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De Logroño a Barcelona para presidir una mesa electoral en mitad de la pandemia

De Logroño a Barcelona para presidir una mesa electoral en mitad de la pandemia

Rioja2

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Ángel Cruz dejó su vida en Barcelona este verano para comenzar de cero en Logroño. Aunque no fue fácil, el club de fútbol Valle del Ebro le acogió y ahora entrena al equipo Juvenil y colabora con ellos en todo lo que puede: “me lo han puesto muy fácil”, recalca agradecido en varias ocasiones.

Sin embargo, todavía no se había empadronado en la capital riojana para cuando se convocaron las elecciones catalanas. “Mi madre me llamó un día que me había llegado una carta y que estaba convocado a participar en una mesa electoral”. Recuerda que intentó explicar su situación para tratar de presentar alegaciones pero fue imposible y tuvo que viajar a Barcelona para ser el presidente de una mesa del colegio Calderón de la Barca.

“No entiendo que se hayan celebrado estas elecciones, no tiene sentido que puedan ir a votar positivos mientras todo está cerrado, no me parece bien”, se queja este Ángel Cruz, que recalca que “estuvimos 14 horas y nadie nos ofreció ni agua”.

Estas elecciones tenían algo más de histórico que la propia votación y los EPI quitaban el protagonismo a las papeletas. Además de las explicaciones habituales para formar parte de una mesa electoral, a primera hora les entregaron todo lo necesario para protegerse entre las 19 y las 20 horas, cuando los positivos y sus contactos estrechos podían saltarse la cuarentena para ejercer su derecho al voto.

En ese periodo de tiempo solo dos personas fueron a votar en la mesa que presidía este vecino de Logroño: “por respeto no vas a preguntatar si son positivo, siempre queda la duda de si lo son o vienen a votar porque se han despistado con la hora; pero íbamos bien protegidos”.

Ángel Cruz destaca el respeto a las medidas de seguridad durante la jornada electoral. Había dos personas de Sanidad en la puerta, controlando que se cumpliera en todo momento la distancia de seguridad y el lavado de manos con gel hidroalcohólico.

A la mesa de este joven acudieron todos los convocados, pero sí vió como en otras mesas no respondían al teléfono cuando se les llamaba y tenía que quedarse el suplente. Aunque alguno de sus compañeros era mayor, entre ellos reinó durante todo el día una tranquilidad con sabor a resignación: “no podemos hacer nada, así que vamos a protegernos bien y que todo salga bien”.

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