El olmo de El Rasillo, único ejemplar de montaña del país que se conserva en una plaza

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La revista “Páginas de información ambiental”, que edita la Consejería de Medio Ambiente del Gobierno de La Rioja, incluye en su último número un artículo sobre este árbol escrito por el ingeniero de Montes Jesús Laría Llorente, jefe del Servicio de Gestión Forestal de la Administración regional desde 1990.

Incluido en el Inventario de Árboles y Arboledas Singulares de La Rioja, el “Ulmus glabra” de El Rasillo es uno de los pocos olmos que sobrevivió a la grafiosis que en la década de los setenta aniquiló a la mayoría de ejemplares de la Península Ibérica.

El Rasillo es una localidad situada a 1.100 metros de altitud en el área septentrional del Sistema Ibérico, por lo que no es una casualidad que se plantase en el centro del pueblo una especie que brotaba de forma natural en los extensos bosques de pinos, robles y hayas que rodean la localidad.

Con más de cuatro siglos sobre sus ramas, el perímetro del tronco del olmo alcanza los 5,20 metros, su altura total llega a los trece y su copa supera los doce metros de anchura.

El árbol se apoya en una base escalonada de casi un metro de altura y, resultantes de una posible poda mal realizada, su tronco cuenta con grandes huecos, en los que seguramente habrán jugado varias generaciones de niños.

A unos cincuenta metros del olmo de la plaza existen dos pies de esta especie, que podrían haberse originado por el rebrote de alguna de las raíces, pero que seguramente murieron por el agresivo hongo que produce la grafiosis.

Conscientes del valor histórico, botánico y sentimental, el Ayuntamiento de El Rasillo y la Consejería de Medio Ambiente cuidan con mimo este árbol y dedican un gran esfuerzo a asegurar su pervivencia.

Su longevidad ha provocado que se pudra parte de la madera del tronco, lo que le hace más vulnerable a los embates del viento y las tormentas.

Para evitar daños estructurales en el árbol, se ha colocado un anclaje de seguridad entre las ramas y se han realizan varias podas para reducir el riesgo de rotura por los golpes del aire.

Además, se ha intentado favorecer la regeneración de la madera del tronco mediante el implante de dos estaquillas del propio árbol, que se han instalado en el hueco, aunque habrá que esperar varios meses para comprobar si la operación ha sido exitosa.

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