Vuelve el hombre con tantas narices como días tiene el año
Cada 1 de enero, los niños arnedanos se congregan nerviosos y expectantes en la Puerta Munillo. Están esperando a el hombre con tantas narices como días tiene el año, que llega en un antiguo autobús ataviado con abrigo, traje y bufanda, y portando una pequeña maleta. Tras saludar a los numerosos niños congregados, se dirige a la sede de la Peña Lubumbas para repartir chucherías a todos los asistentes. Una tradición que cumple ya 27 años.
La leyenda
Como explica la Peña Lubumbas, se trata de una historia popular con la que los más mayores engañaban a los niños cada 31 de diciembre, diciéndoles que acababan de ver pasar a un hombre con tantas narices como días tiene el año, un juego de palabras, ya que en realidad, se referían a que tenía tantas narices como días le quedaban al año, que en ese 31 de diciembre era solamente una. Los niños corrían buscando a un hombre con 365 narices al trenillo o en los distintos autobuses que llegaban a la ciudad, y, lógicamente, nunca lo encontraban.
En el año 1991, la peña Lubumbas rescató esta tradición oral y la hizo mal a propósito, colocándola en la jornada de Año Nuevo, en donde el personaje sí que debería tener 365 narices, ya que eran los días que el año recién estrenado aún tenía por delante.
La idea del diseño fue del pintor arnedano y miembro de la Peña Lubumbas, Antonio Montiel, y fueron las manos de Carlos Pérez-Aradros los que dieron forma a esa figura de un hombre con toda la cabeza cubierta por narices, que causa entre los niños asombro e inquietud a partes iguales.
Es una cita que se ha mantenido hasta nuestro días y que configura el primer acto del nuevo año en Arnedo. La llegada del singular personaje es un acto dirigido a los niños, sin embargo es la excusa perfecta de padres, tíos y abuelos para salir a la calle y felicitar el nuevo año a todos los amigos y familiares a los que aún no han tenido la oportunidad de ver.
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