Las glosas emilianenses, de cerca

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Es todo un lujo tener entre las manos el códice Aemilianensis 60, que recoge nada más y nada menos que las primeras palabras en castellano: las glosas emilianenses. Está custodiado a buen recaudo en Madrid, en la Real Academia de la Historia, que ha dejado a TVE que lo conozca de primera mano.

Este códice litúrgico fue escrito en algún monasterio del Pirineo navarro-aragonés en el siglo IX y de ahí llegó al monasterio de Suso. Ya en La Rioja, en torno al año 1000, un monje escribió las glosas: pequeñas anotaciones en los márgenes para que la gente lo entendiera. Y es que estaba escrito en latín, pero los lugareños ya hablaban en lengua romance, un dialecto derivado del latín que se convertiría en el castellano.

Lo cierto es que una lengua no nace en un lugar determinado, pero el valor de las glosas es que constituyen el primer documento escrito de una lengua entonces incipiente: el castellano. Hay unas mil anotaciones, no sólo en paleocastellano sino también en euskera.

Las glosas están custodiadas en la Real Academia de la Historia totalmente protegidas. Permanecen en un estuche en una cámara ignífuga, están aisladas de la luz y el polvo y se controla su temperatura y humedad. Todo esfuerzo es poco por conservar esta joya del patrimonio riojano.

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