El exministro César Antonio Molina, en las Jornadas de Poesía en Español

Rioja2

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Un día de abril de 2009 a César Antonio Molina le despojaron de la cartera de ministro de Cultura y le dieron el argumento para escribir un libro. José Luis Rodríguez Zapatero, el hombre que le había invitado a entrar al Consejo de Ministros apenas dos años antes, le invitó a salir: ”Me dijo tres cosas, que yo era muy austero y que necesitaba una chica joven y glamur“. ”Se me cayó el mundo encima cuando escuché lo de la austeridad, que para mí era una virtud esencial en política. Me pareció escandaloso y me causó una duda que este libro me ha ayudado a superar“.

Tereixa Constela en El País

La caza de los intelectuales es el libro con el que César Antonio Molina ajustó cuentas. Un ensayo histórico sobre la espinosa relación entre los pensadores y el poder desde los tiempos de Cicerón hasta hoy. César Antonio Molina es el autor de estas XX Jornadas más próximo a la Escuela de los Novísimos, aquella que en los años setenta se alejó de lo social en busca de la estética. Aún así, su poesía ha ido evolucionando y alejándose de aquellos principios formales en busca de nuevos compromisos intelectuales.

El escritor, que mañana martes leerá una selección de sus poemas a las 20,00 horas en la Casa de los Periodistas en la cita con la poesía que organiza el Ayuntamiento de Logroño, ha sido además de poeta y escritor un importante hombre de prensa. Fue director de suplementos Cultura y Libros de Diario 16, director del Círculo de Bellas Artes de Madrid, del Instituto Cervantes, de Matadero, profesor de literatura en la Complutense y en la Carlos III, ministro …

Por su variada actividad profesional ha sido merecedor de innumerables condecoraciones y reconocimientos. Y a pesar de todo, César Antonio nunca ha abandonado la poesía desde que en 1974 publicó su primer libro Épica al que siguieron otros muchos hasta llegar al último, Calas de enero que vio la luz el año pasado.

Caminemos entre la blanca nieve...



Caminemos entre la blanca nieve


atravesando el más afilado silencio


con pasos tan suaves y tan lentos


que nunca dejaremos de caminar.


Pisemos su pecho de gaviota blanca,


de colmillo de ballena sin tallar.


Y a donde quiera que no lleguemos,


el silencio se esparcirá como el rocío


sobre el aún más blanco y blando silencio.


Caminemos entre la blanca nieve...

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