Amor y paz mediante una raqueta

Amor y paz mediante una raqueta

Rioja2

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Nada más entrar al club de Puente Romano, se respira amor y paz. El tenis es un ingrediente importante, pero la masa es el amor. Eso es lo que intentan transmitir el riojano Imaz y su equipo desde el primer momento. Todos los integrantes del club se abrazan durante unos segundos nada más verse, como símbolo de respeto y agradecimiento. Es un abrazo sincero, de verdad, lleno de cariño. Son las dos de la tarde y luce el sol en Marbella, a punto está de comenzar un entrenamiento de dos horas de jóvenes talentos que disfrutan jugando a tenis. El grupo, compuesto por 4 chicos y 1 chica, forma un círculo junto a Pepe Imaz, otros dos entrenadores de la escuela (Barry Fagan y Marco Djokovic) y un par de invitados más. Imaz toma la palabra: “Si lo sentís así y lo deseáis, cerrad los ojos, y, haced una lista de cinco cosas por las que agradecer”. “Visualizad algún movimiento vuestro de tenis”, prosigue. Tras unos segundos de calma y paz, todos se saludan y dan comienzo los pelotazos. La clave de la filosofía del arnedano es el respeto y la aceptación.

“La manzana es buena, pero como te comas 100 manzanas te sienta mal”, explica el extenista a un joven después de golpear su revés a una mano. No quiere que abuse de un golpe específico. Repartidos en varias pistas, todos aprenden tenis y se forman como personas. Nadie es más que nadie. Jesús Echevarri, uno de los chicos del grupo, tiene claro qué es lo que más le gusta de la escuela: “La energía, las personas, lo que aprendo y la ilusión con la que vengo”. Además, el tenista de 21 años, destaca que la gran diferencia entre la la academia 'Amor y Paz' de Pepe Imaz y otras radica en la prioridad que se le da a la persona y no al jugador. Echevarri comenta que, desde el amor y aceptando el fallo, en lugar de invertir horas y horas entrenando, se opta por “la frescura”.

Fotos: Christian Vargas (Rioja2)

Proyecto solidario

En un principio, el proyecto solidario juntaba a decenas de niños y niñas cada fin de semana para abrazar el tenis y el amor. Pero, la pandemia ha obligado a poner un paréntesis a esta parte del proyecto ya que en las sesiones se realizaba mucho contacto, abrazos... En su lugar y para que unos pequeños pudieran seguir desarrollándose como personas a través del tenis, se creó un grupo alternativo pequeño con otros jóvenes. El Club de Tenis Internacional de Marbella acoge esta pequeña clase solidaria, donde niñas y niños llenan de entusiasmo, alegría y felicidad las cuatro esquinas de las pistas.

De nuevo, el riojano Imaz se reúne con sus pupilos para iniciar la clase, junto a Jesús Echevarri, profesor en esta ocasión. La sesión va a comenzar, pero antes, se repite el ritual de meditación y calma. Esta parte de la escuela está destinada a compartir. Si los padres de los pequeños que forman parte de ella no se pueden permitir pagar la cuota, no pagan, siguen adelante. Y, los que sí pueden, pagan. El objetivo es compartir, por lo tanto, con parte de los beneficios generados se construyen pozos de agua en África, por ejemplo. “Amor y paz”, ese es el lema. Repartidos en tres pistas, en una, Imaz trabaja la técnica, en otra, Echevarri juega con los niños y, en la tercera, son los niños los que juegan entre ellos. Gimena, 12 años, no duda a la hora de destacar una cualidad de su maestro: “La manera en la que nos entrena, es más cercano”.

“Está feliz”, comenta la madre de Álvaro, otro de los niños del proyecto. “Es una experiencia aparte de a nivel deportivo, a nivel psicológico. El deporte siempre es muy positivo para el desarrollo de un niño. El nivel de concentración que tienen en un deporte como el tenis les viene muy bien para el resto”, comenta. La riqueza de esta iniciativa casa con el hermanamiento cultural. Una niña sueca, otros niños españoles, un niño serbio, todos juegan y se divierten, juntos, desde el respeto. Uno de los padres no duda a la hora de revelar que su hijo está feliz después de las clases, lleno de energía. “Pepe sabe explicar las cosas de una manera sencilla y muy interesante, te hace pensar y ver un poco de otra manera”, puntualiza otra madre.

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