“Para los animales es una tortura y para los niños no es nada educativo”

"Para los animales es una tortura y para los niños no es nada educativo"

Rioja2

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Los caballos y ponis pasan hasta el 96% del tiempo atados a cuerdas cortas, los tigres y leones hasta el 99% del suyo encerrados en una jaula y los elefantes pueden llegar a estar 24 horas al día encadenados al menos de una pierna. Son los datos que los colectivos animalistas ponen sobre la mesa para argumentar la necesidad de acabar con el uso de los animales en los circos.

Hablan además de uñas cortadas, de mutilaciones sin anestesia, de golpes, de escasez de agua y comida y de largos viajes hacinados. Terribles malos tratos difíciles de demostrar según señalan desde Animanaturalis, uno de los colectivos que lleva años luchando para acabar con estas prácticas.

Hasta el momento, su campaña de concienciación, en la que animan al boicot a este tipo de espectáculos, ha teido su efecto en decenas de municipios españoles. Logroño podría ser el siguiente.

“Sabemos que hay una empresa riojana en el sector pero podemos darle una solución”, explica una de sus portavoces, “ofrecemos al circo Holiday hacernos cargo de forma totalmente gratuita de sus animales. Está claro que ya no pueden volver a su hábitat natural pero podemos trasladalos a alguno de los santuarios de animales que hay en España y en toda Europa”.

Señalan además que es muy difícil documentar esas situaciones que denuncian. “Una cosa es que tengan la cartilla de los animales en regla y otra que sepamos perfectamente que han sido maltratados sólo con mirarlos. No es posible demostrar que han viajado mil kilómetros encerrados en una caja o que llevan horas sin beber”, explican.

Pero no sólo una herida o una mirada triste delata a estos animales. Según denuncian estos colectivos, muchos de ellos padecen esterotipias. Se trata de movimientos, posturas o voces repetitivos o ritualizados sin un fin determinado. Un continuo cruce de piernas, una autocaricia incesante, un balanceo del cuerpo o un mordisqueo reiterado de los barrotes. En definitiva, un comportamiento propio de enfermedades mentales como el autismo o la discinesia tardía.

Recuerdan además que los niños son la mayor parte del público de los circos y creen que para ellos “no tiene nada de educativo contemplar animales continuamente castigados para que se comporten como payasos”. Apuntan además que “los mejores circos ya no usan animales y son una maravilla. Una vez que van cambiando de modelo, ven que no hay ningún problema”.

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