Primer código ético para informar sobre salud

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El desarrollo de este documento responde fundamentalmente a la creciente necesidad de este tipo de información. En este sentido y según el presidente del Comité Organizador del Congreso, José Manuel González Huesa, “la Declaración de Sevilla nace fruto de la demanda de la audiencia de recibir temas de salud y de las propias aspiraciones de objetividad y credibilidad de los informadores. Así consideramos que nuestra labor profesional debe asentarse sobre 10 pilares básicos: veracidad, objetividad, profesionalidad, credibilidad, respecto, confidencialidad, honestidad, independencia, autenticidad y responsabilidad”.

En los últimos años ha incrementado notablemente el espacio que los medios de comunicación dedican a los temas de salud, un campo muy diferente al del resto de informaciones. “Manejamos material sensible: la salud de las personas es algo que les hace vulnerables a los mensajes que difundimos. De hecho, quienes nos dedicamos a informar sobre la salud y los hábitos de vida saludables sabemos que la información debe ser un vehículo de educación porque, a partir de nuestras noticias, los ciudadanos toman decisiones que atañen a su bienestar”. Aún así, todavía “la calidad e interés de todas estas informaciones sigue siendo desigual entre unos medios y otros”, ha asegurado González Huesa.

POR EL BUEN CAMINO

A pesar de las dificultades que presenta el día a día –la falta de tiempo, la presión editorial o el bombardeo informativo– se puede decir que “cada vez las informaciones son más rigurosas”, ha destacado el presidente del Comité Organizador del Congreso.

Pero todavía quedan muchas cosas pendientes. Así, uno de los objetivos de la Declaración de Sevilla es plantear los nuevos retos de los informadores de la salud. “Favorecer un contacto más fluido con nuestros informadores, incrementar las oportunidades de especialización desde las facultades de periodismo y fomentar la formación continuada a lo largo de la vida profesional, crear acuerdos de cooperación con instituciones médicas o poner en marcha un observatorio específico para la evaluación del impacto de la información sanitaria en la población general son solo algunas de las acciones que consideramos necesarias para mejorar el desarrollo de nuestro trabajo y la calidad de las informaciones que reciben los ciudadanos”, ha concluido.

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