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Los acusados por los disturbios de Logroño aseguran haberse encontrado la ropa de Lacoste en la calle

Rioja2

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Hoy ha comenzado el juicio por los disturbios que tuvieron lugar en Logroño el 31 de octubre del año pasado. Ocho personas se sientan en el banquillo acusadas de desórdenes públicos, atentado contra agentes de la autoridad en concurso con nueve delitos de lesiones, daños y robo con fuerza. Está previsto que el juicio se prolongue durante cuatro días.

Este lunes declaran los acusados; martes y miércoles, los testigos y la Policía; el jueves llegarán las pruebas periciales y las conclusiones y quedará visto para sentencia.

El fiscal solicita para los ocho acusados, de los que uno permanece en prisión provisional, entre 5 y 15 años de cárcel. En total suman 77 años y 6 meses de prisión. Para cuatro de los acusados el fiscal pide además multas que ascienden a un total de 22.680 euros.

En cuanto a las indemnizaciones, el Ministerio Público solicita el pago de manera conjunta y solidaria por parte de los ocho acusados de un total de 62.993,59 euros. Estas indemnizaciones, según el fiscal, deberán ser satisfechas en beneficio del Ayuntamiento de Logroño, de la Administración del Estado y de la Consejería de Sostenibilidad y Transición Ecológica del Gobierno de La Rioja por daños ocasionados en una exposición situada en la vía pública. También serán indemnizados nueve agentes de las Fuerzas de Seguridad del Estado que resultaron heridos en los enfrentamientos.

Además, la Fiscalía pide que los acusados indemnicen a la dueña de un establecimiento que fue saqueado y a la compañía aseguradora que corrió con los gastos por los daños ocasionados en el mencionado comercio.

Las declaraciones

Los acusados han negado su participación y se han aferrado a informes toxicológicos y de salud mental. Las defensas, además, han puesto en duda la legalidad, y veracidad, de las grabaciones ciudadanas. Todas piden la libre absolución de sus defendidos.

El primero en declarar ha sido L.M, al que la Fiscalía cree “instigador”, que se encuentra ya en prisión y al que se le piden quince años y medio. Siendo su derecho, ha decidido contestar sólo a su abogado al que ha empezado diciendo que ese día estaba en su casa.

Se enteró de la concentración por la redes, pero ha negado estar en El Espolón, donde comenzaron los altercados. Ha calificado como falso testimonio que dejara un mechero.

Sí ha reconocido participar de la rotura del escaparate de Lacoste: “no creo que fuera el primero”, ha dicho a este respecto y después ha declarado que rompió el tercer cristal.

Ha relatado que quedó con un amigo y una amiga y fueron directamente a la peatonal de este establecimiento cuando “ya estaba el lío hecho” y ha asegurado que “estaba todo destrozado” cuando llegó.

En cuanto a su Instagram, ha dicho que nada de lo publicado tiene que ver con la concentración, explicando que tiene que ver con su “vivencia” diaria y el trato que recibe de la policía.

También ha contado que en la cárcel se ha autolesionado por la “rabia e impotencia” de su situación. Ese día, ha reconocido, había consumido “alcohol y algo más antes de salir de casa”.

A continuación, S.F ha respondido al fiscal que ese día “estaba trastornado”: “Tengo un problema psicológico y estaba deambulando por el Espolón”, ha dicho contando que “era la comidilla” que iba a haber una concentración “contra el cierre de bares”.

Ha relatado que vio “muchísima gente que lanzaba piedras” pero él estaba “simplemente viendo”. “Que venga el que quiera y diga que he tirado piedras, que no es cierto”, ha aseverado, reconociendo simplemente que cogió unas zapatillas del escaparate roto, pensando: “Antes de que se las lleve alguien me las llevo yo”.

Ha dicho que “pasaban delirios” por su cabeza y que había pedido el ingreso psiquiátrico pero no se lo concedieron. Ha dicho, en un momento, que sólo recordaba lo que ocurrido por sus padres. Pero, en otro momento, ha contado que fue detenido porque se ofreció a meterse dentro del furgón policial para evitar que se llevaran de malas maneras a otra chica.

J.B. ha asegurado no saber que estaba prevista la concentración cuando recibió la llamada de un amigo, que le avisó de que estaban pasando “cosas con la policía”.

Atravesó el Espolón y, cuando llegó al Banco de España, estaban “todos los contenedores en fila”. Ha mantenido que no participó en nada ni tiró ninguna piedra.

Sí ha reconocido coger un maniquí y unas zapatillas y ha contado haber estado en la Unidad de Psiquiatría del San Pedro por “mal comportamiento en casa”.

Ha repetido la declaración de S.F. literal: “Pedí el ingreso pero no me hicieron caso y dijeron, ya se le pasará”. También ha repetido la declaración de S.F. relativa a que le metieron en el furgón porque quiso evitar que se llevaron a otra chica.

J.C, al que la policía asegura haber visto “a cara descubierta” ha asegurado que estaba en casa con su mujer.

B.G. ha querido “aclarar” la declaración judicial, rechazado “la palabra rebeldía” y explicando que “no es rebeldía contra la policía”. Ha relatado que acudió a la concentración para defender su puesto de camarera, porque no podía permitirse vivir un sólo mes sin su sueldo, único sustento porque no tiene ayudas familiares.

