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“En Akebia, la escuela se adapta al niño y no al revés”

"En Akebia, la escuela se adapta al niño y no al revés"

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Si importante para un niño es cuánto aprende, más importante es el cómo. Bajo esta premisa, un grupo de padres está impulsando en La Rioja el proyecto de escuela libre Akabia. Una oferta educativa con periodo de adaptación ilimitado, flexibilidad horaria y sin castigos ni deberes. Es un método en el que se alienta la creatividad y el talento de los más pequeños, respetando su individualidad y desarrollo único. Su intención es comenzar en septiembre, con niños de 3 a 6 años, y ya cuenta con 7 u 8 familias interesadas. Sería una escuela autogestionada, con una cuota aproximada de 300 euros.

¿Qué es exactamente una escuela libre?

Cada escuela libre es única, las hay muy variadas y surgen en contextos socioeconómicos y culturales muy diversos. Generalizando un poco diríamos que se busca que sean los niños los que nos muestren mediante el juego y la experimentación libre sus propios caminos de aprendizaje. A partir de ahí, los acompañantes crean las propuestas que se irán encontrando los peques día a día. Se suele decir que es la escuela la que se adapta al niño y no al revés.

¿En qué se diferencia de una escuela tradicional?

A los niños se les deja libertad para profundizar el tiempo que quieran en las cosas por las que sienten interés o en las que desarrollan un talento natural. Da igual que sean matemáticas, pintura, música, historia o lo que sea. Lo que nunca se hace es cortar un proceso creativo o de aprendizaje, ya que lo que provocamos es que puedan perder el interés por lo que estaban haciendo y casi seguro rechazarán lo que queremos que hagan.

Otra diferencia fundamental es el entorno social que crea la escuela. Todos hemos escuchado alguna vez eso de que en la escuela se aprende y se educa en casa, como si fuera posible elegir o como si los niños tuvieran un interruptor que al accionarlo eliges modo aprendizaje o modo educación. No nos engañemos, los niños se educan en todos los contextos sociales de los que formen parte e interiorizan todas esas dinámicas por mucho que no nos gusten. Por ejemplo, una cosa es educar en un ambiente igualitario a los niños y otra muy diferente homogeneizarlos. Pensemos un momento en la forma de socialización que interiorizan los niños en la escuela tradicional. Sentamos en pupitres frente a una pizarra a treinta niños, delante de una figura de incuestionable de autoridad, el poco tiempo de juego libre se convierte en una lucha despiadada por cada centímetro de patio durante el recreo. Da igual que insistamos que es mejor cooperar que competir, que hay que mirar por el bien común y no ser individualista, que deben formarse un criterio propio, si el espacio donde deben relacionarse socialmente impide que eso se dé. El sistema educativo ha evolucionado para responder a las necesidades de la sociedad en la que se desarrolla. Y lo que necesita una sociedad sustentada en el consumo compulsivo, es hacer de los niños futuros consumidores. No es que los maestros de un colegio se dediquen a adoctrinar a los niños en el consumismo, seguramente intenten todo lo contrario. No, no son tanto los contenidos, son los procesos. Cuando tú tienes a un niño desde los tres años, día tras día hasta la edad adulta, haciendo lo que se le manda, cuando y como se le manda, estás impidiendo que desarrolle su creatividad y su capacidad crítica. Podrás conseguir que algunos memoricen muchos contenidos, pero han aprendido pocas cosas, no han profundizado en ninguna y lo peor es que los has educado para obedecer. Esta educación deja indefensas a las personas, ya que la sociedad de consumo las necesita así, manipulables e influenciables.

¿Qué beneficios tiene para los niños frente a las escuelas tradicionales?

Si alguien espera escuchar que de una escuela libre salen genios o futuros empresarios de éxito, que se olvide, en eso es exactamente igual que la tradicional. Las familias que optan por una educación libre no buscan para sus hijos ese tipo de “éxito”. Que aprendan a tomar decisiones libres y autónomas teniendo en cuenta el bien común y que se responsabilicen de ellas. Que aprendan a cuestionar y aguantar que los cuestionen, que vean natural cooperar y no competir, ese es el “éxito”. Si ese camino los lleva a ser astrofísicos, fontaneros, bailarines o jardineros, es asunto suyo. Queremos darles las herramientas para que construyan sus vidas como quieran y si rechazan y nos dicen : “Mamá, Papá, vuestras herramientas no nos sirven, haremos las nuestras”, eso sí que sería un éxito.

Además el contacto diario con la naturaleza y familiarizarse con sus ciclos es un beneficio indiscutible para los niños. En una escuela como Akebia damos vital importancia a que en los niños crezca un interés por el conocimiento y cuidado del entorno natural del que todos formamos parte.

