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Atención, compañía y seguridad para que los temporeros “se sientan uno más en Logroño”

Atención, compañía y seguridad para que los temporeros "se sientan uno más en Logroño"

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Estos días llegan hasta La Rioja cientos de personas de diferentes lugares del mundo con la esperanza de trabajar en la campaña de vendimia. Los más afortunados llegan con un contrato de trabajo y un techo en el que alojarse; los menos, solo tienen sus objetos personales y toda la incertidumbre posible, multiplicada este año por la situación de crisis sanitaria.

El polideportivo universitario es una alternativa para algunos de ellos. Allí se ha instalado el dispositivo de atención para temporeros sin contrato de trabajo que ofrece el Ayuntamiento de Logroño, coordinado con la Consejería de Salud, y con la colaboración de varias entidades sociales, entre ellas Cáritas Diocesana. Nájera, Fuenmayor y Alfaro también tienen dispositivos similares para alojar a estas personas que están buscando trabajo.

Esta instalación ofrece todos los servicios de manera centralizada. Los temporeros tienen consignas para guardar sus equipajes, hay un registro de entrada, una carpa en la que se les realizan pruebas PCR, una carpa que permite aislar a los positivos, vestuarios con aseos y duchas, servicio de comedor y 105 camas en las que podes descansar.

La cara amable del dispositivo

La preocupación, el miedo y la situación de desprotección que inevitablemente sienten se difuminan a en este lugar gracias a la ayuda de los voluntarios. “Somos la cara amable del dispositivo”, señala Marcos Montoya, el técnico responsable de Cáritas. Después de una jornada difícil, los voluntarios les acompañan y les ofrece un “¿como estás?” en el que apoyarse: “aunque no nos la puedan ver por la mascarilla, sienten nuestras sonrisas”.

Sin embargo, lamentan fallos del dispositivo debido a la falta de responsabilidad de algunos empleadores. “Hay días que llegan al polideportivo temporeros que sabes que están trabajando y a los que el agricultor no le está dando alojamiento ni lo está protegiendo como debe”, han detectado, lo que resta plazas para las personas que buscan trabajo, a quienes está dirigido el dispositivo.

“Espero que algunas medidas que se han implantado este año por la pandemia se queden para siempre”, pide Marcos Montoya “para dignificar esta acogida”. En este sentido, destaca que este año todas las camas tengan somieres, que las sábanas se laven diariamente, que haya un registro de entrada para tener un censo de quienes están alojados o que se establezca un tiempo máximo de estancia de 15 días para impulsar la búsqueda de empleo.

Más voluntarios jóvenes

La situación provocada por el coronavirus también ha cambiado el perfil de los voluntarios de Cáritas. Hasta ahora, solían ser personas mayores, jubiladas y, por tanto, más vulnerables ante el virus. Por eso, la organización hizo un llamamiento a los jóvenes que tuvo buena respuesta, aunque todavía necesitan más: “cualquier persona con ganas, motivación y tiempo puede venir a ayudar”.

Sara Narro es una ellas. Recién graduada en Trabajo Social, pensó que este año su ayuda podía ser necesaria. Junto a sus compañeros, les entregan sábanas, les acompañan hasta la cama, evitan aglomeraciones en las duchas o en el comedor y les ofrecen atención social. “Es fundamental porque aunque se han adaptado y llevan bien estar aquí, muchos están desmotivados”, señala Sara, que ve como muchos no encuentran trabajo.

Esta joven voluntaria destaca la importancia de promover la integración social entre los temporeros, “que se sientan un ciudadano más dentro de Logroño”. Por eso, subraya la seguridad y el acompañamiento que se ofrece en el dispositivo: “tienen problemas, pero llegan aquí y pueden hablar con gente con las mismas preocupaciones, se ayudan entre ellos”.

Para Sara, ha sido “impactante ver a tanta gente durmiendo en el polideportivo” pero también gratificante “porque sabes que están atendidos”. Es difícil quedarse con una historia, pero esta voluntaria de Cáritas recuerda el testimonio con una mujer, la única que ha conocido hasta ahora: “Nos contaba sus preocupaciones, el tiempo que lleva sin ver a sus hijos, pero decía que ella es feliz cuando está trabajando. Es una luchadora”.

Todavía quedan semanas de vendimia, semanas en las que Logroño seguirá recibiendo personas que llegarán a probar suerte. Vendrán con miedos e incertidumbres que no ha traído el coronavirus, sino que se repiten cada año en los albergues y en las calles.

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