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El Gobierno de La Rioja intensificará el control sobre el fuego bacteriano

El Gobierno de La Rioja intensificará el control sobre el fuego bacteriano

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La Consejería de Agricultura, Ganadería, Mundo Rural, Territorio y Población intensificará en la campaña 2020 las prospecciones de fuego bacteriano en las principales zonas de foco de la enfermedad en La Rioja, con ayuda de los agricultores, para identificar las áreas más vulnerables.

La consejera, Eva Hita, expuso así el esfuerzo de la Administración y el sector para hacer frente al fuego bacteriano -la enfermedad más grave que afecta a los frutales de pepita- en la XII Jornada Agrícola de Entrena, celebrada este lunes, en la que también se abordó las posibilidades de adaptación del viñedo a la crisis climática.

Hita incidió en la importancia de “‘actuar a una’ para poder prevenir y convivir con el fuego bacteriano que amenaza la rentabilidad de las explotaciones por su carácter altamente contagioso, su rápida expansión y su difícil control y para el que no existe tratamiento curativo”.

En el Año Internacional de la Sanidad Vegetal declarado por la FAO, la consejera subrayó que “proteger las plantas de plagas y enfermedades es mucho más rentable que hacer frente a las emergencias fitosanitarias a gran escala y es nuestra manera de garantizar los alimentos de calidad”.

En Entrena, donde la enfermedad se manifestó en La Rioja por vez primera en el año 2000, Hita enfatizó que “ahora es el momento de reducir el patógeno quitando las ramas infectadas. Es el momento de prepararnos para cuando lleguen las fases más receptivas en la floración y con las condiciones ambientales más favorables para la aparición y difusión de la enfermedad. Es el momento de minimizar la epidemiología. Y, desde la Administración, sin duda, nos comprometemos en reforzar la vigilancia en esta campaña 2020”.

La consejera puso de ejemplo a Entrena como “municipio modélico en el grado de concienciación de sus agricultores y en el trabajo de todo el sector para hacer frente al fuego bacteriano”. Respaldó también la iniciativa del Ayuntamiento de la localidad, pionero en La Rioja en habilitar parcelas para efectuar la quema de los árboles afectados por fuego bacteriano para evitar que se dejen en la parcela las ramas sin quemar, aunque la recomendación primera es que las quemas se realicen en la parcela afectada para evitar el movimiento de vegetal contaminado.

La técnico de la Sección de Protección de Cultivos de la Consejería de Agricultura, Felisa Ezquerro, hizo referencia en esta jornada a las obligaciones a las que están sujetos los agricultores en La Rioja, comunidad que salió del estatus de zona protegida al declararse establecida la enfermedad en 2012.

Así, el agricultor “debe arrancar y destruir el material infectado sin necesidad de análisis que lo confirme. Se deben cortar y destruir las partes de la planta con síntomas mediante un corte al menos a 40 centímetros del límite visible de la infección y proceder a la desinfección inmediata. Hay que comunicar, asimismo, a la Consejería la existencia de vegetales con síntomas”.

Adicionalmente a los tratamientos preventivos, la técnico detalló las recomendaciones generales que ayudan a minimizar la enfermedad como “la disminución del abonado nitrogenado para disminuir el vigor de la planta, el control de las floraciones secundarias, la eliminación de los árboles afectados, la desinfección de las herramientas de poda, intentar evitar la poda en verde y evitar la humedad excesiva”.

El viñedo ante el cambio climático

Por su parte, el Jefe de Servicio de Investigación Agraria y Sanidad Vegetal y vicedirector del Instituto de Ciencias de la Vid y el Vino, Enrique García-Escudero, se refirió a otro reto igualmente prioritario: la viticultura ante un contexto climático cambiante.

En este marco, detalló, “la temperatura experimenta una tendencia alcista, con olas de calor más frecuentes y de mayor duración, y se produce un reparto de precipitaciones más irregular; normalmente asociados a eventos climáticos extremos”. Y su impacto en la producción vitícola ya se ha hecho notar.

Entre las consecuencias figura “el incremento de los problemas de erosión, el reto del aprovechamiento del agua y la modificación del desarrollo, evolución e implantación de plagas y enfermedades”.

García-Escudero argumentó “el desplazamiento de las zonas tradicionales de cultivo hacia nuevas regiones frías, un favorecimiento de las regiones septentrionales y atlánticas ante la nueva realidad climática y una situación preocupante para las regiones meridionales o de componente mediterráneo”.

“Cada vez será más intenso el desfase entre la madurez tecnológica y fenólica. La uva alcanza unos niveles elevados y no deseados de azúcares, potasio y pH, así como disminución de acidez. Se dificulta también la acumulación equilibrada de antocianos, taninos y compuestos aromáticos”, apuntó.

“Sin menoscabo de nuestro compromiso por mitigar las causas que generan la crisis climática” –aseguró- “la apuesta más firme pasa por establecer las medidas de adaptación en el viñedo y en la bodega al cambio climático, pudiendo actuar en la localización del viñedo, el material vegetal, el manejo adecuado de las técnicas de cultivo y las medidas correctoras en bodega”.

Ante la exploración de nuevos territorios de potencial vitícola, García-Escudero aseguró que “nos interesa más tomar medidas en nuestro entorno más próximo, pasando por un conocimiento exhaustivo del medio. Tiene que ver mucho con el terroir, la tipicidad original e identificable. Y la zonificación es un tratamiento científico, técnico y transversal del terroir”.

En este punto defendió también las posibilidades que ofrece la denominación de origen: “Abogo por la oportunidad del modelo de Rioja, como mezcla de variedades que hay que seguir explotando, manteniendo la tipicidad”.

García-Escudero concluyó que “el modelo de producción basado en la viticultura sostenible es el contexto oportuno y adecuado para adaptar el viñedo a la crisis climática a la que nos enfrentamos y para preservar la biodiversidad”.

En este punto, la directora general de Agricultura y Ganadería, María Jesús Miñana, afirmó que en el contexto de la nueva Política Agrícola Común, “hablamos de una sostenibilidad agronómica, económica y social. La sociedad espera de los agricultores que incorporen medidas que mitiguen el cambio climático y favorezcan la adaptación de los cultivos a la nueva realidad climática. Debemos aprovechar este reto para visibilizar socialmente a los agricultores como lo que son: actores frente al cambio climático y conservadores de la biodiversidad”.

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