¿Sabemos lo que ven nuestros hijos por la televisión e internet?

Una niña de 8 años pregunta a sus padres qué significa “follar”.

Miradas. Caras sonrojadas. Risas nerviosas. Caricia en la cabeza de la niña y un escueto “son cosas de mayores, ya hablaremos”.

Resultado: la niña coge la Tablet de sus padres y en el buscador pone “follar” con el anhelo de que la enciclopedia digital le acerque a esas campanas que ha oído en el patio del colegio.

En una clase de educación sexual con niños y niñas de 10-11 años, uno de ellos hace una broma sobre “el misionero”.

Le devolvemos la pregunta para aproximarnos a lo que conoce ya que sabemos que, esta vez, las campanas han sonado en una famosa serie de televisión que les llena la cabeza con numerosas posturas del kamasutra.

Silencio por parte de él.

Una de las niñas de la clase, levanta la mano airosa y asegura saber cuál es el significado: “Un misionero es cuando un señor se va a países pobres a ayudar”.

¿Somos conscientes del bombardeo al que chicos y chicas son sometidos a través de la televisión, las series o los videos que circulan por redes sociales y whatsapp?

Cuando hacemos charlas en los centros educativos, nos encontramos con que chicos y chicas tienen tantísima información que a veces no son capaces de digerirla o de asimilarla por el momento evolutivo en el que están.

Nos sorprende cómo es posible, que algunas familias y/o profesorado lleguen a escandalizarse porque mostremos a sus hijxs/alumnxs imágenes que aparecen en libros para trabajar educación sexual a partir de tres años, y no reparen en analizar qué es lo que ven en sus teles, qué mensajes están empezando a calar en ellxs, sobre qué cimientos se está construyendo su noción de lo que es la sexualidad o qué modelos de belleza están escogiendo como referentes.

La imagen en cuestión, que aunque a un número reducido de personas, llegó a incomodar, está extraída del libro para hacer educación sexual “No le cuentes cuentos” (pincha encima si quieres verla). Es una imagen pedagógica, real y sencilla. Precisamente todo lo contrario a la mayoría de información que reflejan numerosas series que niños y niñas ven día a día y que al parecer, molestan menos.

Nos han llegado a sugerir que en lugar de contar que “un pene entra en una vagina”, podíamos decir que “se aproxima”. Cuándo se explica la respiración, ¿se dice que el aire se aproxima a los pulmones o que entra en los pulmones? ¿Por qué existe tanta reticencia a contar las cosas como son?

De hecho, consideramos que es crucial transmitir que una de las distintas posibilidades para que se produzca un embarazo es introduciendo un pene en una vagina. En primer lugar, porque es así como se produce un embarazo. Si no lo contamos, y damos por supuesto que lxs chavalxs lo saben, no nos tiremos de los pelos cuando aparezcan consecuencias no planificadas tales como embarazos, infecciones, etc. En segundo lugar, porque seguimos encontrándonos a chicos y chicas que tras dar el tema de la reproducción humana en clase, siguen sin entender cómo llegan a juntarse un óvulo y un espermatozoide, por lo que es imprescindible dar respuesta a esa necesidad que desde los libros con los que se trabaja, no se está cubriendo.

Omitiendo información que puede resultar incómoda de transmitir o contando medias verdades, no conseguiremos que desarrollen un pensamiento crítico y reflexivo sobre el bombardeo que reciben a través de los distintos medios de comunicación.

Bárbara Sáenz Orduña

Sexóloga

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