La victoria sigue sin llegar
Era el día para olvidarse de la mala dinámica, de esa única una victoria en las últimas 17 jornadas (ya 18), del 4-0 vivido en tierras catalanas hace una semana… Era un día para recuperar el ánimo y la autoestima, para confirmar que la UD Logroñés tiene capacidad para pelear por un sitio en la Liga SmartBank… Era un día para reconciliarse con la afición, que recibió a los blanquirrojos con bengalas en la entrada a Las Gaunas… Era un día para ganar. No lo fue. Se sumó, un mal menor. Quizá pueda ser insuficiente. O no. Lo que importa son los puntos, pero tal y como se encuentra en estos momentos el equipo blanquirrojo las tablas hay que aceptarlas y pensar en los dos siguientes compromisos en una semana en la que Ponferradina y Tenerife están a la vuelta de la esquina (martes y sábado).
Al menos, se mejoró la imagen. Era complicado recaer en los errores y en la apatía manifestada contra el Espanyol. El bloque logroñés actuó con intensidad, se le vio otra manera de encarar el choque. Eso no quita para decir que fue a por la victoria desde el pitido inicial, que empujó con vehemencia y que mereció el triunfo por ocasiones y juego. No. Con Sergio Rodríguez en el banquillo (en esta categoría) ya se sabía que eso no se estila. Se volvió a la intensidad en la presión, en ajustarse para provocar que el oponente apenas genere, pero como viene siendo habitual se confió demasiado en ver qué ocurre.
Dicho esto, el planteamiento salió a la perfección cuando Andy, de penalti, marcaba a los quince minutos. Con el resultado favorable, la UD Logroñés supo controlar, más o menos, los tiempos. Sin embargo, no sirvió para encajar un tanto en una acción puntual que hizo tambalear a los blanquirrojos. Es más, Miño, salvador con un remate a bocajarro de Bermejo al poco del empate, evitó la derrota. Eso sí hubiera sido catastrófico. El Zaragoza no fue incisivo y se conformó cuando Paulino, en otra jugada aislada, se topó con el poste en un tiro lejano (y eso que aún faltaba un cuarto de hora). A partir de ese momento, ambos contendientes guardaron la ropa. No arriesgaron y dejaron pasar el tiempo dando por bueno lo obtenido en el terreno de juego.
Sergio Rodríguez, más allá de alguna modificación, no quiso revolucionar (nunca lo ha hecho esta campaña) su once, así que dio cierta continuidad a sus hombres. Apostó por una línea de cuatro atrás con los dos únicos centrales disponibles, mientras que Iago López era lateral zurdo e Iñaki se colocaba por delante. Volvía Olaetxea para acompañar a Nano Mesa, mientras que Petcoff daba equilibrio junto a Andy en la medular. Pero mientras que en Cornellá-El Prat el equipo salió desconectado, en Las Gaunas ante un rival inesperadamente directo, la UD Logroñés se mostró concentrada para saber aguantar durante los primeros instantes el aparente intento del Zaragoza por combinar y domar la pelota, para después ir adelantando las líneas, llegar por el perfil zurdo y provocar un primer remate, libre de marca, de Paulino que el VAR convirtió en penalti de Jair Jr. a Nano Mesa.
Mientras el cántabro se lamentaba del error, clamoroso, el colegiado veía en el televisor el pisotón del central maño sobre el delantero blanquirrojo y Andy, con su habitual templanza, engañaba desde los once metros a Cristian Álvarez para hacer el 1-0 al cuarto de hora. La reacción visitante fue inmediata ante un bloque riojano que retrocedió unos metros. Así que los de Juan Ignacio Martínez (JIM) ganaron metros para meter el miedo con un remate de Narváez después de un córner. La pelota era de los maños, por lo que a los logroñeses les quedaba enfriar el ritmo, dar pausa y no cometer errores de los que lamentarse.
No se sufría y la intención era no acostumbrarse a estar en campo propio achicando balones. Durante bastantes minutos no fue el caso porque el orden y la intensidad defensiva para evitar que los aragoneses jugaran por dentro facilitaba el aparente control de los tiempos. Nano Mesa se ‘dormía’ donde no debía y permitió una falta peligrosa que Zapater golpeó en la barrera en las postrimerías de una primera mitad condicionada por el gol favorable de los blanquirrojos desde los once metros.
Poco variaba la tónica tras el paso por los vestuarios gracias a la persistencia de la UD Logroñés a la hora de robar el cuero, de incomodar a su oponente e impedir que juegue con soltura. Eso generaba opciones para montar contragolpes como el que culminó Nano Mesa, de tacón, tras un centro raso de Iñaki y remate, trastabillado, de Paulino. Suficiente para que el Zaragoza no carburara, le costara combinar con criterio y no supiera muy bien cómo encontrar el camino del empate. Pero cuando más asentado estaba el cuadro riojano Zapater creyó en sus posibilidades, la puso desde la derecha y Narváez viniendo desde atrás y anticipándose a Medina lograba las tablas.
Con el 1-1 regresaron las dudas y los miedos en el bando local. De un saque de banda, Alegría supo girarse, centró raso y Bermejo, a bocajarro, remató para encontrarse con el pie derecho de Miño que salvaba a los suyos de la debacle. Sergio Rodríguez seguía sin mover ficha, mientras su equipo recuperaba la compostura con un tiro de Paulino seco que se iba al poste por fuera. Además, el conjunto maño facilitaba el respiro de los locales con un fútbol más directo que no beneficiaba a los de JIM. Leo Ruiz suplía al tocado Nano Mesa para un arreón final de los anfitriones que no se llegó, a excepción de un par de saques de esquina. Tampoco se buscaron otras cosas diferentes desde el banquillo (sólo dos modificaciones tardías y hombre por hombre), lo cual indicaba que el punto era bueno, puesto que otra jornada más la UD Logroñés seguirá libre del descenso.
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