Un sueño entre bambalinas

Un sueño entre bambalinas

Rioja2

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Luis Arrojo Gil tenía un sueño, y decidió perseguirlo hasta el final. Con tan solo 15 años, este joven logroñés escribió su película, “Bambalina” que, un año después, está grabando estos días por las calles de Logroño.

Se trata de un largometraje, una película de aproximadamente una hora, que cuenta la vida de Héctor, un joven de 18 años, con la vida encaminada, o eso cree, hasta que sus pilares comienzan a tambalearse.

La película trata tres temas fundamentales y uno más general. Por un lado la sexualidad de un joven adolescente que, aunque afirmaba ser 100% heterosexual y tiene novia, se está descubriendo a sí mismo. En segundo lugar el seno familiar donde la estabilidad vacila a raíz del divorcio de sus padres. En tercer lugar el objetivo vital del chico, su sueño de vida: hacer teatro, y hacerlo con su hermano que tiene síndrome de down. Por último la capacidad de Héctor de “dejarse tocar”, de dejar que las cosas pasen y te transformen. “Queremos que sea una película sentimental, pero que no sea una película más. A nivel crítico invitamos a vivir, romper el mito de que a los 18 años no sabes nada, te da tiempo a vivir, te pasan cosas, tienes problemas”.

Además, en ciertos aspectos la película es un poco autobiográfica: Luis también persigue su sueño, terminar su película. Aunque este solo es un pequeño paso en su ambicioso plan de montar una productora de cine y teatro.

¿Por qué Bambalina?

Una bambalina es un lienzo o una tela que cuelga del telar de un teatro, completando la decoración. “Es una metáfora de la vida del protagonista: vive escondido de los problemas, hasta que no les planta cara su vida no avanza. Héctor vive entre bambalinas” cuenta Arrojo a Rioja2.

Del papel a las calles de Logroño

Arrojo ha crecido en contacto con el mundo audiovisual, ha realizado vídeos para compañías y ha creando sus propios cortometrajes. Sin embargo todo eso se le quedaba corto, y decidió embaucarse en un proyecto mucho más ambicioso. Escribir el guión le llevo un total de 5 meses. Pero ahí no acababa todo, realizaron un casting para seleccionar a los actores. “Se trata de hacer planteamientos a corto plazo, paso a paso”.

Ana Brau Uribe, una joven de 18 años, mano derecha de Luis durante la realización de este proyecto, se encargó de preparar el casting que tuvo lugar el 26 de abril en el local de la escuela Dinámica Teatral de Logroño.

A pesar de la poca experiencia de los actores “desde el primer momento fue todo muy profesional”.

Una vez elegidos los actores, Brau les ha ayudado con el trabajo psicológico que suponía para ellos interpretar un papel que puede parecer sencillo, pero repleto de emociones. Sobre todo con el protagonista, Rafael Alcoceba, que tiene que gestionar muchas emociones nuevas de repente. “Quiero ser un espejo, que ellos vean en mí todo lo que tienen que hacer, lo que les quiero decir”.

Son conscientes de que no trabajaban con actores profesionales, por lo que se ha tratado de ajustar el personaje al actor, igual que el actor al personaje, adaptar todos los recursos para exprimirlos al máximo. “Los papeles están muy adaptados, no finges, actúas” ha señalado Julián Ruiz, actor secundario en la película. Y aunque la variedad podría ser un problema, han sabido aprovecharla.

El equipo técnico está formado por personas de confianza, que saben trabajar pero que también han tenido que aprender. Nueve personas encargadas de vestuario, maquillaje, iluminación, sonido, planos, guión... todo bajo control para no descuidar ni un detalle. “Somos 9 perfiles muy distintos, un equipo técnico muy variado, pero gracias al buen ambiente y sobretodo al compromiso todo está saliendo muy bien”, afirma Ana.

Una vez escrito el guión se enfrentaban a otro problema: conseguir financiación. Se propusieron llegar a los 5.000 euros y en enero estaban conseguidos. El proyecto está prácticamente autofinanciado, Arrojo usó sus ahorros para financiar otros proyectos que luego le beneficiasen a él, así como otros propios. Además no todo ha sido juntar dinero, a pesar de no contar con demasiado apoyo institucional, empresas locales han aportado materiales, espacios y recursos indispensables para la realización de la película, por los que están muy agradecidos. “Hay que echarle cara, el no ya lo tienes, aprovechar nuestros dos perfiles: por un lado somos muy profesionales, pero seguimos siendo chicos jóvenes con pocos recursos y muchas ideas en la cabeza”.

Nuevos retos

Hasta el momento Arrojo había realizado proyectos, pero a menor escala o dirigidos, “no es lo mismo ser dirigido que dirigir”. Esta película ha supuesto un reto a nivel profesional pero también a nivel personal.

Los actores han aprendido a interpretar sin fingir. Según Julián “tienes que convertirte en alguien, te tiene que gustar algo que normalmente no te gusta”. Según ha explicado Brau al principio hay vergüenza, miedo. A veces da miedo admitir que algo te gusta, y sin embargo con “la máscara de actor” todo es mucho más fácil, nos autoengañamos y justificamos para no sentirnos mal o raros “cuando en realidad el asesino y el poeta conviven en el corazón de cada hombre”.

Otro de los objetivos de la película es dar voz a un colectivo minoritario, las personas con síndrome de down. Se trata de una diversidad funcional recurrente en la ficción. Además, Arrojo es voluntario en la Asociación Riojana para el Síndrome de Down (ARSIDO) en un grupo de teatro que va camino de convertirse en compañía. “No se les hace justicia respecto a su realidad, en la ficción se les trata como ciudadanos de segunda, como si no supiesen lo que pasa, cuando en realidad solo gestionan las emociones de otra manera”. El objetivo es no quitarle el protagonismo a Héctor, normalizar la situación, no centrar la trama en que el problema sea que el hermano tenga síndrome de down, sino en cuál es la manera que tiene de gestionar los sentimientos. Contar las cosas desde otro punto de vista igual de válido. Brau les ha ayudado a preparar el texto igual que a los demás y “trabajar con ellos es increíble”.

Además las ambiciones de estos jóvenes van mucho más allá “hay que decirle a Logroño y al mundo: date permiso, deja que las cosas te gusten, te exciten”, afirma Brau sonriendo. “A mí, Luis y Bambalina me han dado la capacidad de decir ¡oye tengo un sueño! Voy a producirlo”.

“Y bueno, queremos romper el mito de que en Logroño no se puede hacer nada”.

Otro de los problemas a los que tuvieron que enfrentarse fue el tiempo “decidimos grabar en julio por que necesitábamos buen tiempo, y no nos ha favorecido mucho...”.

En cuanto a las reacciones de la gente “ha habido de todo: ¡Qué guay!, Bueno por algo se empieza, Poco a poco... al principio no nos tomaban muy enserio, además le quitan importancia al proyecto por su duración, cuando no es un corto, es una película”. Sin embargo, ellos solo quieren acabarla. Tras los meses de guión, casting y grabación de la película, que esperan acabar esta semana, llega la hora de editar y montar el proyecto.

¿Y ahora qué?

Arrojo ya tiene fichados algunos festivales de cine independiente e incluso productoras para vender el proyecto. Lo que está claro es que de esta película se puede aprender mucho, y también de Arrojo, un joven de 16 años con las ideas clara y un sueño que va a perseguir hasta el final.

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