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Un pedazo de La Rioja en San Petersburgo

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Poco se podía imaginar el riojano Isidro Galilea que, en su viaje a Rusia de este verano, se iba a encontrar con restos históricos de su tierra. Paseaba por las salas del Hermitage, cuando descubrió el nombre de La Rioja y de San Millán en una de las majestuosas obras que se exponen en el prestigioso museo de San Petersburgo.

Se trata de tres plantillas de marfil que fueron expoliadas en 1808 por las tropas napoleónicas de la arqueta de San Millán de la Cogolla. Son en concreto tres de las 22 placas que recubren la arqueta en la que se trasladaron los restos del santo, un relicario de madera recubierto de marfil, oro y pedrería.

El Arca de San Millán se considera una obra maestra del arte eborario románico. Data del siglo XI, en concreto, entre los años 1067 y 1076, y se construyó para albergar los restos mortales de San Millán en su camino al monasterio de Suso.

Tras el expolio de esta reliquia en el siglo XIX, cada una de sus piezas acabó en un destino diferente. A día de hoy, además de las del Hermitage, se encuentran placas de marfil de la obra riojana en el Metropolitan Museum de Nueva York, el el Museo Bargello de Florencia, el Museo de Bellas Artes de Boston y el Dumbarton Oaks en Washington. Sólo una pequeña parte permanece aún junto al arca de madera en el monasterio de Yuso en San Millán.

Una sola vez, en el año 2006, consiguieron reunirse casi todas las piezas. Fue en Pamplona, con motivo de la exposición 'La Edad de un Reyno'. A día de hoy, los Agustinos Recoletos tienen muy pocas esperanzas de que los marfiles puedan volver algún día a La Rioja, a su refugio natural en el monasterio de Yuso del que nunca debieron haber salido.

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