El reto de estudiar en la universidad con una discapacidad

El reto de estudiar en la universidad con una discapacidad

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Estudiar una carrera universitaria con dislexia no es fácil, aunque medidas tan sencillas como tener algo más de tiempo para un examen pueden facilitar mucho este reto. Lo mismo ocurre con las personas con discapacidad física o con los invidentes. Todos ellos necesitan, en ocasiones, pequeños cambios que hagan más fácil su acceso a la universidad. Poco a poco, estas barreras se van superando y actualmente en la Universidad de La Rioja hay unos 30 alumnos con una discapacidad reconocida de más del 33%.

No es una cifra exacta, puesto que lo ideal es que “se integren lo máximo posible”, como explica la vicerrectora de Responsabilidad Social, Mª Pilar Agustín, por lo que no se cuenta con un censo de alumnos con discapacidad. 30 es, en realidad, el número de estudiantes que han solicitado la exención del pago de matrícula a la que tienen derecho, pero podría haber más sin diagnosticar, sin solicitar esta ayuda o con una discapacidad menor.

Sin accesibilidad no hay derechos humanos para las personas con discapacidad

Lo cierto es que la universidad es el gran reto educativo para las personas con discapacidad. Sólo un 6% de estas personas tiene una titulación universitaria, si bien en España el acceso a estudios universitarios es más elevado que en otros países europeos. “Aquí queremos estudiar y trabajar, mientras que en otros países no estudian porque cuentan con pensiones vitalicias”, explica Juan Muñoz, secretario del Comité español de Representantes de Personas con Discapacidad de La Rioja.

UR Integra

La Universidad de La Rioja cuenta con UR Integra, un programa de apoyo e integración de estudiantes con discapacidad. Este servicio no busca a los alumnos, sino que son ellos los que se dirigen aquí en busca de ayuda. De hecho, UR Integra ha atendido sólo a 2 alumnos con discapacidad este curso.

Los alumnos acuden a este servicio y solicitan cualquier tipo de medida. Esta se estudia y se comunica a los decanatos y desde aquí a los profesores de estos estudiantes. Así, alumnos con limitaciones funcionales en brazos o manos o con trastornos como dislexia o TDAH (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad) necesitan, por ejemplo, contar con más tiempo para realizar un examen. “Existe una orden ministerial que establece el tiempo que hay que aumentar en cada examen para cada grado de discapacidad, explica Agustín.

Y es que las necesidades de estos alumnos dependen del tipo de discapacidad. La Universidad de La Rioja cuenta con rampas y ascensores para facilitar el acceso de las personas con discapacidad física y está trabajando, como ha indicado Agustín, en conseguir una accesibilidad universal a todas sus instalaciones y también en su página web.

En otras ocasiones, como en el caso de los invidentes, necesitan material adaptado, como documentos legibles por sus programas, teclados especiales, tutorías personalizadas... Para ello, se trabaja en coordinación con la ONCE.

Aunque todavía queda camino por recorrer. La discapacidad menos presente en la Universidad española, según El Diario, es la sordera y, de hecho, en La Rioja, “ningún alumno con sordera ha acudido a solicitar algún tipo de adaptación”, reconoce Agustín.

En cualquier caso, el problema no es tanto realizar las adaptaciones necesarias para que las personas discapacitadas puedan estudiar en la universidad, como conseguir que lleguen. El gran escollo está todavía en superar Secundaria y Bachillerato. La mitad de los estudiantes no consiguen ir más allá de este nivel.

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