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Tienes que compartir ¿o no?

Tienes que compartir ¿o no?

Rioja2

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Mi hijo no está obligada a compartir”. Esta frase ha generado un sinfín de comentarios en las redes sociales. La autora, Alanya Kalberg, una mamá estadounidense que habla sobre cómo deben compartir los niños los juguetes en el parque.

Laura Perales es psicóloga infantil, y considera que “un niño va a aprender a hacer lo que se le dice sino lo que ve hacer”. De hecho, “tendríamos que mirarles menos a ellos y más el mensaje que nosotros les estamos transmitiendo”.

Un asunto que está en los parques y sobre el que Rioja2 ha querido profundizar con esta psicóloga infantil.

¿Cuándo adquieren los niños la capacidad de compartir o empiezan a comprender qué significa el término?

Un hecho biológico innegable, que va más allá de opiniones, es que los seres humanos nacen muy inmaduros debido a la evolución de la especie. Con la llegada de la bipedestación, se estrecha el canal del parto, se reduce el tamaño del craneo del bebé y el cerebro también reduce su tamaño. Como consecuencia de esto, nuestro cerebro al nacer tiene aún por delante varios años de desarrollo en los cuales aún no existen muchas de las capacidades que tenemos de adultos. Una de estas capacidades cognitivas de tipo superior, es entender que el otro es otra persona, en lo cual se engloba comprender el concepto de compartir. Esta capacidad no llega hasta que entramos en el desarrollo del cerebro superior, sobre los tres años de edad. Antes de llegar a este punto, es físicamente imposible que un niño entienda este concepto.

- ¿Cómo se les enseña a compartir?

Lo primero que deberíamos preguntarnos es qué les estamos intentando enseñar, porque bajo esta obsesión porque los niños compartan no se esconden valores cívicos. Lo que se intenta es que el niño pierda la capacidad de defensa y mellar su reafirmación, porque los adultos no podemos con ella. Aparte de esto, un niño va a aprender a hacer no lo que se le dice (y menos lo que se lo ordena), sino lo que nos ve hacer a los padres. Es decir, además de tener claro que antes de los tres años los niños no van a entender este concepto y que esto no es una opinión sino un hecho biológico, tendríamos que mirarles menos a ellos y mirar más el mensaje que nosotros les estamos transmitiendo. Porque lo que ven los niños es que vivimos en una sociedad donde impera la propiedad privada y cada cual va a lo suyo. La frase “hay que compartir” en si, es absurda ¿Nosotros compartimos por sistema? ¿lo compartimos todo? ¿por qué ese empeño en que los niños compartan todo? ¿no se esconderá tras ello, aparte de la necesidad adulta de que el niño no se reafirme y acate, nuestra necesidad de agradar al resto de padres del parque? Cuando el niño nos pide algo nuestro que no queremos que coja, ¿qué hacemos? En nuestra vida diaria ¿vamos prestándole nuestro coche o nuestro móvil a la gente que no conocemos de nada por la calle?

Deduzco que es totalmente contraria a las amenazas y castigos en caso de que los niños no quieran compartir.

Por supuesto. Ni obligándoles a compartir ni castigándoles. Tanto una cosa como la otra son dañinas para el desarrollo infantil. Al obligarles a compartir estamos destruyendo su capacidad de defensa y afectando al desarrollo de su yo, esencial para su salud mental. El niño compartirá si quiere hacerlo, igual que hacemos los adultos. No tiene que aprender nada. Nuestra compulsión a educar nos impide confiar en sus propias capacidades, de tal modo que acabamos impidiendo su aprendizaje. Entre otras cosas, la predisposición a la cooperación propia del ser humano, la transformamos en competitividad, y luego les hablamos de que hay que compartir.

Castigándoles estamos enseñándoles a hacer las cosas sólo porque si no nos hacen algo que no nos gusta, estamos mostrándoles que los adultos que deben protegerles son figuras que infunden temor, afectando al vínculo. Estamos propiciando que comiencen a mentir como estrategia de supervivencia para evitar el castigo.

Entonces, ¿debemos dejar a los niños libertad para decidir si quieren o no compartir?

Sí rotundo. Igual que debemos dejar de intentar moldearles constantemente, diciéndoles una cosa mientras nosotros hacemos la contraria.

Y a la vez, ¿cómo debemos actuar para que no se conviertan en unos egoístas?

Permitiendo su etapa de reafirmación necesaria, la formación de su yo para que luego llegue la comprensión de “otros” y el salto a lo social, dejando de ser nosotros unos egoístas, respetando su capacidad de defensa y favoreciendo un vínculo seguro desde el inicio de todo, con embarazos conscientes, partos y postpartos respetados, crianzas con contacto, etc. Ellos no se convierten en egoístas por si solos, el mundo adulto les enseña que ese es el camino.

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