Ha asegurado que coincidió con otras personas que defendían lo mismo que ella, pero con violencia. “Me da la sensación de que usted también actuaba de forma apasionada”, le ha dicho el fiscal mientras ella ha contado que se vio inmersa en una “estampida” y acabó “en el bando equivocado”; un bando “agresivo” que estaba “reventando” su “reclamo de trabajo”.

“No se nos estaba escuchando porque habían reventado la manifestación hostelera”, ha dicho; así, ha explicado, cuando dice “a por ellos”, no se refiere a la Policía sino a las personas que querían estropear la manifestación.

Incluso ha dicho que se “protegió” con uno de los contenedores y que, terminados los disturbios, bajó dos cafés a unos agentes. “Pido perdón sólo por el hecho de haber estado allí”, ha dicho.

En cuanto a las grabaciones, mientras desde la defensa se ha señalado que “aún partiendo de la legitimidad de la grabación” ciudadana será necesario verificar que no ha habido manipulación de la misma, la acusación se ha manifestado “radicalmente en contra” de rechazar esta prueba que, además de contar con el origen de las imágenes, tiene verificación policial. El magistrado ha decidido que lo valorará en la sentencia.

G.B. ha negado haber participado en los hechos y ha relatado cómo, a las once de la noche, vio un pantalón en una papelera y, cuando la policía le detuvo por incumplir el toque de queda, se lo vieron.

Ha asegurado no haber sido consciente de por qué estaba ahí el pantalón y ha dicho que pasaba por allí porque su padre le había pedido guardar en el garaje el coche y que se dirigía a casa de su novia.

H.P vio el “barullo” y casualmente vio dos pantalones, así que los cogió. Pero como tenían etiqueta, se puso nervioso, “la secreta” le siguió y le pillaron.

El fiscal le ha mostrado un vídeo de aquella noche, en el que se le vería sacando la ropa, pero se ha mantenido en su versión de que los había encontrado “debajo de un árbol” y “tiró para casa” pero cuando vio las etiquetas pensó: “Malo”.

D.C ha negado haber estado en El Espolón a pesar de lo dicho en su declaración policial: “no sé si lo apuntaron mal o lo entendieron de otra manera”.

“Yo estaba en Avenida de Madrid, sabíamos que había una manifestación, que pensábamos pacífica, y como mi padre estaba ingresado y tenía un bar decidimos acudir pero, cuando vimos el alboroto, decidimos verlo de lejos”, ha relatado.

Ha dicho haber tenido el “impulso”, del que se arrepiente, y haber cogido ropa de Lacoste al ver que se había roto el escaparate. “Fueron quince segundos y pasó tan rápido que ni lo recuerdo”, ha dicho.

Luego ha explicado que se asustó al ver a la policía y ha negado haber tenido “una piedra en la mano” ni otra cosa. Instado a recordar que entró en el escaparate y un maniquí le dio en la cabeza ha dicho: “Sí que me dio, pero fue tan rápido que no recuerdo nada”.

Los hechos

Según los hechos que constan en las diligencias y en la calificación de la Fiscalía, el pasado 31 de octubre sobre las 20,00 horas se convocó en El Espolón una concentración a través de las redes sociales y sin comunicación a la Delegación del Gobierno para protestar por el cierre de la hostelería en la capital riojana y por otras medidas acordadas por el gobierno regional para evitar la propagación del virus COVID 19.

Transcurridos diez minutos unas veinte personas, que se encontraban entre los congregados, comenzaron a lanzar bengalas y petardos contra agentes de la Policía que se habían dispuesto en las inmediaciones de la Delegación del Gobierno, situada en El Espolón, para prevenir posibles incidentes.

Tras los ataques, los agentes dispusieron rápidamente un despliegue operativo, momento en el que un grupo de concentrados comenzaron a lanzar contra los agentes, arquetas de alcantarillado, adoquines, postes de madera, señales, latas de bebida. Los congregados, para continuar con el enfrentamiento violento, movieron contenedores y papeleras a modo de parapeto al que añadieron soportes de madera de una exposición desplegada en El Espolón por la Consejería de Sostenibilidad y Transición Ecológica del Gobierno de la Rioja.

Los agentes utilizaron material antidisturbios para hacer retroceder a los violentos hasta la calle Miguel Villanueva. Aquí los manifestantes volvieron a arrojar objetos a los agentes, que realizaron nuevas cargas hasta desalojar El Espolón. Los manifestantes, seguidamente, se concentraron en la confluencia de las calles Vara de Rey y Gran Vía, donde se repitieron los enfrenamientos con los agentes uniformados del Cuerpo Superior de Policía.

Los manifestantes quemaron ocho contenedores y rompieron otros cuatro, ocasionaron desperfectos en el mobiliario urbano, así como a varios vehículos de la Policía. Nueve agentes resultaron heridos de diversa consideración. Antes de ser reducidos, algunos manifestantes asaltaron y saquearon un comercio en la Calle Vara de Rey, ocasionando daños por valor de casi 17.000 euros.

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