El Colegio de San Bernabé se convertirá en un centro cívico abierto en el Casco Antiguo de Logroño

El Colegio de San Bernabé se convertirá en un centro cívico abierto en el Casco Antiguo de Logroño

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El antiguo Colegio San Bernabé de Logroño se convertirá en un centro cívico abierto en el Casco Antiguo. Para ello, se rehabilitará integralmente el edificio actual, remodelando la fachada, creando una cubierta verde en su parte alta y un amplio patio interior que será público y ajardinado.

La alcaldesa Cuca Gamarra ha presentado este martes el anteproyecto, realizado por el arquitecto municipal Jesús González Menorca, dentro de la Oficina del Casco Antiguo, y que está incluido dentro de la estrategia EDUSI para la Villanueva. Con plazos aún por definir, el presupuesto estimado del proyecto se cifra en total en torno al millón de euros.

La futura construcción, como han dicho Gamarra y González Menorca, se basa en un “concepto innovador”: aprovechar edificios que quedaron en desuso, utilizando elementos preexistentes aunque combinándolos con nuevas propuestas de sostenibilidad y soluciones tecnológicas.

De este modo, como lo ha definido la alcaldesa, será “un centro sorprendente, moderno, vinculado a las TIC y al concepto de innovación social”. De hecho, se plantea una reserva de espacio coincidente con la fachada para un acceso exclusivamente peatonal de carácter estancial. A ambos lados de esta plataforma se redistribuirá el arbolado, creando una pantalla visual y una barrera física que impida el acceso lateral rodado. Bajo los árboles se dispondrá aparcamiento para bicicletas.

El conjunto de actividades diversas que se quieren ofrecer -ludoteca, áreas de formación, sala de videoconferencias, auditorio, vivero de empresas, bar...- ha sido tenido en cuenta en la redacción del anteproyecto por parte de los técnicos de la Unidad del Casco Antiguo del Ayuntamiento.

En total, la intervención se producirá sobre una superficie construida de 1.283,36 metros cuadrados, 1.072,60 metros cuadrados útiles que se reparten en planta baja, entreplanta -sobre lo que era el salón de actos-, primera planta y una planta de cubierta verde.

Precisamente esta cubierta ajardinada es uno de los elementos singulares de la propuesta, con una solución “de camuflaje” para que no interfiera en las vistas aéreas del Casco Antiguo en el que predominan las cubiertas inclinadas, cubriéndola con una malla.

Además, el actual patio, con 158 metros cuadrados, se convertirá en un espacio ajardinado interior pero con gran permeabilidad con el exterior, garantizando su apertura al público y su utilización para numerosas actividades.

En cuanto a la distribución interior, el acceso principal se llevará a cabo por Rodríguez Paterna, aunque también habrá accesos complementarios por las calles San Gil y San Roque a fin de que se pueda llegar a los locales allí ubicados de manera independiente. En total se abrirán en el perímetro siete portones: tres en Rodríguez Paterna (para acceder al vestíbulo principal del edificio), tres en San Roque (para tres locales independientes) y uno en San Gil.

Rodríguez Paterna, con sus tres grandes portones, se convierte, empleando tanto el espacio porticado interior como el espacio de urbanización exterior, en el Salón Principal de concentración juvenil y de cualquier persona que quiera conectarse a un servicio abierto de wifi municipal. El vestíbulo principal podrá quedar incomunicado del resto mediante cerramientos de malla metálica para el control de accesos.

En planta primera el vestíbulo se compartimentará en tres niveles, según las cotas del forjado actual. En la más elevada se reservará un espacio como mural para exponer los trabajos artísticos de los usuarios.

En la planta baja se distribuyen las dependencias destinadas a talleres, en estrecha relación con el patio-jardín.

En el ala norte, donde estuvo el salón de actos, se plantea el llamado Taller de actividades dinámicas, que acogerá un mayor número de participantes: salón de actos, gimnasio, juegos infantiles, actividades teatrales, conciertos... con un acceso directo tanto desde la calle como desde el vestíbulo.

En el ala sur, abierto a la calle San Roque, habrá tres talleres de formación, creación o relación social. En este último podría acondicionarse un servicio de hostelería sin cocina que funcionara a modo de bar-cafetería, en relación con el patio-jardín y abierto al público pero con un horario limitado.

En la planta primera, la distribución también se realiza mediante dos pasillos paralelos al patio, que pueden funcionar en un momento dado como tribunas para ver actuaciones. En el ala sur, sobre los talleres, se dispondrán las salas de mayor dimensión que pueden destinarse a aulas en sentido tradicional o a salas de conferencias. En el norte son salas más pequeñas que además de para usos formativos pueden dedicarse a reuniones de vecinos, salas de ordenadores, viveros de empresas...

Los acabados interiores -una vez ejecutadas las demoliciones pertinentes y consolidado y mejorado los aspectos funcionales necesarios- destacarán por tener a la vista un gran número de instalaciones. En la misma línea de reciclaje que se somete al edificio, el mobiliario deberá provenir en buena medida de la reutilización.

Tanto las condiciones actuales del inmueble como el programa funcional propuesto para el mismo llevan a la modificación de las fachadas. Se procurarán entradas independientes para permitir actividades y horarios diferentes. También la adecuación a las condiciones técnicas exigidas actualmente obligará a reponer la solera por completo de la planta baja y a construir un nuevo forjado techo de la planta primera, ambos con un correcto aislamiento.

Al conjunto se le dotará de “una nueva piel” en la que se mejoren las condiciones térmicas, un nuevo revestimiento con un tratamiento especial en el perímetro de los huecos de fachada (alfeizar, jambas y dintel).

Se aprovechará esta intervención para modificar la composición de la fachada, para quebrar la horizontalidad actual y dotarle de una compartimentación vertical que fraccione los paramentos y aproxime su escala a la de los edificios del entorno. Las carpinterías exteriores se cambiarán prácticamente en su totalidad. En principio, las fachadas serán pintadas de un amarillo cadmio, parecido a la actual tonalidad.

La singularidad de las fachadas recae en el chaflán de encuentro entre Rodríguez Paterna y San Roque. Se preservan los azulejos originales que representan a San Bernabé y el rótulo original del centro escolar. A los pies de la imagen se abre un hueco rasgado -una especie de hornacina- convertido en minisala de exposiciones en la que se alojará una obra de arte de los alumnos, usuarios o de un artista, renovándose la instalación periódicamente.

La fachada que da a Rodríguez Paterna seguirá siendo la principal del edificio y será en la que se producirán cambios significativos para potenciar su representatividad. Se abrirán tres portones en la planta baja para lograr la permeabilidad de flujos entre el vestíbulo interior y el salón exterior, unificando virtualmente ambos espacios.

En la planta primera, se formaliza un balcón a modo de jaula de malla metálica expandida. En su frente dispondrá de una plataforma móvil, construida como celosía de lamas, que en la parte de arriba tendrá el rótulo del nombre del centro, realizado con líneas continuas luminosas de led que incluso pueden variar de color letra a letra.

Cuando el edificio se encuentre abierto la celosía móvil se desplegará hacia la calle convirtiéndolo en una marquesina. Al desplegarla, aparece el balcón de planta primera formando un frente cerrado con paneles discontinuos de malla expandida, que formaliza una fragmentación espacial interior. Esta disposición genera en el interior habitáculos para reunirse en grupo o de uso individual.

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