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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

¿Sabes realmente lo que estás comprando?

¿Sabes realmente lo que estás comprando?

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En la lista de la compra muchas veces se nos cuelan alimentos que pensamos que son una cosa pero, ¿realmente estamos consumiendo los alimentos por los que pagamos? La Organización de Consumidores y Usuarios ha elaborado una lista con cinco alimentos que parecen una cosa que no son. Atento a los consejos de la OCU con los que pretenden abrir tus ojos.

1. Zumos que son néctares: si quieres estar sano, te tomas un zumito. Son los Granini, Disfruta, Don Simon Orange... Pero a veces no son zumos. Por ejemplo: el producto estrella de Granini es un néctar (es el más vendido y el que está en todos los lineales). Solo la mitad de un néctar es fruta. La otra mitad es azúcar con agua. Los néctares suelen ser más caros que los zumos. La clave es fijarse en la letra pequeña y no en la foto.

El York no es jamón: bajo la denominación “York” no hay jamón sino otras carnes de cerdo. Preparadas de la misma forma, pero de piezas menos nobles... y más baratas. También es habitual ver jamón “extra jugoso”. En contra de lo que parece, es de menor calidad que otros (tiene más agua y menos jamón).

Rallado para gratinar... pero no es queso: pese a llamarse así no tiene queso. Es un producto lácteo con grasas vegetales más baratas que la grasa láctea. No se funde con tanta facilidad como un queso de verdad y suele quemarse al gratinar.

Carne picada que lleva otras cosas: la mayoría de las bandejas de los supermercados son en realidad preparados. Entre el 65% y el 90% es carne, pero el resto son espesantes, almidones, proteína de soja, conservantes y colorantes. Parece barata, pero quizás no lo es tanto si tenemos en cuenta que no todo es carne picada (y que la proporción de grasa es importante).

Calamares que son pota: parecen anillas de calamar, pero lo que solemos encontrar en supermercados y pescaderías es pota. Aunque parecida, se trata de otra especie: suelen ser más grandes y más duras. Como consecuencia de este último aspecto, se someten a un procesado con agua y fosfatos para hacerlas más tiernas y blanquearlas. Son considerablemente más baratas que el calamar y, aunque se vendan frescas, lo habitual es que sean descongeladas (debe estar indicado claramente).

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