de sus recursos naturales, mientras que los europeos reafirmaron su compromiso de lucha contra la inmigración clandestina con el fomento de planes de futuro.

La Cumbre ha congregado a 80 países, de los que 64 estuvieron representados por jefes de Estado o de Gobierno. Según destacó en la inauguración el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, se reunían “casi la mitad de los miembros de Naciones Unidas”, a quienes, sin embargo, aún separan notables diferencias.

Por lo que respecta al ámbito económico, desde la inauguración de la reunión quedaron patentes las reticencias de parte de África sobre los Acuerdos de Asociación Económica (EPA en ingles) que la UE quiere firmar con las regiones de África, Caribe y Pacífico (ACP) para reemplazar a partir del año que viene los actuales Acuerdos de Cotonou, declarados ilegales por la Organización Mundial del Comercio (OCM).

Barroso los calificó como “alianzas con efectos benéficos” y “un instrumento clave de una agenda política reforzada, al servicio de nuestros objetivos comunes de desarrollo”, mientras que el presidente de la Comisión de la Unión Africana (UA), Alpha Oumar Konaré, instó a la UE que se abstenga de “utilizar mecanismos de otra época”, con negociaciones aisladas que puedan enfrentar a las regiones africanas y a los países en el seno de la misma región.

“Ningún país africano podrá llegar sólo a buen puerto sin los otros, el destino de los que van mejor va ligado a los que van peor”, advirtió Konaré. Añadió que África “necesita el tiempo necesario para concluir acuerdos justos y que tranquilicen” y “no correr el riesgo de abrir la vía de una sociedad no discutida, no analizada y no convenida” mediante unos acuerdos de asociación que “serán puestos en tela de juicio por los pueblos”.

MAL ENFOQUE

El presidente de Senegal, Maitre Abdoulaye Wade, fue más allá al señalar que el planteamiento europeo con estos acuerdos es “un mal enfoque” que podría desencadenar un “seísmo” en África, donde “muchos países no pueden tener un libre cambio con la UE”.

Wade propuso una reunión ministerial entre la UE y África para volver a tratar este asunto y, aunque respetó a los países que sí han cerrado ya un convenio con la UE, mantuvo su oposición a hacer lo mismo “como muchos otros países”. También rechazó el argumento del desarrollo que enarbola la UE al recordar que “hace años que se nos dijo que se nos iba a dar el 0,7% (del PIB) de ayuda al desarrollo y ahora hay un acuerdo para el 0,5% en 2010”.

El presidente de Francia, Nicolas Sarkozy, rompió la tendencia europea al mostrar en rueda de prensa su comprensión hacia la actitud africana y, en línea con Wade, dudar de que “todos los países africanos estén preparados para aceptar el liberalismo”. “No estoy a favor del expolio de países que no tiene nada”, dijo, y se preguntó si con estos acuerdos “vamos a condenarlos a la extrema pobreza”.

La otra cuestión económica que sobrevoló la primera jornada de la Cumbre UE-África fue la “masiva” presencia de China en África, según dijo esta semana el comisario de Desarrollo, Louis Michel, que los países africanos simplemente ven como una consecuencia natural de costes y beneficios. También de “compromisos” asiáticos frente a “burocracia” europea.

“La realidad de la economía es que los productos chinos son mucho menos caros que los productos europeos. La única manera de que (los europeos) ganen la competencia es deslocalizar ciertas industrias y transferirlas, que los productos que exportan a África se produzcan en África misma”, dijo Wade con un argumento que dio al traste con el argumento de la UE de que la ayuda comunitaria es mejor, puesto que va acompañada de cooperación.

MUGABE

El plano político también estuvo marcado por la desunión que quedó patente en torno al presidente de Zimbabue, Robert Mugabe, que logró separar a los africanos y los europeos en dos “bloques”. Su presencia se presentaba como problemática debido al deseo de la UE de que África no le invitase, algo que al final sí ocurrió.

Esto provocó que algunas delegaciones europeas rebajaran su nivel de representación, empezando por el primer ministro del Reino Unido, Gordon Brown, que había condicionado su presencia a la ausencia de Mugabe. “El Reino Unido ha dicho que 'si Mugabe viene yo no', y todos los africanos se han posicionado tras Mugabe, hay un bloque europeo y otro africano”, manifestó Wade.

El posicionamiento de unos y otros fue escenificado tras la intervención de la canciller alemana, Angela Merkel, sobre buen gobierno y democracia y a lo largo de la cual citó a Zimbabue como uno de los “malos ejemplos”. Merkel hizo un discurso alejado de relativismos en el que afirmó que “los Derechos Humanos son universales” y no hay diferencias entre “Derechos Humanos africanos y europeos”.

Esta afirmación desencadenó los comentarios de otros países como Suecia o Países Bajos y el silencio de los africanos. Fuentes del Consejo de la UE interpretaron concretamente la ausencia de alusión a Mugabe en el discurso que sobre el mismo tema hizo el presidente de Sudáfrica, Thabo Mbeki, como un apoyo evidente.

Wade explicó en rueda de prensa que todo el mundo tiene derecho a expresar su opinión, pero que la de Merkel se basaba en “informaciones falsas” sobre Mugabe y su Gobierno. Sarkozy, por su parte, afirmó que “Merkel hace la política exterior que quiere”, aunque matizó: “no le he dado la mano a Mugabe ni me he reunido con él”.

Por otra parte, Darfur también tuvo un momento de atención en los márgenes de la Cumbre con la reunión entre el primer ministro portugués y presidente en ejercicio de la Unión Europea, José Sócrates; el presidente de la Comisión Europea, José Manuel Durao Barroso, y el Alto Representante de la UE para la política Exterior y Seguridad Común, Javier Solana, con el jefe del Estado de Sudán, Omar el Bashir.

A la salida del encuentro, Sócrates declaró que “tenemos muchas esperanzas de que el Gobierno sudanés entienda la prioridad que es para la Unión la resolución de la situación en Darfur” porque en Europa “no nos resignamos con lo que está ocurriendo y es necesario dar una respuesta rápida”.

La UE planteó a Sudán “su preocupación ante la reticencia mostrada por Jartum al envío de tropas mixtas de la UA y de Naciones Unidas a Darfur” y manifestó que “el espíritu de cooperación presente en esta Cumbre tiene que ser aprovechado para que la situación en Darfur se resuelva lo más rápidamente posible”. Así, instaron a Jartum a que “tome las medidas necesarias para acelerar las negociaciones, con el objetivo de lograr un acuerdo de paz definitivo y para que pueda llegar al terreno una fuerza de paz fuerte que proteja a los refugiados”.

INMIGRACIÓN

Por lo que respecta a la inmigración, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, apostó por una lucha “implacable” contra los flujos migratorios ilegales y propuso un pacto euroafricano para mejorar las oportunidades de los ciudadanos de “la región más pobre del planeta”.

El plan se articula en tres ejes: la “escolarización” de los africanos, la creación de “empleo para los jóvenes” y la construcción de infraestructuras que “dinamicen el tejido social y económico” de los países de origen de la inmigración. Con esto, precisó, se debe “evitar la fuga de cerebros” del continente africano así como “incentivar los retornos” de los emigrantes.

Su contraparte en este tema, el presidente de Libia, Muamar el Gadafi, pidió dinero para luchar contra la inmigración ilegal y afirmó que ésta es consecuencia del colonialismo europeo y del “expolio” de sus recursos naturales que ha provocado “la miseria del continente”.

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