No hay deberes ni exámenes, ni premios ni castigos. ¿Qué ventajas tiene esto en la educación?

Cuando un niño hace lo que le gusta o dedica su tiempo a lo que libremente ha decido aprender, puede estar horas concentrado. Si le interesan los pájaros, hacer música o resolver ecuaciones ¿Para qué sirve mandarle tarea si está deseando seguir con esa labor?

En un escuela libre no tiene sentido evaluar mediante exámenes normalizados

, ya que cada niño aprende a su ritmo. Si se hicieran exámenes serían sobre contenidos que estamos seguros que han adquirido, por lo tanto siempre sacarían nota máxima, es un absurdo. Los acompañantes o maestros saben qué conocimientos y qué progreso lleva cada uno.

Tampoco tienen sentido los premios y castigos. ¿Qué utilidad tiene premiar a alguien que ha conseguido hacer bien lo que libremente se ha propuesto? La alegría y satisfacción que sienten al descubrir la infinidad de nuevas posibilidades que se le abren es más que suficiente. ¿Y para que castigarle si no lo consigue?¿No tiene suficiente trabajo en averiguar por qué salió mal? Lo que hay que hacer es acompañarlos y ayudarles, especialmente en el aspecto emocional.

Es importante también la implicación de la familia.

Akebia es un proyecto que se sustenta en la cooperación y apoyo mutuo por parte de las familias. No parte del emprendimiento empresarial, ni del autoempleo. No es una escuela privada, es una escuela autogestionada. No sólo la sostienen las familias económicamente, también lo hacen con su trabajo. La limpiarán, arreglarán el jardín y todo lo necesario para que esté en perfectas condiciones. Así además conseguimos bajar costes. Si tomas las decisiones importantes conjuntamente, si cuidamos entre todos la escuela, surgirá de forma natural un vínculo con el proyecto y con las personas que forman parte de él. Es la mejor manera de asegurar, en lo posible, su continuidad. Siempre que haya familias que renueven este compromiso la escuela se sostendrá por sí misma, sin depender de personas concretas.

Y si pensamos en lo que se refiere a la educación de los niños es si cabe más fundamental. Si queremos que nuestros hijos aprendan a colaborar, a tomar decisiones en común y a tener en cuenta la opinión de los demás, no vemos mejor manera que la propia escuela se organice de esta manera. Así las mamás y papás nos convertimos en un referente válido dando ejemplo.

¿En qué se diferencia de la escuela alternativa como Montessori? ¿Qué métodos se emplean?

No podemos responder a la primera pregunta. Simplemente que nuestra escuela, aunque se pueda enriquecer con la pedagogía Montessori, no es Montessori.

En lo relativo a los métodos podríamos hablar de experiencias educativas y de pedagogías y soltar un montón de nombres que la mayoría de las personas ni conocen, ni tienen por qué conocer. Y aun siendo todo eso muy interesante, nosotros lo que tenemos que asegurar es que nuestros hijos estén en buenas manos. No nos agarramos a un método en concreto, todo depende en gran medida de las acompañantes. Hay que apoyarlas y confiar en ellas, nosotros sólo somos familias y nuestra labor es hacer posible el espacio donde puedan desarrollar su labor. Diferentes acompañantes pueden interpretar las necesidades de los niños de manera diversa, proponer distintas cosas y aun así hacerlo igual de bien. Confiaremos en su experiencia y formación.

Hay que recordar que aunque ahora veamos escuelitas muy bien preparadas y con un material maravilloso, la mayoría de estas pedagogías surgen en momentos y lugares de extrema necesidad y pocos recursos. Tenían claro que lo importante en la educación es el potencial humano, lo demás ayuda pero es accesorio.

¿Es fácil para los niños incorporarse posteriormente a la escuela tradicional?

Pasar de una escuela libre a una en la que todo está programado y pautado no es agradable para ellos. Aunque no entienden en un principio la cantidad de normas sin sentido y protocolos innecesarios, tienen herramientas internas muy versátiles que les hace sencillo adaptarse. Lo que también les ayudaría en esa adaptación es que desarrollan un fuerte sentido de la responsabilidad, si tienes libertad para tomar tus propias decisiones no puedes responsabilizar de las consecuencias a nadie más. La libertad y la responsabilidad no pueden ir una sin la otra. En cambio algunos de los profesionales que han colaborado con nosotros coinciden que el paso contrario es mucho más difícil. Un niño acostumbrado a hacer lo que se le manda, sin capacidad para cuestionar nada y sin haber tomado nunca decisiones autónomas se ve perdido en un ambiente de libertad.

