“No se dejen engañar, es un hombre de absoluta sangre fría”, concluye el Fiscal

"No se dejen engañar, es un hombre de absoluta sangre fría", concluye el Fiscal

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El juicio contra Francisco Javier Almeida, acusado de agredir sexualmente y asesinar al niño Álex el 28 de octubre del 2021 en Lardero, ha llegado este martes a su última sesión, donde se presentan las conclusiones de las partes y donde el acusado ha ejercido el derecho de “última palabra”.

El Fiscal del juicio, Enrique Stern, ha calificado a Almeida de “depredador sin remordimientos” y ha mantenido la pena, incidiendo en la “violencia” contra Álex .“Fue el propio Almeida quien reconoció que violentó” al niño, “recuerden que dijo que le tapó la boca”, ha dicho recordando que reconoció la agresión sexual.

El fiscal ha empezado señalando que “parece claro que el 28 de octubre del 2021 Álex fue a casa del señor Almeida” y es algo que se ha demostrado científicamente, al igual que el hecho de que había en el niño restos orgánicos del acusado. El fiscal ha proclamado que “Tenemos pruebas más que suficientes” y ha señalado que “es igual” que fuese engañado y, por tanto, voluntariamente, porque lo que el jurado debe “valorar es si entró y ahí terminó su vida”.

“No se dejen engañar, es un hombre de absoluta sangre fría” y “en el momento de la detención estaba impasible, igual que estos días”, ha subrayado el Fiscal. En este sentido, ha destacado que ante “fotografías horribles”, a Almeida no se le ha visto “en algún momento triste” o con “algún gesto de empatía”.

Ha relatado cómo, al salir de la cárcel, Almeida “vivía en Logroño pero, en seguida, empezó la labor del depredador y por eso alquiló un piso en frente de un parque infantil”.

“No le importaba quién ni cómo, hasta la niña de cuatro años fue su objeto”, ha dicho recordando que “en el 1991 violó a una niña y la intentó asesinar”

y “cuando salió de prisión volvió a hacer lo mismo pero se aseguró de su ejecución”, matando a una mujer trabajadora de una inmobiliaria. En este último caso buscó una “víctima fácil”, para “violarla, matarla y, después, intentar esconder el cadáver”.

“Es una persona sana, sabe perfectamente que hace daño y le satisface hacerlo, tal y como han certificado los psiquiatras”, ha recalcado apuntando cómo “su único temor era que no le hicieran daño los otros internos, y por eso pidió el aislamiento”.

Ha apuntado, frente al relato de Almeida el primer día, relativo a que había “bebido mucho”, que “ni agentes de la policía local, ni de la guardia civil notaron el más mínimo olor a alcohol ni síntoma”, ha añadido.

El niño no tuvo “posibilidad” de consentir el acto sexual pero, además, Almeida usó “la fuerza” y así se vio en los moratones y la goma del pantalón estaba desplazada: “Tuvo que arrancarle los pantalones”. “Se me hace esperpéntico tener explicar que el niño no era consciente de qué le iban a hacer”, ha llegado a decir.

“No mató a Álex, le asesinó y la distinción está en la alevosía: se aseguró de hacerlo”, ha aseverado añadiendo que “en el momento en el que cerró la puerta de casa Álex no tenía ninguna posibilidad”. La muerte de Álex se produjo por asfixia, con la técnica 'mataleón', que no da ninguna posibilidad de defensa, ha contado.

“Perdió la conciencia y, luego, con una fuerza descomunal Almeida estuvo tres minutos acabando con su vida”. “Sabía lo que estaba haciendo y continuó con esa voluntad asesina”.

Acusación particular y popular

La abogada de la acusación particular y popular, Alicia Redondo, ha incidido hoy en que Francisco Martínez Almeida, “de manera despiadada e inhumana mató a Álex y sació sus asquerosos deseos”. Rendondo ha clamado que “estamos, sin lugar a duda, ante la personificación de la maldad”.

Ha incidido en que “cada vez” que Almeida ha puesto “un pie en la calle ha violado y asesinado”. En ese caso, ha recordado cómo, en el desarrollo del juicio, se ha visto que “vigilaba a los menores y éstos le sacaron una foto porque le tenían miedo”.

Los hechos que se juzgan, ha incidido, “ocurrieron de manera premeditada, estuvo varias semanas intentándolo”, de hecho, “Álex en un primer momento se negó, pero insistió”.

“No hay duda de que se lo llevó a su vivienda y se aseguró de que no subiera en el ascensor con él”, ha relatado indicado que “sabía que había cámaras”. Después, “lo acorraló en la zona de la entrada y el dormitorio” y, así, “aparecieron huellas y fibras”.

