“Ahora no cabe pensar en desplazamientos en Semana Santa o en grandes festividades”

"Ahora no cabe pensar en desplazamientos en Semana Santa o en grandes festividades"

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Ha pasado más de una semana desde las restricciones que cerraron toda actividad no esencial en La Rioja y, muy poco a poco, van notándose sus efectos. La Rioja sigue en riesgo extremo, pero la incidencia acumulada crece a menos velocidad e incluso baja ligeramente. Eso sí, todavía quedan al menos dos semanas para que la situación pueda llegar a estabilizarse. El riesgo es extremo y de ahí las restricciones impuestas. El director general de Salud Pública, Pello Latasa, alerta de que todavía queda un largo camino por recorrer en la batalla contra el virus. De momento, nada de pensar en viajes en Semana Santa.

¿Cuál es la situación epidemiológica de La Rioja a día de hoy?

La situación es muy desfavorable. Todavía no hemos llegado a mejorar. Es cierto que la velocidad de crecimiento se ha reducido, puede que estemos reduciendo en algo la incidencia pero todavía está en niveles excesivamente altos. El objetivo es por encima de 25 casos por 100.000 habitantes, pero ahora estamos por encima de 1.000.

El impacto que produce la enfermedad en la incidencia es un impacto que luego va a producir en la presión asistencial y luego en los fallecimientos. Lo vamos a ver como curvas seguidas la una de la otra. Aunque la incidencia acumulada esté dando signos de reducirse, no de mejorar, hasta que no estemos en el nivel más bajo, en el verde, no se puede hablar de que los datos sean buenos.

Lo cierto es que las medidas tienen que ser proporcionales al nivel de riesgo que hay, y en estos momentos es el más extremo. No hemos tenido antes, en todos los registros, unas incidencias tan elevadas como las que tenemos ahora. Entonces las medidas que tomemos tienen que ser las más duras que hayamos tomado hasta ahora. La gente está muy cansada, pero nuestro papel como administración y como gobierno es facilitar que la gente pueda llevar a cabo con la máxima normalidad posible sus actividades básicas de la vida diaria y para ello eliminamos la máxima cantidad de riesgos posibles. Si los riesgos están en espacios cerrados, vamos a por los espacios cerrados, y así evitar que la gente esté pensando si tiene riesgo allí.

Cuando la transmisión comunitaria es sostenida y generalizada, cualquier lugar donde se junte más de una persona es un lugar donde puede haber un riesgo de transmisión, por eso estamos con estas medidas. Esperamos que surtan pronto efecto. Se tarda entre 8 y 10 días en ver los efectos en la incidencia, en la hospitalización, una semana o 10 días más y en cuidados críticos otra semana o 10 días más. Ahora mismo nuestro principal talón de Aquiles son los cuidados críticos, no sólo por la dificultad de los pacientes sino también por la cantidad de personal que requiere esta unidad.

¿Que habría pasado de no tomar estas medidas?

Es difícil de saber. Sí que sabemos que cada vez que ponemos una medida baja la incidencia y cuando la levantamos, sube. Las medidas se pusieron hace algo más de una semana y parece que ya están dando algun resultado en la incidencia, reduciendo la velocidad de crecimiento y un poquito la incidencia. Para salir de la zona negra aún faltan unos cuantos días para que veamos ese impacto en la parte hospitalaria y unos cuantos días más en los cuidados críticos.

Si se esperaba la tercera ola después de Navidad, ¿por qué no se cerró antes?

Los motivos que hicieron que se tomasen esas medidas siguen ahí. Ha sido un año muy difícil, la gente ha estado lejos de sus seres queridos y se valoró que era necesario un cierto nivel de respiro, siempre con unas medidas de prevención. Probablemente si estas medidas de prevención hubiesen estado operativas, el incremento de la incidencia no hubiese sido tan alto como el que hemos visto. No son tanto las medidas de Navidades como las medidas de prevención que se dejaron de adoptar.

