Nomofobia: cuando quedarte sin móvil, sin cobertura o batería se convierte en un miedo

Rioja2

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Basta con que Facebook, WhatsApp e Instagram se caigan durante unas horas para que comprobemos el alto grado de dependencia que tenemos del móvil y de las redes sociales. Cuando el miedo a la desconexión del móvil se convierte en irracional, estamos hablando de nomofobia. Según un estudio desarrollado por investigadores e investigadoras del grupo de Ciberpsicología de UNIR, las mujeres y la infancia son los grupos más vulnerables a padecer esta fobia.

Es importante reconocer la diferencia en nomofobia y adicción al móvil, dos conceptos que están relacionados pero que no son estrictamente lo mismo. La nomofobia (NoMobilePhobia) es el miedo a separarse del teléfono móvil y a perder la conexión con internet y todo lo que eso conlleva: redes sociales, contactos, actualidad... Es, como explica una de las investigadoras, Ana León, “un trastorno de ansiedad que interfiere con la vida cotidiana”, mientras que la adicción implica que “la persona ha perdido el control y tiene un comportamiento compulsivo con el móvil”. “Una persona que sufra nomofobia no tiene por qué estar mirando el móvil constantemente”, aclara León.

La nomofobia se caracteriza por comportamientos como la obsesión por tener el teléfono siempre cargado y la ansiedad ante el pensamiento de no poder utilizarlo por cualquier motivo (datos, cobertura…), evitando a toda costa situaciones en las que vaya a vivir esta circunstancia y dificultando, por tanto, el desarrollo de una vida normal.

El estudio

Este estudio, desarrollado por las docentes e investigadoras de UNIR Ana León y Mónica García, es el primero que analiza todos los estudios empíricos y de prevalencia publicados en inglés y castellano sobre nomofobia. Se ha desarrollado una revisión sistemática de 108 artículos publicados en bases de datos científicas internacionales y pretende mostrar si existen diferencias de género y edad, para identificar factores de riesgo y comprobar si estas diferencias se dan a nivel mundial.

Una de las conclusiones es que, pese a las diferencias en los criterios de evalación de las investigaciones analizadas, sí que se observan diferencias de género y edad. Así, las mujeres y las personas jóvenes son los colectivos con mayor riesgo de padecer nomofobia. “Se ve que las mujeres están más predispuestas, puede ser porque la mujer es más social y cuida más la comunicación, y también los jóvenes, porque tienen un cerebro inmaduro, no se les ha acabado de formar y tienen mayor vulnerabilidad”.

Ana León

En cambio, no se observan diferencias entre países, y las cifras de prevalencia son similares en países tan dispares como Turquía, India, España y EEUU.

Así, las chicas de entre 14 y 16 años padecen más nomofobia, pero no está claro si existen más factores de riesgo. Las investigadoras creen que las causas son una mezcla de predisposición biológica a sufrir trastornos mentales con factores sociales como la digitalización creciente.

Otro de los factores de riesgo para sufrir esta fobia es el mal uso del móvil. “Es necesario tener normas de convivencia con el móvil, tener pactado con tu unidad familiar o tu pareja normas como dejar el móvil fuera de las comidas, desvincularlo del ocio o no mirarlo en las actividades al aire libre. También hay que intentar que no sea lo último que miramos antes de dormir. Todo lo que sea intentar que el móvil no nos controle es saludable”, explica León.

Un 20% de los nuevos pacientes que atienden al año en ARAD (Asociación Riojana de Adictos a las Drogas) eran adictos 'sin sustancias', la mayor parte de ellos al juego y a las nuevas tecnologías. Son pacientes con un cuadro clínico similar al de otro tipo de adictos, pero la terapia no es la misma.

“A un adicto a las drogas o el alcohol hay que transmitirle la consigna de no volver a beber o a drogarse nunca, pero no puedes decirle a un adicto al móvil que no vuelva a usarlo, porque es necesario en el día a día”, detalla para Rioja2 José Luis Rabadán, presidente de ARAD, quien añade que, con la terapia adecuada, se puede lograr que vuelvan a utilizar las nuevas tecnologías de forma controlada.

Señales de alerta

Los progenitores que estén leyendo esto y teman que sus hijos o hijas están sufriendo nomofobia pueden atender a algunas señales de alarma como cambios de comportamiento, irritabilidad, falta de sueño o interferencias graves en la vida cotidiana. “Si notas que esa persona no puede despegarse del móvil y se irrita si le reprendes, es aconsejable ir a un especialista”.

Si es así y se identifica un problema en casa, es básico “pregonar con el ejemplo como padres y madres”. “Es muy importante que el cambio empiece por los padres si queremos que los niños y adolescentes no desarrollen un problema, no puede ser que los progenitores sean los primeros que van al parque y están con el móvil”.

Entre las recomendaciones para evitar desarrollar nomofobia, León apunta a la necesidad de quitarse las notificaciones si no son necesarias. “Es atractivo mirar el móvil porque hay un estímulo, y el cerebro se acostumbra a mirar el móvil cada cierto tiempo. Cuanto más interaccionemos con el móvil, más acostumbraremos a nuestro cerebro a mirarlo, aunque no haya notificaciones”.

También apuesta por hacer actividades al aire libre, ya que es más fácil desconectar de la vida digital, así como crear espacios libres de móvil, en los que pongamos el móvil en modo avión, y establecer normas como tener el teléfono fuera de la mesa en la comida y “no tenerlo ni siquiera boca abajo, aunque lo tienen que aplicar todos, también los padres”.

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