Radiografía del abandono escolar en La Rioja: alcanza casi el 15%

En La Rioja el 14,59% de los jóvenes entre 18 y 24 años tienen como máximo el título de Educación Segundaria Obligatoria y no están cursando ningún tipo de formación.

Así lo revela el estudio “Mapa del abandono educativo temprano en España” de la EFSE (Fundación Europea Sociedad y Educación), que analiza la tasa en 2020 por comunidades autónomas, por sexo, por edad o por otros factores socioeconómico, como nivel educativo de los padres, tasa de empleo y salario.

La media del país se sitúa en el 16% y, además de ser la tasa más alta de la Unión Europea, se encuentra bastante por encima de la tasa del 15% que debía conseguir España para 2020. Pese a ello, el descenso ha sido considerable, ya que en 2005 la media española se situaba por encima del 30% (en La Rioja llegó a superar el 35% en 2008)

Entre los datos que se reflejan en el estudio, llama la atención la notable diferencia de abandono en función del sexo. En La Rioja, un 21,15% de los hombres abandonan sus estudios por el 12,83% de las mujeres. También es muy significativa la relación del abandono y la nacionalidad. Mientras que los alumnos nacionales presentan un 13,98% de abandono, los extranjeros lo hacen en un 37,18% de los casos.

El éxito en la Educación Secundaria Obligatoria también es determinante. Y es que según este estudio el 71,55% abandonaron la ESO sin el título y el 9,54% dejaron su formación tras conseguir su título de la ESO.

En comparación con otras comunidades, La Rioja se sitúa en una posición intermedia pero por encima de las comunidades vecinas. Las menores tasas de abandono se registran en la cornisa cantábrica (6,51% en País Vasco; 8,94% en Asturias y 9,13% en Cantabria) mientras que las más altas se dan en el sur y los archipiélagos (25,55% en Ceuta; 22,84% en Melilla; 21,84% en Andalucía; 21,30% en Baleares y 18,66% en Murcia). Detrás de esta diversidad regional tan acusada “se encuentra sobre todo la diferencia de sus factores socioculturales y económicos, junto con la diversidad de políticas y programas aplicados”.

Este último es un factor destacado, ya que mientras comunidades como Murcia o Galicia solo poseen un programa de prevención, en otras como Extremadura son hasta 8. En concreto, La Rioja posee cinco programas de prevención: Aulas Externas (dirigido a todo el alumnado de ESO), PMAR (Programa de Mejora del Aprendizaje y del Rendimiento, para alumnos de 2º y 3º), PROA (Programa de Refuerzo, Orientación y Apoyo, para alumnos desde 5º de Primaria a 3º de Secundaria), PAGG (Programa de Adaptación Curricular en Grupo, para toda la Secundaria) y un programa específico llamado Aula de Inmersión Lingüística (AIL).

Sin embargo, no existe un programa de retorno reglado para personas que desean retomar los estudios, como sí ocurre en algunas comunidades (como el Instituto Vasco de Educación a Distancia o la Educación de Personas Adultas, ambas en País Vasco).

Un problema poliédrico

Entre las causas de este problema, el estudio apunta al fracaso escolar como el principal detonante. Un 71,44% de los alumnos que no logran obtener el título de ESO terminan abandonando su formación, frente al 9,54% de los que sí tienen éxito. También se señala que el abandono educativo temprano (AET) “se configura como un fenómeno claramente masculino, que aumenta a medida que crece la edad de los jóvenes”.

No obstante, el estudio remarca que el abandono educativo temprano es “un fenómeno complejo, multicausal y en el que interactúan factores personales (falta de motivación, percepción negativa sobre la propia capacidad, malas decisiones), factores asociados a la institución escolar (transiciones educativas, repetición, relación negativa con el profesorado, orientación insufi ciente, bullying) y factores asociados al contexto (desestructuración y problemas familiares, malas infl uencias entre iguales, pertenencia a minorías)”.

También se destaca el escaso grado de conciencia en el momento de abandonar (como muestra el alto porcentaje de arrepentimiento posterior), para lo que se plantea articular procesos de orientación educativa más eficaces, y la alta percepción de que los aprendizajes de la escuela no son útiles para la vida y que los estándares de aprendizaje superan sus capacidades.