Las forenses dan validez al testimonio de el exalumno de Gaztelueta

Las forenses dan validez al testimonio de el exalumno de Gaztelueta

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Las psicólogas de la Unidad de Valoración Forense Integral y las psiquiatras del Instituto Vasco de Medicina Legal que realizaron los informes periciales en el caso del exalumno del Colegio vizcaíno de Gaztelueta, que ha denunciado haber sufrido abusos sexuales por parte de un profesor logroñés, han dado “validez” al relato del joven, por su “coherencia y ausencia de contracciones”, y han considerado que presenta “una huella psíquica compatible con la que originan los hechos” que ha denunciado.

La Audiencia Provincial de Bizkaia ha acogido este miércoles la quinta sesión de este juicio por presuntos abusos cometidos durante los cursos 2008-9 y 2009-10, cuando el exalumno contaba con 12 y 13 años de edad, por parte del que entonces era su profesor y preceptor.

El acusado se enfrenta a una petición de pena por parte del Ministerio Fiscal de tres años de prisión, así como una indemnización de 40.000 euros para la víctima, que tiene ahora 22 años, mientras que la acusación particular solicita diez años de cárcel y prohibición de acercamiento. Por su parte, la defensa pide la absolución basándose en el argumento de que la denuncia se debe a “falsos recuerdos” del exalumno, menor cuando ocurrieron los hechos que se juzgan.

En la sesión de este miércoles, han declarado las cuatro peritos forenses que realizaron los informes a petición del juzgado que instruyó el caso en Getxo, que vieron al joven en dos ocasiones, en diciembre de 2015 y en enero de 2016, cuando tenía 19 años. Según han declarado, no apreciaron en el joven “presiones para un falso testimonio” y en su relato “se mantiene constantemente quién ha sido el perpetrador y los hechos”. Además, observaron que presentaba “una experiencia vital disruptiva” que, en el momento de la exploración, “le estaba causando también malestar”.

Según han explicado, el exalumno realizó “una revelación progresiva de los hechos denunciados, mostrando sentimientos de vergüenza”, y han reconocido que, en ese momento de la pericial, tuvieron “dudas de que hubiera revelado todo lo que podía ser una dinámica que él estaba manifestando, puesto que había muchas veces que se paraba, aunque se mantenía el hilo central” respecto a otras declaraciones realizadas ante otros profesionales médicos.

Así mismo, han indicado que presentaba “un bloque emocional” y una tendencia a “la minimización y a la negación de los hechos”, puesto que en otras declaraciones “iba más allá del abuso sexual, que a nosotras no nos estaba manifestando”, y han considerado el relato “consistente con las leyes de la naturaleza”.

Las forenses detectaron en el exalumno oponía “resistencia para abordar los últimos hechos que considera que son los más traumáticos”, en referencia a los actos de masturbación, y el recuerdo que aporta es “genérico, tendente a la recuperación de situaciones y actos”, lo que es “una situación normal porque han pasado muchísimos años”.

Según han detallado, el joven habla de “una serie de conductas del denunciado respecto a él, que no siempre eran de carácter sexualizado”, pero que “siempre eran situaciones que se daban en el ámbito privado”. En su testimonio ante las forenses, el joven refiere que el acusado “inicialmente empezó mostrándoles fotografía de mujeres desnudas, y que los primeros contactos fueron neutros en la mano, frotamientos y tocamientos por el cuerpo, y, finalmente, tocamientos en los genitales”.

A su entender, “hay una situación de establecimiento de una situación de sumisión y de aislamiento del menor, que se daba no solamente por las entrevistas privadas, sino también por el contexto social de la clase”, y han defendido que “se establece esta relación de poder-sumisión, y en ella se le requiere que se masturbe, por lo menos en una ocasión, y que se introduzca bolígrafos por el ano”.

Tras señalar que el bullying por parte de sus compañeros es un tema que “aparece constantemente en su relato”, las forenses han indicado que “no se podría dar una situación de abuso como la que relata, si no se produjera una merma de su propia autoestima como persona dentro del grupo de la clase”.

Tras reafirmarse en la “validez” de su relato por su “coherencia y ausencia de contradicciones”, las expertas forenses han indicado que las declaraciones del joven “contienen criterios propios de realidad, que tienen elementos compatibles con situaciones experimentadas personalmente frente a otras que han podido ser productos de la imaginación o elaboración interna” y “presenta una huella psíquica compatible con la que originan los hechos como los denunciados”.

Por su parte, las psicólogas de la Unidad de Valoración Forense Integral recogen en su informe que el exalumno sufre estrés postraumático, “cursado con periodos de agravación reactivos y periodos de estabilización”. En su opinión, este trastorno “es compatible con la vivencia de hechos como los relatados, que son situaciones complejas con diversos factores estresantes que han ocurrido de manera interocurrente”.

En la sesión de este miércoles también ha declarado Beatriz Salazar, psicóloga forense en ejercicio privado que realizó un informe por encargo de la acusación particular en el inicio del caso, en noviembre de 2011, cuando hizo público el acoso escolar y los abusos, y que ha considerado “creíble” el testimonio que ella obtuvo “de manera libre” y con preguntas “abiertas”. Tras descartar que el joven presente un cuadro psicótico, ha explicado que cuando trató al exalumno, a los 15 años, los padres “habían presenciado escenas de bullying, pero no conocían los hechos sexuales ni sabían lo que pasaba”.

En su opinión, “todos los criterios y pruebas coinciden en que hay un trastorno por estrés postraumático o cuadros, como puede ser algo disociativo, que tiene que ver también con haber experimentado algún tipo de trauma”. También ha subrayado la “consistencia y coherencia” de la narración sobre los abusos, y ha señalado, además, que el relato “desestructurado apunta a la veracidad”, porque “alguien que pretenda simular piensa que hay que hacerlo ordenadamente”.

Además, ha dicho que en el relato “se detallan estados de ánimo de la víctima y también del investigado, explicados desde la perspectiva de 15 años de un niño de un colegio del Opus con poco conocimiento sexual”. Así mismo, ha remarcado que el entonces menor “admite falta de memoria de detalles y dice que no cuenta más porque no se acuerda de todos los detalles, pero no está diciendo que no haya pasado más”.

Por parte de la defensa, los psicólogos Antonio Manzanedo y Rocío Ballet han tratado de desacreditar los métodos utilizados por el equipo pericial que elaboró el informe para la autoridad judicial, y han afirmado que “se le ha sugerido o tendido a guiar” en su narración, lo que “ha podido hacer que se distorsione su relato” al generar una “falsa memoria”.

Tras descartar que los hechos sucedieran “tal y como los relató”, estos expertos de parte, que no mantuvieron ninguna entrevista personal con el alumno, han reconocido que, “científicamente no hay forma de saberlo”, y han precisado que “no se trata de si miente o no, sino de que si lo que recuerda se corresponde con lo que pasó”.

La Audiencia de Bizkaia acogerá este jueves, 11 de octubre, la última sesión del juicio, con la presentación de las conclusiones de las partes.

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