No uses la crema solar del verano pasado, caduca a los 12 meses

No uses la crema solar del verano pasado, caduca a los 12 meses

Rioja2

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Muchas de nuestras cremas siguen en los armarios y en las bolsas de playa esperando a que llegue el calor para ser reutilizadas. Sin embargo, lo más aconsejable sería no hacerlo y comprar productos nuevos. Y es que las cremas solares también tienen caducidad y no suele exceder los 12 meses, como indica El País.

Para saber la fecha de caducidad, debemos mirar la crema y buscar un símbolo que representa un tarro abierto y, a su lado, una cifra seguida de la letra M, que indica el período de consumo recomendado. En cualquier caso, en cosmética caducidad tampoco es lo mismo que consumo recomendado.

Lo cierto es que, para resolver el dilema de tirarlo o no tirarlo, hay que tener en cuenta que los productos solares no gozan de una normativa especial, sino que se enmarcan dentro del Reglamento Europeo de Productos Cosméticos. Así, el icono del tarrito representa el plazo de utilización después de su apertura, es el período en el que la fórmula mantiene sus propiedades intactas.

Para determinar esta fecha, se tiene en cuenta que el producto entra en contacto con agentes externos que pueden degradarlo y que sus condiciones de almacenamiento son muy importante para mantener los cosméticos. Las cremas solares suelen vivir a medio camino entre los maleteros de los coches, los bolsos de playa, están mucho tiempo al sol, la arena dificulta cerrarlos bien...

Pasado el plazo marcado, los laboratorios ya no garantizan que vaya a proteger como dice ni que hidrate como debería. Eso sí, los productos en los que no existe una abertura física, como los sprays, se garantiza más protección. Sin ser abiertos, los protectores están diseñados para mantener su efectividad hasta tres años.

Además, según las recomendaciones, hay que aplicarse productos solares cada dos o tres horas y los dermatólogos aconsejan usarlo todo el año, con lo que es complicado que un frasco dure del año pasado.

Lo importante es, ante todo, aplicar el sentido común. Lo más fácil es fijarse tanto en la textura como en el aroma. Si tiene grumos, un color diferente o se separa en una parte cremosa y otra líquida, es que la emulsión se ha roto y tiene que desecharla. Si huele raro puede ser que algún ingrediente se haya oxidado y no es apto.

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