Los estudiantes recogen firmas contra la peatonalización del campus de la UR

Los estudiantes recogen firmas contra la peatonalización del campus de la UR

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La calle Cigüeña en el tramo que pasa por el campus de la Universidad de La Rioja es peatonal desde la Semana de la Movilidad, que empezaba el 4 de noviembre. Desde entonces, la calle está abierta a bicicletas y cerrada al tráfico de vehículos motorizado.

Sin embargo, la idea no ha gustado a los estudiantes, que están recogiendo firmas porque no quieren el uso peatonal de la calle Cigüeña. La campaña se ha activado está mañana cuando han visto que no estaban las vallas, lo cual les ha tranquilizado. Sin embargo, después han comprobado que era solo algo provisional para poder poner unos maceteros grandes y pesados que han instalado.

Se trata de una primera fase de peatonalización que el Ayuntamiento de Logroño llevó a cabo a propuesta de la Universidad de La Rioja con el objetivo de pacificar poco a poco esta zona del campus riojano. Es una actuación enmarcada en la línea de desarrollo urbano sostenible que lleva a cabo el Consistorio para recuperar espacio urbano. Asimismo, esta peatonalización parcial pretende fomentar buenos hábitos entre la juventud y desincentivar el uso del coche entre los universitarios.

La respuesta de Ecologistas en Acción

La organización Ecologistas en Acción ha manifestado el apoyo a la peatonalización del campus que “responde a la demanda de la gran mayoría de nuestros jóvenes que son los que con sus actitudes están luchando por su futuro”. Ha explicado que esta actuación forma parte de la peatonalización de todo el campus, situando aparcamientos en la periferia y apostando por una movilidad sostenible.

“Caminar, desplazarse en bicicleta, en trasporte público y en último caso hacerlo en vehículo privado, con una fórmula que permita compartirlo, son fórmulas que están establecidas en una gran mayoría de las Universidades de nuestro país y en casi todas las europeas, desde hace mucho tiempo”, han valorado los ecologistas, que creen que la recogida de firmas proviene de “estudiantes que quieren ir en dirección contraria y que por la incomodidad de tener que caminar de tres a cinco minutos, se oponen al poner su granito de arena en la lucha contra el cambio climático”.

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