De una ciudad argentina con más de un millón de habitantes, a Montemediano, una pedanía con tan sólo 27

De una ciudad argentina con más de un millón de habitantes, a Montemediano, una pedanía con tan sólo 27

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Ella nació en Argentina, él en Montemediano, una pedanía del Nieva de Cameros. Guillermina Marcos es de La Plata, una ciudad con más de un millón de habitantes, ciudad que abandonó por esta pedanía en la que viven 27 personas. Mi padre, relata Guillermina Marcos a Rioja2, nació en el Rasillo y con tan sólo 4 años se fue a vivir a Argentina. Marcos creció escuchando historias de La Rioja, la tierra en la que nació su padre así que en 2002 decidió cruzar el charco y volver a sus raíces. Lo que Marcos no sabía es que en este viaje conocería también a su marido José Antonio Martínez. “Al año siguiente volví a La Rioja para terminar mi doctorado en la Universidad de La Rioja, cuando lo terminé, ya estaba casada y teníamos a Rafa, nuestro hijo mayor”.

Rafa y Julia, los dos únicos niños en los últimos 40 años

De La Plata a Montemediano. El contraste fue grande, confiesa, a la vez que reconoce que enseguida se aclimató. “Es curioso, en las ciudades vivimos rodeados de gente con la que apenas tenemos trato y a la que casi ni conocemos. Mi vida en Montemediano era completamente distinta, tenía muy pocos vecinos pero el trato con ellos era muy cercano”.

Y en ese entorno nació su primer hijo Rafa en el año 2006. “Rafa fue el primer niño que nació en Montemediano en 40 años”. Un niño al que todo el pueblo 'adoptó', “porque enseguida se convirtió en el nieto, sobrino de todos los vecinos”. En 2011 llegaría Julia, la segunda hija del matrimonio. Rafa y Julio han sido los dos únicos niños que han nacido en Montemediano en los últimos 40 años. Allí, la familia de Marcos ha vivido 13 años. Un tiempo durante el que esta argentina y riojana de adopción ha disfrutado “de cosas que en la ciudad sería imposible como el silencio, el contacto con la naturaleza o el hecho de vivir en una casa de pueblo”.

Quizás, apunta, lo más duro son los inviernos. Pero aún así reconoce que se han “apañado bien” siguiendo los consejos de los vecinos con “la casa calentita y la despensa llena”. Ahora, Marcos y su familia viven entre Montemediano y Viana. Pero, “en cuanto llegan las vacaciones de verano, nos trasladamos a Montemediano”.

Y es allí donde Rafa y Julia disfrutan del verano con 13 y 8 años. Y es que insiste Marcos, “los veranos en un pueblo como Montemediano son diferentes”. Ayer, cuenta, “Julio estuvo ordeñando cabras, pasteurizando leche para beber, por la tarde estuvo buscando setas, por la noche se fue a ver a los ciervos...”. Rafa estuvo todo el día con los chavales del campamento que cada verano se organiza en Montemediano. “Incluso se quedó con ellos a cenar y no apareció por casa hasta pasadas las 12 de la noche”.

“En los veranos de pueblo no hay playstation, tampoco hay móviles”

Y este es precisamente uno de los atractivos de los veranos en los pueblos de La Rioja. “No hay controles, no hay horarios y, la mayor parte del tiempo se pasa jugando por las calles, en la plaza del pueblo”. En los veranos de pueblo, “no hay Play ni tampoco móviles”.

Hoy en día, Martínez está jubilado, Marcos sigue trabajando. En el momento de la entrevista, Guillermina Marcos estaba trabajando en Aprendísimo, su propio centro de estudios. En 35 minutos, cuenta, “ya estoy en mi trabajo. En mi ciudad, en La Plata, me costaba mucho más tiempo llegar a mi puesto de trabajo y la carretera era muy distinta lleno de semáforos y atascos... ahora la carretera es mucho más tranquila”.

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