Música para aceptar la vida: el proyecto de la unidad de cuidados paliativos de La Rioja

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Abren la puerta de una de las habitaciones de la unidad de cuidados paliativos del Hospital General de La Rioja. Una bata blanca, pero esta vez no entran para cambiar el suero, auscultar el pecho o dejar una dosis de pastillas. Esta vez trae una guitarra.

Después de hablar un rato de música, salta la primera confesión: “Yo podría haber sido un cantante famoso pero se truncó”, dice el paciente. Entonces, este y el músico de la bata blanca comienzan a cantar juntos: “Por el camino verde, camino verde, que va a la ermita” y explota un momento emocionante que hace olvidarse de todo desde la cama del hospital.

La nieta del paciente no puede evitar que se le caigan las lágrimas y la mujer se gira hacia la ventana para que no la vean llorar. La música acaba de ser una vía de escape para él y, por un momento, le ha ayudado a sostener su enfermedad, en este caso, un cáncer.

Música para aceptar la vida

Este es solo uno de los momentos que ha vivido José Ramos como musicoterapeuta con los enfermos de paliativos de La Rioja. Él entiende las sesiones como la manera de que la música que ha marcado sus vidas ayude a los pacientes “a sostener el dolor y a procesar ciertos temas, a cerrar otros, a aceptar la vida”.

Cada visita es distinta. “Lo primero es escuchar al paciente y según como se encuentre, se actúa de una manera u otra; por ejemplo, si el paciente está tranquilo, funcionará una relajación, una especie de baño sonoro”, explica Ramos. La comunicación entre el musicoterapeuta y el usuario es fundamental durante toda la sesión: “la música les lleva a recuerdos, te cuentan una vivencia, empiezan a cantar contigo..

José Ramos también subraya la importancia de la comunicación no verbal durante sus visitas: “Hay gente que le cuesta mucho comunicarse con palabras y para eso están las miradas, las sonrisas, las lágrimas, que salen en sesión mediante los instrumentos”.

La bolsa de tela que lleva este musicoterapeuta al hombro guarda cada día instrumentos nuevos, normalmente sencillos de tocar y de percusión, como las claves y el xilófono, para que los pacientes acompañen a su guitarra.

En la última parte de las sesiones, que suelen durar unos 30 minutos, los usuarios valoran, de forma amena qué ha sido para ellos la sesión, lo que les ha gustado y lo que no. “Es el momento de cerrar algún tema si quieren o de agradecer algo”, señala José Ramos.

La musicoterapia no la acaban de inventar

La musicoterapia no es algo nuevo, pero todavía se considera innovación porque no está incluida en la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud.En la Antigüedad, cuando a un enfermo le picaba un bicho y tenían veneno en el cuerpo, llegaban los músicos y el enfermo se ponía a bailar para sudar esas toxinas”, cuenta José Ramos, que apunta también que España fue pionera en introducir esta disciplina en los años 60 con la doctora Serafina Poch.

Luego se empezaron a establecer diferentes másteres para hacerlo oficial aquí y poco a poco se van viendo figuras en hospitales, centros de atención temprana…”, explica este profesional. Además, defiende que “es una herramienta más. Lo ideal sería que estuviera en todos los centros educativos sanitarios y que se trabajara de una manera interdisciplinar”.

El doctor Francisco Javier Cevas es el jefe de este servicio además del jefe de la Unidad de Cuidados Paliativos. “La musicoterapia había llegado antes al Hospital General de La Rioja a través de la colaboración con el máster de Vitoria, cuyos estudiantes hacían sus prácticas en el hospital. pero nunca habíamos tenido una actividad continuada, porque claro, en las prácticas vienen 15 días, hacen su casuística y se van”, señala.

Ahora la actividad de musicoterapia está reglada y orientada al paciente”, diferencia el doctor. Este servicio llegó a La Rioja a través de una propuesta de la Fundación Mémora para considerar esta disciplina dentro de los servicios de cuidados paliativos.Primero hay que responder desde un punto de vista metodologico si es efectiva o no en este tipo de pacientes”, apunta el doctor Cevas.

Para eso, se diseñó un estudio en Barcelona para evaluar en un periodo corto de tiempo qué supone la intervención con musicoterapia en unos pacientes que se ha considerado que pueden ser susceptibles de colaborar. “Es decir, pacientes con una mal nivel de conciencia, con una situación pésima, aislados, pues no son entre los más indicados, pero hay otros muchos que sí”, aclara.

Segundo hospital en sumarse al proyecto

El Hospital de La Rioja es el segundo servicio de cuidados paliativos en los que se ha instaurado este proyecto, después del Hospital Donostia, en San Sebastián. “El estudio es muy simple, es una valoración a través una serie de escalas antes y después, registrar los efectos y luego ya publicarlo”, explica el doctor Cevas, que añade: “y de paso nos permite a nosotros tener un arma más, otro servicio que nos ayude a mejorar la vida y la asistencia de los enfermos”. “Si pudiéramos posteriormente disponerlo de continuo sería una situación ideal. De momento el proyecto está instaurado para 2 años”, solicita el jefe de servicio.

Hace pocas semanas que la música comenzó a sonar en el Hospital General de La Rioja y la respuesta de los pacientes está siendo muy positiva. Esta bata blanca con su guitarra en la espalda seguirá poniendo música para trasladar a las personas enfermas a sus mejores recuerdos.

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