¿Cómo es el día a día en este tipo de escuelas? ¿Cuantos niños y cuántos educadores hay por clase?

Si podemos definir cómo es el día a día en una escuela libre es que algo estamos haciendo mal. Es cierto que en la dinámica de grupo seguro surgen rutinas, pequeños rituales, costumbres que compartan. Por ejemplo, es habitual que vayan ensayando formas asamblearias en las que pueden decidir leer un cuento o cantar una canción de bienvenida al llegar o de despedida antes de irse. Poco a poco, según vayan creciendo, estas asambleas se pueden convertir en auténticos órganos de decisión de su grupo. Y quien sabe si en el futuro incluso los más mayores podrán tener capacidad de decisión en las cuestiones importantes de su escuela. También se podrán preparar talleres o programar proyectos del interés de los niños, pero nunca obligatorios.

Sobre los ratios podemos hablar de dos educadores por grupos de entre diez y quince niños máximo. En nuestro caso particular todavía está por decidir.

¿Es un proyecto implantado en España o todavía es algo residual?

Se podría decir que todavía, la llamada educación alternativa, es minoritaria. Ahora bien, no paran de surgir proyectos y cada vez habrá más, ya que las familias somos más conscientes de la necesidad de un cambio social a partir de la educación. Es imparable, bueno, la única forma de pararlo es que la escuela pública cambie de forma radical. Pero para nosotros no va a llegar a tiempo este cambio. Nos conformaríamos con que los legisladores nos facilitaran las cosas cumpliendo lo que ellos mismos firmaron en el artículo 14.3 del tratado de Lisboa “el derecho de los padres a garantizar la educación y la enseñanza de sus hijos conforme a sus convicciones religiosas, filosóficas y pedagógicas”.

¿Cómo surge la idea de implantar un proyecto así en La Rioja?

La mayor parte de las familias somos de aquí y dentro de las posibilidades educativas existentes no nos encaja ninguna. Primero que consideramos tan importante el método como el sistema donde se desarrolla ese método. Da igual que la pedagogía teóricamente de libertad a los niños, si el sistema sigue siendo jerárquico no vale de mucho. Es como decirles a los niños “os damos libertad para hacer lo que os mandemos, pero rápido que no cumplimos los objetivos”.

Desde el punto de vista organizativo para nosotros, autogestionarnos conlleva múltiples ventajas y probablemente la mayor sea la conciliación familiar, al conocer las necesidades que tenemos cada familia y el carácter cooperativo de la organización, se creará una red de apoyo en torno a la escuela. Si desde los poderes públicos no facilitan una verdadera conciliación, nos conciliaremos las propias familias.

También en Akebia se va a dar una importancia vital a la educación en contacto directo con la naturaleza. Esto no se contempla seriamente en el sistema educativo reglado.

Después hay un motivo que nos parece de sentido común. La cantidad de normas sin sentido que hay en los centros educativos. Para nosotros lo único sagrado es el horario y las condiciones laborales de los acompañantes contratados. En lo demás la escuela se adaptará a las necesidades, primero de los niños y después de las familias, siempre en la medida de lo posible. Por ejemplo, períodos de adaptación, si un niño va a sufrir porque necesita a su mamá o papá, pues que esté mientras sea necesario y puedan. Si hay que cambiar pañales o la ropa, se hará. Si una familia lleva a su hija todos los días a las nueve y otra no puede hasta las diez ¿Qué problema hay? Si mi hijo quiere ir vestido de spiderman a la escuela ¿Qué hay de malo?¿Esto inhibe su capacidad para aprender a leer? Podríamos poner mil ejemplos y cada familia daría otros mil diferentes de por qué quieren crear una escuela libre.

¿Teneis intención de abrir una escuela para el próximo curso? ¿qué planes tenéis?

Nuestros planes es abrirla para septiembre, pero no nos obsesionan los calendarios escolares. De hecho en nuestro caso hablar de “curso” no tiene demasiado sentido. Queremos romper las barreras que separan la escuela del hogar y de la vida. Siempre que haya una familia disponible y quieran, Akebia estará abierta. Además de las actividades propias de la escuela, el espacio lo compartirán los niños con sus padres, para jugar y aprender juntos. Así la escuela dejará de ser ese lugar donde “me dejan mis padres durante ese largo y aburrido periodo que hay entre vacaciones”.

¿Como pueden contactar con vosotros los padres interesados?

Las familias interesadas se pueden poner en contacto con nosotros por el correo electrónico, akebia.escuelalibre@gmail.com. También por el Facebook Escuela Libre Akebia. Pero lo mejor es que vengan personalmente a nuestras asambleas de familias y vean el ambiente y nuestra forma de organizarnos.

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