“Soy gitana, lesbiana, feminista y divorciada. He roto todos los moldes pero ni mi familia ni mi cultura me han dado la espalda”

"Soy gitana, lesbiana, feminista y divorciada. He roto todos los moldes pero ni mi familia ni mi cultura me han dado la espalda"

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Déborah Pimentel es una joven logroñesa de 29 años. Trabaja de repartidora y su rostro es uno de los habituales del activismo riojano. Déborah es feminista y homosexual, de hecho, es presidenta de la Marea Acoíris de La Rioja. Además de todo ello, es gitana y este lunes, junto con todas las personas de su etnia, celebra el Día del Pueblo Gitano, una jornada que, en su opinión, no debe ser festiva sino reivindicativa.

A pesar de vivir con el triple estigma social de ser mujer, ser homosexual y ser gitana, Déborah asegura que es esta última condición la que más rechazo le ha hecho sentir siempre. “De primeras nunca digo que soy gitana porque sigue habiendo muchísima discriminación”, explica, “como sociedad vamos superando el racismo contra los que tienen otro color de piel pero sigue habiendo muchísima gitanofobia, los gitanos seguimos muy estigmatizados”.

Prueba de ello es que, hasta hace bien poco, en el diccionario aparece la definición 'trapacero' junto a la palabra 'gitano' y en el lenguaje coloquial siguen siendo frecuentes expresiones como “vas vestido como un gitano” o “hueles a gitano”. “Todos hemos tenido que escuchar alguna vez un chiste sobre gitanos, o un mensaje de WhatsApp o una pintada en una pared, es el día a día”, señala Déborah.

Respecto a la discriminación dentro de la comunidad gitana por el hecho de ser lesbiana, la joven logroñesa se considera muy afortunada por tener “la mejor familia del mundo” que nunca le ha dado la espalda. Reconoce que, dentro de su cultura, la peor parte se la llevan los hombres homosexuales, “porque a nosotras siempre nos han ninguneado más pero si eres un hombre afeminado u homosexual, siempre vas a estar por debajo porque hay que, si toda la sociedad es claramente patriarcal, la comunidad gitana lo es todavía más, el hombre es el que manda y eso no está bien visto”.

Sin embargo asegura que las mujeres cada vez están más liberadas dentro del colectivo gitano. “Yo siempre he sido muy libre, siempre he vivido con la máxima aceptación social y familiar pero no soy la única, cada vez hay más voces femeninas reivindicando el papel de la mujer dentro de la etnia gitana”, explica, “el machismo está ahí, pero entre los gitano y entre los payos”.

Los estigmas y prejuicios que se fomentan con programas como los 'Gipsy Kings'

Déborah ha estado casada con una mujer y señala orgullosa que hasta su abuela fue a la boda. “Quise tener un guiño a mi cultura y, en vez de partirme la camisa, me partí el chal”, recuerda, “pero a mi nadie me obligó a sacarme el pañuelo, hoy en día la que lo hace es porque quiere, por tradición, no porque no pueda casarse si no”. Del mismo modo, asegura que no hay en todo Logroño un gitano dispuesto a casar a su hija adolescente “como mucha gente sigue creyendo”.

De hecho, esta joven asegura que su boda homosexual fue peor aceptada entre la parte paya de su familia que entre la gitana. Otra cosa fue cuando llegó el divorcio. “Ha costado mucho más el divorcio que la boda, porque en mi cultura te casas para toda la vida, es tu mujer para siempre, pero hasta en eso rompí el molde”, bromea, “yo es que me salí desde el principio del huevo y he roto ya hasta el cascarón”.

En su opinión, a pesar de las realidades que reconoce, sigue habiendo mucho estigma y falsa creencia en torno a su etnia y “los programas como los Gipsy Kings que fomentan esos estereotipos tampoco ayudan”, señala, “porque lo que falta hoy en día es que se muestre a gitanos médicos, percusionistas, maestros o diseñadores, parece que sólo trabajamos en el alambre o en el mercadillo y así seguimos siendo objeto de comedia”.

“Nos han olvidado y nos hemos adormilado”

Según la percepción de esta joven gitana, “en La Rioja últimamente el ambiente está muy calentito”. El auge de la extrema derecha tampoco ha ayudado y el hecho de que una parte de esta se haya acercando a su pueblo con falsos argumentos como que están adoctrinando a los niños sexualmente en las escuelas “genera una gran controversia que no cuadra con esta cultura”.

Lo que sí tiene claro es que políticos e instituciones han dejado de lado a la comunidad gitana. “Hay un gran problema con las subvenciones, las ayudas no llegan y además el pueblo gitano se ha adormilado no nos movilizamos y las asociaciones están muy abandonadas. Mientras tanto, los políticos nos olvidan incluso en campaña, no importamos”.

“Seguimos estando a la cola de la sociedad y la lucha con los estigmas es diaria”. Por eso, Déborah cree que es fundamental reivindicar su presencia y defender sus derechos en este Día del Pueblo Gitano.

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