Yo creo que una de las claves también es ver a las comunidades que sí dieron un giro y cerraron, como la Comunidad Valenciana, que fue más restrictiva y no se ha salvado de la tercera ola y otras como País Vasco o Navarra, que no cerraron del todo y su situación es diferente a la nuestra. Las medidas tienen que ser entendidas en un contexto.

Estas restricciones se mantendrán, por ahora hasta el 23 de febrero. ¿Cómo sería una hipotética desescalada?

Siempre intentamos que las medidas sean parejas a nuestro nivel de riesgo. Nuestra intención es, de algún modo, mantener la incidencia en niveles controlables y también la presión asistencial, e iremos adaptando las medidas a cada escenario. Lo ideal es que las alertas suenen cuando los indicadores más sensibles se disparan y que las alertas se desactiven cuando los indicadores más resistentes bajan. Si el número de casos diarios, la incidencia acumulada a 14 o 7 días o la positividad se disparan rápido, valoraremos nuevas medidas, y las adecuaremos al siguiente escenario de riesgo mirando a los indicadores más resistentes, que son la presión sobre cuidados críticos.

“Es posible que tengamos otra ola antes del verano”

¿Por qué La Rioja ha estado a la cabeza en las tres olas?

Es necesario ver todos los datos en conjunto. Tenemos varias fuentes de información que nos dicen que hemos estado a la cabeza de algunas cosas, pero no de otras. Por ejemplo, el estudio de seroprevalencia nos muestra que el nivel de circulación de virus en La Rioja no ha sido tan elevado como la incidencia acumulada. Sí es cierto que hemos estado a la cabeza en incidencia acumulada, probablemente sea porque detectamos mucho, pero no en seroprevalencia, que es el método más objetivo posible para ver el nivel de circulación entre la población.

¿Hay que salvar la Semana Santa?

Hay que pensar en lo que la gente necesita, pero tenemos que conseguir que la gente pueda vivir su vida de la forma más segura posible. En estos momentos no cabe pensar en desplazamientos en Semana Santa o en grandes festividades. Veremos cómo es la situación cuando se acerque la fecha, los efectos que tiene la vacuna en la población. Las medidas están para ser adaptadas, no vamos a estar siempre así.

¿Y cómo se ve el horizonte del verano?

No se puede concretar nada, pero por el comportamiento del virus, es posible que tengamos otra ola antes del verano. Así como sabíamos con mucha certeza que enero iba a ser un mes difícil, tampoco sabemos con mucha certeza esa ola cómo va a ser o cuál va a ser su magnitud. Todas las olas han tenido características diferentes, aunque parezca que hemos tropezado tres veces con el mismo virus, la realidad es que se ha propagado por medios diferentes, hemos conseguido controlarlo con instrumentos diferentes y ha tenido impactos y vías de transmisión muy diferentes en las tres ocasiones.

¿Esperaba que esta pandemia fuera tan larga?

Han pasado muchas cosas inesperadas, no solo la duración, sino también que muchas de las estructuras y marcos conceptuales que teníamos han saltado por los aires. Ahora mismo tenemos los hospitales y el servicio asistencial haciendo actividad de salud pública y tenemos a la salud pública haciendo actividades asistenciales. Todos los marcos se han roto y esta pandemia nos ha ayudado a desdibujar esa rigidez con la que veníamos trabajando hasta ahora para trabajar en un terreno volátil y también en el marco jurídico. Para controlar una pandemia, es importante la comunicación, el bueno gobierno y el marco jurídico seguro. Es muy difícil, cuanto mayor es el riesgo tenemos que cambiar el marco jurídico, lo que nos lleva a terrenos desconocidos.

Cada parte de la pandemia ha tenido su motor de transmisión y son bastante diferentes. Siempre que la pandemia nos ha dejado en evidencia, nos ha permitido aprender de los errores. Nadie se esperaba que esto fuera tan largo, pero es que nadie se esperaba que una cosa así viniese.

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