Concéntrico: “Desde la formación y el criterio seguro que generamos ciudades mejores”

Concéntrico: "Desde la formación y el criterio seguro que generamos ciudades mejores"

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Repensar la ciudad desde la consciencia de comunidad, de espacio compartido, de identidad y de experiencias colectivas. Concéntrico vuelve con un programa más extenso que anteriores ediciones, del 1 al 6 de septiembre, y trasladando sus instalaciones más allá de Logroño, hasta Portugal.

Reflexionar sobre urbanismo desde la colectividad y la sostenibilidad sigue siendo la esencia del festival de arquitectura y diseño, como se materializará en el proyecto '100 sillas y tres salones urbanos', a cargo del festival, Izaskun Chinchilla y la Fundación Daniel y Nina Carasso. Un proyecto que se ha gestado de manera colectiva, al ser la propia ciudadanía de Logroño, a través de una encuesta, la que ha decidido dónde se ubicarán las sillas, así como su diseño, participando unas 500 personas. “En esta encuesta había muchas cuestiones sobre cómo usar la ciudad, dónde demandamos espacios donde sentarnos, cómo es nuestro día a día en Logroño y todo al final pensando qué espacios públicos podrían ser más domésticos de lo que son”, contextualiza Javier Peña, director de Concéntrico.

Estas hacían pensar también en la memoria colectiva y en la identidad común que generan las memorias sobre la vivencia en una misma ciudad. Del total, se han seleccionado cien respuestas, que se materializarán en este mueble, por lo que el festival ha invitado a sus autores para conocer el proceso de elección.

Además, reflexiona Peña, la silla como elemento “tiene muchas connotaciones, vinculadas a cómo en los pueblos la gente 'toma la fresca', que pone la silla dónde quiere, porque no hay una normativa que limita y condiciona el uso”.

Tras esta primera fase, el festival celebrará los talleres 'Hablando con Jane,' para pensar entorno a las zonas de la ciudad dónde podría reducirse el uso del coche y otro, para reflexionar sobre la creación de zonas de bajas emisiones, surgidos a raíz de los Acuerdos de París, por el que “la comisión europea, a través de la ONU decidió que las ciudades de más de 50.000 habitantes tendrían que tener para 2023 una serie de zonas de bajas emisiones”. “Nosotros no somos los que vamos a decidir estas zonas, desde la filosofía de este proyecto lo que se va a poner sobre la mesa esas prácticas e intentar aglutinar una mirada a la ciudad desde la no decisión, sino más una cosa consultiva, en la que se reflexione sobre eso, sin una decisión vinculante”, explica en referencia a la permanencia de estas sillas más allá del festival. “Es un taller formativo para pensar entre todos qué podría ser”. Ambos tendrán lugar en Avenida de la Paz, el sábado 3 de septiembre.

“Si visitas la calle Portales, esta era un tramo de calle en la que había muchos bancos, pero ahora solo hay terrazas, es la sustitución de los espacios públicos por la terraza, por espacios privados, si eso se hace de una manera consciente y todo el mundo tiene claro que se está haciendo esa acción se tendrá que explicar si alguien demanda una explicación y sino todos habremos mirado hacia otro tipo de espacio público que para algunos será de mayor calidad y para otros de peor”, reflexiona el arquitecto. “Nosotros intentamos poner las cuestiones sobre la mesa y ya que cada ciudadano libremente forme su opinión, a nosotros lo que nos interesa es que todos sean conscientes, que generen una opinión, buena, mala o la que sea, con una ciudadanía formada habrá tomas de decisiones más acertadas, más consensuadas y con más capacidad de criterio, desde la formación y el criterio seguro que generamos ciudades mejores y formas de estar mejores”.

“Hay un subconsciente que nos identifica a todos casi sin saberlo y a veces sin compartir ni ideología, ni pensamiento”, explica sobre esta perspectiva de urbanismo desde la memoria común. “Hay cuestiones que nos unen y nos vinculan y son las que intentamos tocar, no solo con esta intervención sino con muchas otras del festival”.

Concéntrico no se ha detenido en estos dos años de convivencia con el coronavirus y en este contexto han sido muchas las reflexiones de la ciudadanía entorno al urbanismo: tamaño de las terrazas, zonas peatonalizadas, estrategias para ganar espacios para el peatón, cambios en el paisaje natural durante el confinamiento... “Creo que ha habido una mayor consciencia ecológica, sobre cómo el paisaje urbano y natural se regeneró en esos meses y cómo luego ha vuelto a degenerar, quizás se han abierto unos caminos pero muy lentos”.

“Si algo ha dejado la pandemia en nuestro proyecto puede ser que contamos este año con localizaciones más amplias con un uso más extensivo de la ciudad y que ha llegado para quedarse, miradas más abiertas, usos más abiertos...”, al contrario que en otras ediciones, donde las intervenciones tendrían lugar en “sitios más recónditos”.

Más días y un escenario fuera de Logroño

Con la cuenta atrás hacia la celebración de esta nueva edición, más larga que las anteriores, Peña señala que “cada año siempre cambia mucho el festival e intenta tocar nuevos temas y enfoques que permiten ir más allá en los temas que se tocan de manera transversal edición tras edición, hay una especie de hilo argumental”. “La última vuelta de tuerca” a las intervenciones las da la propia ciudadanía con sus reflexiones. “El festival no existiría, si no hubiera esa respuesta, si no fuera acompañado de la gente que le da sentido”, apunta.

Logroño no será el único escenario de reflexión este año, la intervención en Viña Lanciano, de Bodegas LAN, se replicará en Quinda do Seixo, en el norte de Portugal. “Viña Lanciano forma parte de Logroño y es genial que el viñedo forme parte de cómo somos y cómo hablamos, y eso también pasa en otros lugares y en nuestro afán por trabajar con los espacios y con las localizaciones que nos permita que mucha gente tenga algo que decir sobre esos lugares, al final nos vinculan experiencias que son replicables a otros puntos del mundo, no hablan del río Ebro, sino de formar de habitar un río, de las costumbres naturales”. De esta manera confluyen dos territorios “en los que los viñedos son identidad, para su gente, su economía”.

Imágenes: Concéntrico

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