Turruncún, Navajún, Gatún... ¿De dónde vienen estos nombres riojanos acabados en -un?

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En el valle del Cidacos y del Alhama-Linares, pertenecientes a La Rioja Baja y el norte de Soria, es curioso encontrar nombres de poblaciones acabadas en -un, como Matasejún, Bretún o, en nuestra comunidad, Navajún, Turruncún y los topónimos Gatún y Carnanzún. ¿De dónde vienen estos nombres?

La Asociación de Matasejún, pueblo de la zona de Tierras Altas de Soria, ha presentado un estudio sobre la etimología de estas poblaciones, realizado por el antropólogo Social e historiador Eduardo Aznar, experto en toponimia de la zona en cuestión.

Lo cierto es que son poblaciones muy cercanas unas de otras. Matasejún y Bretún se encuentran en Tierras Altas de Soria, cerca de San Pedro Manrique y Yanguas, donde también existió el despoblado de Mozún. En tierra de San Pedro encontramos la aldea de Armejún y, ya en La Rioja, Turruncún (el pueblo abandonado y el cerro sobre Cervera), el monte Gatún, el barranco y sierra de Carnanzún y la aldea de Navajún.

En primer lugar, el estudio apunta a que Armejún podría haber surgido de la forma Armejón en 1556, lo que apunta a un fenómeno fonético que se da en la toponimia de La Rioja y zonas cercanas, por el cual la vocal -o- se cierra en determinadas circunstancias y posiciones en -u-. De este modo, Bretún provendría de Bretón, lo que encaja con el hecho de que en los siglos V y VI d.C. grandes contingentes de bretones huyeron de su tierra y se asentaron en Hispania.

Navajún

Navajún aparece registrado como tal desde 1340. Existe en la toponimia castellana un elemento navajo, que significa ‘punto más bajo y húmedo de una nava, zona que suele encharcarse con el agua de lluvia’, resultado del añadido del sufijo -ajo (del mismo origen que -ejo) a la extendida palabra nava.

“Así que a esta base navajo pudo añadirse el aumentativo-diminutivo -ón y generar un Navajón que sería la forma originaria del nombre del pueblo”. Y es que Navajún se asienta justamente en el barranco de la Nava.

Turruncún

Este nombre es más difícil de analizar. La documentación antigua apunta a una forma primitiva parecida a Torrencón, lo que podría haber derivado a partir del sustantivo castellano torre, más un sufijo de origen -enco y de nuevo el mismo -ón que estamos viendo. “Pero el resultado es algo extraño. A juzgar por las características del lugar, tampoco sería del todo descartable pensar en una base vasca iturrinko ‘fuentecilla’ más el típico sufijo románico -ón, o bien en un paralelo del aragonés torronco ‘tronco de leña del hogar’ con el dicho sufijo añadido”.

El cerro Turruncún de Cervera puede ser una variante fonética del miso nombre, tener relación con torrente o ser una creación ononomatopéyica o expresiva.

Gatún

A primera vista el nombre de este monte se podría reconstruir a partir de Gatón, por el arroyo Gatón en sierra de la Demanda, afluente del río Najerilla. “Es probable que este topónimo proceda de un nombre germánico de persona de propietario de la zona, pues sabemos que en el siglo IX vivió un conde llamado Gatón del Bierzo, que fue destacado magnate del reino”.

Así, el monte Gatún pudo ser propiedad de este conde, pero también aparece en documentación una posible variante Gatur, lo que plantea dudas al historiador, aunque “esta forma con -r en vez de la habitual -n podría tratarse de una simple errata”.

Carnazún

En cuanto al nombre de Carnanzún en Cervera, podría pensarse en una base formada por algún derivado de carne más un sufijo -anza, o con el aumentativo -azo / -aza (por ejemplo, carnaza), más el habitual -ón mutado a -ún. “Quizás una solución sería imaginar el añadido a la base carnaza del sufijo -ún, seguido de un proceso de repercusión consonántica *carnazún > carnanzún”.

Pero Aznar también subraya la existencia de un antiguo elemento céltico karno- ‘montón de piedras’ (*karna- en composición, frecuentemente aplicado a monumentos megalíticos), que llevaría reconstruir Carnanzún como derivado acaso de un primitivo *Karna-nt-yo-n-, con tres sufijos indoeuropeos añadidos y el significado aproximado de ‘zona de morcueros o amontonamientos de piedras’.

En conclusión, “la serie toponímica en -ún parece haber surgido en época medieval a partir de un sufijo románico”, señala el autor de este estudio.

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