Se ha apoyado en las pruebas que había en el cadáver del niño donde quedaron “señales de la atrocidad”.

Almeida “apretó y apretó” el cuello “en un niño que sólo pudo luchar por sobrevivir durante unos segundos”. “Les ruego que cojan un reloj y piensen lo que son cinco minutos comprimiendo el cuello de un niño de nueve años inconsciente

“, ha clamado.

El acusado, “oiría el timbre, porque los policías estaban intentando encontrarle después de que los niños identificaran al señor del banco”. Entonces, “dejó de apretar, se vistió y vistió al niño pero con la prisa de ser descubierto se le olvidaron los leggins y se le olvidó subirse la bragueta”.

“Cómo se puede tener tanta desfachatez de decir que salía a pedir ayuda después de vestirlo; quien quiere pedir ayuda grita, llama por teléfono”, ha clamado.

Ha recordado cómo el psiquiatra dijo que está capacitado para almacenar recuerdos, que no constan informes con problemas mentales, así que a Almeida “no le queda otra intento desesperado que decir que consumió alcohol”.

“Tampoco”, ha añadido, porque “pudo vestir a Alex y bajarlo por las escaleras en brazos” y, tras la detención, cuando lo tuvieron que evacuar para mantener su seguridad porque la gente quería lincharlo “le dijeron que corriera y vaya si corrió”.

“Quiso hacer lo que hizo porque es un depredador y sacia sus asquerosos deseos”, ha dicho añadiendo que “lo que quería era agredirlo, matarlo y esconder el cadáver”.

“Cómo no va a haber animo de matar si apretó el cuello de un niño de nueve años”, ha añadido señalando la “fuerza brutal” que dejó impresa en la garganta.

Almeida, ha defendido, “sacó del parque” al niño, “lo arrebató a su familia, desplegó toda su fuerza” en un acto “de forma tan atroz que no deja a nadie indiferente”.

Lo mató, ha añadido a sus primera conclusiones antes del juicio, “para evitar que se descubriera la agresión” y, además, lo hizo en una persona “especialmente vulnerable”. “Quédense con esto: un niño de nueve años sin niguna posibilidad de defensa”, ha pedido al jurado.

Los padres, ha dicho, “están muertos en vida”. Ha pedido al jurado que “no tengan ”problemas de conciencia, no piensen en el acusado, piensen en Álex que, un día, estaba en el parque y encontró la muerte“. Además, ha advertido de que ”cuando ponga un pie en la calle lo va a volver a hacer“.

Abogado de la defensa

El abogado que ha ejercido la defensa de Francisco Javier Almeida, Cesar Martínez, se ha aferrado hoy a un “arrepentimiento voluntario” de su defendido y a la “confesión” del acto sexual para pedir la libre absolución de Almeida.

“Este ha sido un juicio difícil, incluso para poder llegar a la verdad”, ha dicho al comienzo de su intervención en la última sesión del juicio, por jurado popular, en una intervención breve que ha dado paso a la declaración de propio Almeida.

Para el abogado, desde los medios de comunicación “se ha llegado a contaminar la narrativa” y, por eso, Almeida ha elegido hablar cuando ya no se pueda “distorsionar” lo que diga, dado que ya es la última sesión.

Ha incidido en que “el niño sube por voluntad” a su casa, “no lo agarra”, y así “se ve en el video” cuando “sube por las escaleras”. Para el abogado “no hubo engaño”, porque el pájaro que le quería enseñar “existe”. Después de enseñárselo, ha reconocido que Almeida dio satisfacción a su “deseo sexual”, pero ha dicho que lo hizo “sin violencia” porque “no hay muebles rotos”.

Ha añadido el “hecho cierto” de que, en la primera sesión, cuando el fiscal pregunta por la agresión sexual en concreto el acusado “dijo que sí”, lo que para este abogado “es una confesión”, y “no se puede tratar igual al que confiesa”.

El abogado ha hablado de homicidio, y no de asesinato. El niño, “trata de huir, cuando empiezan a tocar los timbres”, y “si hubiese querido matarle bastaba con apretar” y “en segundos” lo hubiese logrado, pero “dejó holgura” y, para el letrado, “esa es la clave”.

Almeida no sabe qué hacer en ese momento, “está pensando qué va a hacer, tiene miedo a ser descubierto y sigue apretando”; pero, luego, “se da cuenta de lo sucedido” y “baja con el cuerpo descubierto, coge las llaves del coche pero no la documentación” porque su voluntad es “salir buscando ayuda”. “Quería, arrepentido, salvar al niño”, ha considerado el abogado de la defensa.

Ha mantenido la libre absolución y, de forma subsidiaria, que se le aplique la atenuante de reparación del daño y confesión.

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