El Cubo del Revellín libra una nueva batalla: el coronavirus

El Cubo del Revellín libra una nueva batalla: el coronavirus

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Sus recios muros, su estructura defensiva y su emplazamiento privilegiado han hecho del cubo del Revellín un testigo mudo de la historia de Logroño. Sus piedras y sus paredes han soportado el paso del tiempo y también batallas de todo tipo que van desde el asedio de los franceses a la virulencia de enfermedades, o desde la peste del siglo XVI a la actual pandemia del coronavirus.

Precisamente, este emblemático edificio se ha preparados los últimos meses para, tras el confinamiento, abrir sus puertas de nuevo a la memoria de la ciudad.

Tras la situación provocada por la crisis sanitaria del coronavirus, el cubo del Revellín ha vuelto a ofrecer sus visitas a los turistas tanto nacionales como internacionales, especialmente franceses y alemanes, aunque en esta ocasión, lo ha hecho con todas las medidas de seguridad.

Los visitantes que se acerquen a este tramo de las murallas logroñesas deberán cumplimentar las medidas establecidas como el uso de hidrogel, uso obligatorio de mascarilla, distanciamiento social y aforo restringido dependiendo de cada espacio, antes de acceder a la visita. Dada la situación, se han desarrollado además una serie de códigos QR en español, inglés y francés, como sustitutivo de los habituales folletos que explican el recorrido.

Recorrido por la historia

Una vez los visitantes son recepcionados e informados de las medidas da comienzo este recorrido por la historia de Logroño. Como ha explicado Luis Collado, guía histórico del cubo, “la visita comienza con una explicación histórica de la evolución de las murallas y de la propia ciudad de Logroño a través de los siglos, además de una pequeña pieza audiovisual con la cronología de Valbuena y otras edificaciones como el Palacio de la Inquisición”.

Con su característica forma circular, este cubo artillero presenta una triple plataforma siendo la primera planta este inicio de la exposición. Desde ella, se pueden aún ver los orificios por los que se disparaba la munición.

Los visitantes continúan este recorrido ascendiendo al adarve, que hace accesible la línea superior de tiro en la que se habilitaban cañoneras y desde donde se puede observar la fortificación desde cierta altura.

Siguiendo el recorrido por el patio, queda reflejado uno de los episodios históricos más negros de la ciudad y que está en consonancia con nuestra propia actualidad: los vestigios de una enfermedad, en aquella época la peste, que asoló la ciudad durante el siglo XVI causando la muerte de hasta uno de cada cinco logroñeses, según ha explicado Collado.

Este hecho fue descubierto gracias a las excavaciones en el actual parking municipal 'Revellín', en las que se encontraron los restos de las personas afectadas por la enfermedad.

Desde este patio se accede además al siguiente espacio expositivo, un pasillo totalmente recubierto de madera, “para diferenciarlo de la estructura natural de la formación”, en el que se puede observar el papel que la Inquisición tuvo en Logroño.

En este espacio se encuentra además un escudo de la ciudad tallado en piedra y datado del siglo XVI, que contiene los ornamentos otorgados a la ciudad debido a su lucha contra el asedio francés, que, posteriormente, ha dado lugar a las fiestas de San Bernabé.

Continuando la exposición se da paso a la sala de proyección de la muralla norte, en la que se puede observar un vídeo con la historia del Revellín. A continuación, a través del corredor de acceso, el cual mantiene su estructura original, se accede a otra sala de proyección. En ella, se encuentra la galería inferior de tiro con su característica bóveda plana.

Finalmente, desde la parte exterior del cubo, se puede además observar aún la Puerta del Camino de Santiago, tan presente en la historia de la muralla, y lo que se ha podido excavar para vislumbrar el foso, elemento clave de defensa en los asedios.

Recuperación del turismo nacional

Aquellos visitantes que quieran disfrutar de esta atracción, podrán hacerlo con una visita libre individual o con visitas guiadas en grupo de entre cinco y quince personas. Durante el año pasado, fueron más de treinta mil los turistas que recorrieron este espacio y, a pesar de que “se ha notado un leve descenso en la afluencia de gente, el turismo nacional sigue funcionando” en el cubo del Revellín, según ha manifestado el guía histórico.

“Este es un punto tan especial para Logroño porque es un hito patrimonial e histórico, uno de los pocos restos de la muralla que se conserva en muy buen estado, además, simboliza el asedio francés que forma parte de la identidad de la ciudad”, ha concluido Luis Collado.

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