¿Y si te preguntan por un plato riojano por descubrir (que no sea de los típicos)?

¿Y si te preguntan por un plato riojano por descubrir (que no sea de los típicos)?

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Resulta que, a menudo, cuando nos desplazamos a cualquier lugar con tiempo, por placer, dispuestos a disfrutar a lo grande de la gastronomía, acabamos siendo reos de tópicos consabidos. ¿La consecuencia? Pues que, aunque nos chupamos los dedos con los platos más típicos de cada zona, nos perdemos un montón de propuestas quizás no tan famosas, pero sí tan deliciosas como las que más.

En este contexto ha entrado de lleno El Comidista con el objetivo determinado de encontrar un plato por descubrir por cada comunidad autónoma. Así, por ejemplo, aparca por un día la fabada asturiana para apostar por la sopa de hígado. En el caso de Extremadura, propone una brevísima dieta de jamón para catar la caldereta de cordero y, en el gallego, aboga por dejar momenténeamente a un lado toda esa maravillosa galaxia de empanadas, mariscos, pulpos, ternera... para probar la lamprea a la bordelesa.

Y, en este recorrido autonómico, cuál podría ser la alternativa en La Rioja a las insignes patatas a la riojana o las chuletillas al sarmiento. La propuesta corre a cargo del cocinero y heladero Fernando Sáenz, del Obrador Grate y heladería Della Sera. Afirma que, en La Rioja, la casquería es religión y un plato que no se debe dejar de probar es el patorrillo.

Este plato, explica, es una especie de embuchado en el que la patita de cordero es envuelta con el propio intestino del animal. También explica que no es fácil de encontrar en los restaurantes, pero que la búsqueda merece la pena. He ahí una propuesta para romper, al menos por un día, con la deliciosa tiranía de los platos más típicos de La Rioja.

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