España, un país para vivir con los padres

España, un país para vivir con los padres

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Vivir en casa de papá y mamá se ha convertido en la tónica general de los jóvenes. En 2016 los jóvenes españoles tardan seis años más en irse de sus hogares, de lo que lo hacían antes de la crisis. Los malos tiempos económicos y las dificultades para encontrar trabajo retrasan la salida del núcleo familiar de las personas entre 16 y 29 años.

La tasa de emancipación residencial de la población joven de La Rioja ha sufrido un fuerte descenso anual. “Este retroceso en los proyectos de transición residencial ha sido ocasionado por el encarecimiento de los precios del mercado inmobiliario y por el cada vez más frágil posicionamiento de las personas jóvenes en el mercado de trabajo”, sostiene el último informe del Consejo de la Juventud en España.

Los adolescentes han tenido una juventud bastante fácil, sin preocupaciones económicas. Sin embargo, encontrar trabajo no está siendo tarea fácil. Gracias a las familias los jóvenes pueden seguir adelante, el Gobierno no ayuda a los ventañeros en su tarea por la búsqueda de empleo.

En España, también son factores culturales los que explican que los jóvenes tarden tanto en marcharse de sus hogares, el arraigo a la familia es un factor clave. En otros países del norte, es raro ver a un joven veintañero viviendo en casa de los padres. Por otro lado, se detecta que la mayoría de los jóvenes españoles que dejar el hogar familiar lo haga para vivir con sus parejas.

La familia española, como afirman los expertos para el diario El Mundo “es excesivamente paternalista, educa a sus hijos en un mundo en el que no existen los problemas y en general no exige mucho a quienes ya deberían haber abandonado el nido familiar”. Se trata de una institución central que tiene unos componentes fundamentales para entender la estructura social. La familia es una unidad económica, puesto que los individuos viven en unidades económicas establecidas de tal manera que no podemos contar, por ejemplo, lo que percibe un joven que estaría, por sus ingresos, bajo el umbral de la pobreza, si no se tiene en cuenta a toda la familia.

“Nuestra vida económica está regida en términos familiares y no en términos individuales. La familia es donde se lleva a cabo parte de nuestra socialización primaria, es decir, donde se empiezan a interiorizar valores, normas y roles, que serán fundamentales para el desarrollo de nuestra vida adulta”, afirma el sociólogo Rafael Labrat. Lo que determina la disposición de los jóvenes a la hora de plantearse independizarse o no.

El modelo mediterráneo de Europa del Sur, es decir, el español, se distingue del resto de modelos por la familia como protagonista en el régimen del Estado de Bienestar. El principal rasgo estructural del régimen de bienestar mediterráneo es la función desplegada por la familia y su interpenetración en todas las áreas del desarrollo de las políticas sociales.

Una fuerte micro-solidaridad en el seno de las familias, manifestada en un generoso apoyo material y afectivo entre sus miembros, ha garantizado un alto nivel de satisfacción vital de sus ciudadanos y ha procurado ser el último colchón de seguridad en momentos de crisis.

La tendencia es negativa, en 2015 la tasa de emancipación fue del 22,1%. En España los jóvenes se emancipan cada vez más tarde y en compañía. Solo el 6,8% de las personas de entre 16 y 24 años se han establecido en una vivienda independiente y el 84,3% de las personas menores de 30 que lo han hecho viven en hogares compartidos. Por otro lado, hay más mujeres emancipadas, el 25,2%, que hombres, con un 16,4%.

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