Sufrir la guerra desde la distancia: “mi madre todavía no quiere salir de Ucrania”

La pandemia había impedido que Anna Dzioubenko viera a su madre en los últimos dos años. Entonces viajó a Ucrania poco antes, para que su madre conociera a su hijo recién nacido y volvió esta Navidad, cuando el niño ya tenía 2 años y medio y quedaban pocos meses para estallido de la guerra en la que se encuentra su país. “Ahora otra vez no sabemos cuando volveremos a vernos”, dice sin poder contener las lágrimas.

En Ucrania está su madre con su marido y su suegra, que vivían en Kiev. “Por el momento no quieren salir del país, mi madre no quiere dejar a su marido y a sus animales allí”, cuenta Anna Dzioubenko. Cuando la situación en Kiev empezó a complicarse salieron de la ciudad y ahora se encuentran en un pequeño pueblo perdido donde no hay ni agua caliente.

*La familia de Anna la última vez que estuvieron juntos esta navidad

“Están tranquilos, no tuvieron atascos para llegar y se encuentran bien”, cuenta Anna, que lleva en Logroño unos diez años. Aunque la incertidumbre azota, ha podido hablar con su madre todos los días por videollamada. “Veía la tristeza en sus ojos”, recuerda.

Cuando comenzaron los ensayos militares en la frontera y la guerra se veía en el horizonte intentó que su madre viniera a España: “lo tenían fácil porque me tienen a mí pero ellos trabajaron hasta el último día, no te crees la solución hasta que te tiran una bomba al lado”, lamenta esta ucraniana.

Crítica a la lentitud de las instituciones

Anna Dzioubenko agradece la solidaridad de los vecinos y vecinas estos días, aunque lamentan la lentitud con la que están actuando las instituciones: “Hay muchas familias que quieren ayudar y están enfadadas con la gestión”. Reclaman una mejor organización: “nadie sabe cómo hay que actuar y mientras las fronteras están colapsadas, todo lo que se ha hecho hasta el momento es con la voluntar de particulares”.

Desde la asociación Ucrania Rioja van a poner en marcha encuentros de jóvenes que hayan llegada a La Rioja para hacer planes con niños, niñas y jóvenes con las mismas aficiones “para que vean el futuro con esperanza”. “Tenemos perspectivas pero nos va a costar, están en shock”, dice Anna Dzioubenko con ganas de ayudar mientras su madre sigue en un país donde la guarra avanza.