Ingresó por coronavirus con 40 años: “mi miedo era pensar a cuánta gente había tocado sin querer”

Rioja2

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“La media de edad está bajando y eso está demostrando que la edad no es un obstáculo para este virus. Seguimos pensando en las cifras de marzo, cuando quienes ingresaban eran los mayores. Tenemos que cambiar el chip”. María sabe bien de lo que habla; a sus 40 años, ella y su marido estuvieron hospitalizados -una semana ella y 12 días él- cuando el coronavirus empezaba a golpear con fuerza nuestra región.

Desde febrero, “cuando la pandemia solo aparecía en televisión como algo muy lejano”, comenzó con “fiebre alta, una tos fuera de lo normal, dificultad para respirar y agotamiento extremo”. Le diagnosticaron una faringitis aguda, como las que solía tener de manera estacional, pero esta vez los medicamentos empeoraban sus síntomas.

“Creía que me había roto una costilla”

“En marzo acudí a Urgencias porque pensaba que me había roto una costilla”. Sin embargo, los médicos ya comenzaron a sospechar de que aquello podía tratarse del Covid-19 aunque entonces todavía los protocolos no se habían activado.

El 13 de marzo, horas antes de que el presidente Pedro Sánchez anunciara el comienzo del Estado de Alarma, María y Jorge, su marido, ambos con 40 años y sin patologías previas, ingresan en planta en el Hospital a causa de sendas neumonías provocadas por este desconocido virus.

María no puede evitar emocionarse cuando recuerda aquellos días en el hospital. Una mezcla de sentimientos entre el miedo y la seguridad de estar bien cuidado, la soledad y la compañía de los sanitarios. “Es muy duro”, subraya.

“¿A cuánta gente he podido tocar sin querer? Ese era mi miedo”

Agradece el apoyo y la profesionalidad con la que le trataron todos, “médicos, enfermeros, personal de limpieza... del primero al último”. “Mi familia con mascarilla”, como decía ella. Aunque solo podía verles los ojos, María asegura que recibía de los médicos la seguridad de que su vida no estaba en juego, de que estaba mejorando. Sin embargo, a través de la televisión, veía cómo aumentaban los casos y los fallecidos “y duele, porque te ha tocado a ti que eres joven, ¿pero y si le toca a mi madre? ¿y si le toca a mi abuela?”.

Quiere transmitir aquellos momentos en los que convivió con el miedo en una habitación del hospital para que la gente se conciencie: “Yo no pensaba en mí, pensaba en los de alrededor, en la gente con la que había estado en el autobús, en mi lugar de trabajo, en la calle. ¿A cuanta gente he podido tocar sin querer?, pensaba”.

Tampoco los jóvenes se libran de las secuelas y, tras varias pruebas en las consultas post-Covid, a María le han observado un pequeño derrame pleural: “no es grave pero no me permite hacer una vida completamente normal”.

Piden concienciación

Por eso, este matrimonio vive la vuelta a la nueva normalidad con “cierta rabia”. “Veo a grupos, no solo jóvenes, que no tienen la concienciación de que ese contacto que tienen con alguien puede repercutir a un tercero o a un cuarto”, señala María. “Nos gustaría decirles: echa una mano a los tuyos, súbete la mascarilla”.

“Cada uno es libre de pensar que esto es grave o no es grave, pero tenemos que frenarlo, vamos hacer lo que nos dicen y romper la cadena”, pide esta afectada por el coronavirus. “No necesitamos ver imágenes de UCI como se dice por ahí, necesitamos saber que hay gente que acude ahí, tenga la edad que tenga”.

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