Los bosques riojanos almacenan 12,2 millones de toneladas de carbono

Los bosques riojanos almacenan 12,2 millones de toneladas de carbono

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Los bosques de La Rioja almacenan en la actualidad 12,2 millones de toneladas de carbono que, de otra forma, estaría libre en la atmósfera. Estos datos, extraídos del IV Inventario Forestal Nacional, ponen de relieve el papel esencial que juegan nuestras masas forestales en la lucha contra el cambio climático y la importancia de una gestión forestal sostenible que mantenga las masas en óptimas condiciones y evite su degradación por competencia excesiva, por plagas, incendios, etc.

En La Rioja, algo más de una de cada tres hectáreas de terreno riojano está cubierto de árboles, y esas masas arboladas son una de las mejores herramientas que tenemos para combatir el calentamiento global. Los árboles tienen la capacidad de absorber el dióxido de carbono presente en la atmósfera e incorporarlo a través de la fotosíntesis a su estructura. Así, los bosques riojanos encierran en sus troncos, ramas, hojas y raíces un total de 12.208.681 toneladas de CO2.

Para que las masas forestales puedan seguir desempeñando esta función en óptimas condiciones, el Gobierno de La Rioja, a través de la Dirección General de Biodiversidad, viene desarrollando una gestión forestal sostenible orientada a potenciar y mantener las funciones protectoras y productoras del bosque, tanto como fuente de productos renovables y sostenibles para la bioeconomía (madera, leñas, biomasa, setas, etc), como por su importantísimo papel en el control de la erosión, la regulación del ciclo hídrico, la conservación de la biodiversidad, lugares de esparcimiento saludables, así como en la captura de carbono.

La formación arbolada que más carbono tiene almacenado en La Rioja son los hayedos, con un 26 por ciento, seguidos de los pinares de pino silvestre y los rebollares. Atendiendo al estocaje por hectárea, también hayedos y pinares de silvestre son las formaciones más importantes, con más de 126 y 92 toneladas por hectárea respectivamente de almacenaje de carbono.

La defensa de la propiedad, la actividad repobladora de la administración medioambiental riojana y también el abandono de otros usos han permitido que desde el primer Inventario Forestal Nacional, de finales de los sesenta, al actual, los bosques riojanos hayan pasado de representar poco más del 18 por ciento de la superficie regional con 92.590 hectáreas, a ocupar 176.826 hectáreas, el 35 por cien del suelo de la comunidad.

Además de incrementar la proporción de bosques para desarrollar todo su potencial como sumideros de carbono, la gestión forestal sostenible permite mantener la densidad óptima de árboles con el fin de no compitan en exceso entre ellos y así las masas puedan crecer en condiciones saludables. Esto se realiza mediante cortas basadas en los principios de la ciencia forestal, a través una silvicultura planificada, que aprovechan el exceso de la masa poniéndola a disposición de la sociedad en forma de madera, leña o biomasa.

La gestión forestal sostenible también contribuye a defender las masas de bosque de sus principales amenazas: los incendios, las plagas y el abandono. Para ello durante todo el año se realizan tratamientos selvícolas como podas, cortas de saneamiento, limpieza de cortafuegos, etc.

Cuando un árbol se pudre o se quema, ese CO2 se vuelve a liberar de nuevo a la atmósfera. Por eso, la lucha contra las plagas y los incendios forestales son otras de las mejores formas de mitigar el cambio climático. La Consejería de Sostenibilidad y Transición Ecológica destina cada año a la lucha contra el fuego cerca de 8,5 millones de euros, de los que5,7 millones se dedican precisamente a labores de prevención en los montes.

La transformación de los árboles en productos como la madera para la construcción y muebles, y en nuevos productos fruto de la investigación como textiles fabricados con fibra de madera o bioplásticos, no supone en sí misma una liberación de carbono a la atmósfera, sino que el carbono fijado por la masa forestal permanece en los productos derivados del bosque a lo largo de su vida útil.

Un metro cúbico de madera utilizado en la construcción, muebles, etc. almacena 1 tonelada de CO2 y evita entre 1,5 y 3,5 toneladas de emisiones de CO2 respecto al hormigón o el acero.

La madera está llamada a desempeñar un papel clave en la transformación de la economía actual, basada en materiales y energías fósiles con gran emisión de CO2, a una bioeconomía baja en carbono sustentada en materiales y energías naturales y renovables.

De ahí que el impulso a los productos de la madera sea uno de los retos que debe asumir conjuntamente la administración y los propios consumidores, ya que a la hora de elegir estos productos estamos contribuyendo a la mitigación del cambio climático, sin contar los múltiples beneficios que estos productos naturales tienen para nuestra salud y bienestar.

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