Paseo por el Himalaya futbolístico

Rioja2

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Más vale que aficionados y cuerpo técnico respiren antes de decir de carrerilla los nombres de los rivales del Logroñés de aquí al próximo 9 de diciembre. O que lo hagan sin mirar a la tabla. Porque, si no, corren el riesgo de sufrir un más que justificado vértigo.

Empezando por el encuentro que el próximo domingo jugará en Las Gaunas ante el líder, la Ponferradina, el Logroñés tendrá que afrontar desplazamientos a Sestao, Guijuelo y Guadalara y recibir a Lemona, Huesca y la ya citada Ponferradina. Todos ellos por encima de la novena posición, todos teóricos rivales directos en el objetivo que Juan Hortelano y la parcela deportiva anunciaron a principio de la campaña: el ascenso.

De miedo. O, mirándolo con ojos optimistas, la oportunidad de que el aficionado sepa a qué puede aspirar. Si toca un año de luces u otro más de sombras. Hasta ahora, el equipo ha sido la incógnita más absoluta. Capaz de cosas muy buenas y, al domingo siguiente, de lo peor. La derrota en Valladolid, ante el filial, sirvió para abrir de nuevo la espita de las dudas, convenientemente cerrada con el sufrido triunfo ante el Palencia.

Los de Quique Setién no mejoran en varios de sus defectos: siguen siendo el segundo equipo más goleado del grupo con 16 dianas en contra, sólo superados por el penúltimo de la tabla, la Peña Sport, con 18 tantos en contra. Como parte positiva, sólo se han quedado sin marcar en cuatro de los 10 partidos disputados. Eso sí, para los blanquirrojos no conseguir un gol es casi condenarse a la derrota. Pasó en Valladolid, Barakaldo y ante la Real B. Sólo el empate a domicilio ante el Burgos rompe una estadística negativa.

No es la peor: el Logroñés es actualmente el tercer equipo que peor rendimiento saca a sus desplazamientos. Sólo ha logrado dos puntos fuera de casa, poca renta para dar el salto y posicionarse entre los mejores. Ésa ha de ser su tarea para el próximo mes y medio, antes de que la liga quede al borde del descanso de Navidad.

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