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“Estoy harto: lo que yo quiero es ser torero, digo, lehendakari”

Eneko Andueza, en un mitin en Vitoria junto con Aroa Jilete, cabeza de lista por Álava

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Los equipos de comunicación de los partidos se vuelven locos en campaña electoral. Es una profesión de riesgo, solo superada por la de los periodistas empotrados en las caravanas de elecciones y la de los propios candidatos. El estajanovismo político adquiere su máxima expresión en esos 14 días. En realidad, son muchos más si sumamos las eternas precampañas. Este país siempre parece estar en campaña. Y, si no es así, llega la creatividad del presidente del Gobierno actual, Pedro Sánchez, y pone a funcionar las maquinarias electorales con la misma facilidad con la que los tahúres del Misisipi cambian un solitario as de picas por un repoker ganador.

Pero la intensidad de una campaña es sideral. Seis entrevistas en un día (sí, sí, han leído bien, en un día) para todo tipo de medios de comunicación, tres debates -de dos horas de duración cada uno- en apenas cuatro días, conferencias sesudas para lo más granado de la sociedad vasca, totales para las televisiones… Y no se olviden de alimentar las redes sociales para intentar llegar a esa juventud ‘tiktokera’ que tiene otras cosas en mente más importantes que acercarse a las urnas el próximo domingo. Vale, sí, de acuerdo, les va en el sueldo, pero es como una condena en vida de 14 días de la que un político profesional no puede escapar. 

Y lo normal es cometer algún error y llegar derrengado a la ‘foto finish’. Hay quien confunde el nombre y sexo de la ministra de Sanidad (el candidato del PNV) o quien se mete el solito en un charco-océano gigante al negarse a llamar “terrorismo” a la actividad de ETA (el candidato de EH Bildu).

Eneko Andueza tiene sueño. Es mediodía en la capital del mundo. Hemos quedado en un bar de la bilbaína Alameda Rekalde, al lado de la sede de su partido, el lugar tras las elecciones donde “yo voy a decidir los pactos tras las elecciones junto con mi comisión ejecutiva”. No en Ferraz, la sede madrileña del PSOE, donde está “su jefe, el que decide”, como le espeta siempre que tiene ocasión el candidato peneuvista, Imanol Pradales. 

La barra exhibe unos pintxos de diez. Busco el pintxo Pradales, pero no está, hay que ir a comerlo al batzoki del Casco Viejo. Me da igual, las gildas son de primera y tienen un godello sabrosón.

Hablo de la barra de bar no para dar envidia. La cito porque, estos días, es un concepto muy político. Más de lo que piensan. Y estamos en campaña. De hecho, los adversarios del candidato socialista a lehendakari han aprovechado el perfil de echado para adelante que ha mostrado Eneko Andueza en los debates para hablar de un comportamiento tabernario. “Como si estuviera en una taberna, me han dicho”, admite Andueza, sin perder la sonrisa.

Denis Itxaso, vicelehendakari

Desde que llegó a la secretaría general del PSE-EE, en noviembre de 2021, tras la etapa de Ia todavía vicelehendakari segunda, Idoia Mendia, ha imprimido su sello en la dirección del partido. Sin tapujos, con declaraciones contundentes contra el terrorismo de Estado de la etapa socialista (los GAL, entre 1983 y 1987) o cuando ha censurado a su socio de Gobierno, el PNV de Andoni Ortuzar, en Ajuria Enea, en los palacios forales y en los edificios consistoriales de las principales capitales y municipios de Euskadi. Lo cual hace pensar que se mantendrá en su despacho de Alameda Rekalde y no formará parte del futuro Ejecutivo vasco como vicelehendakari. Dejando ese puesto, previsiblemente, a uno de los socialistas con más futuro en el partido, Denis Itxaso, delegado del Gobierno en Euskadi hasta que recibió la llamada de su secretario general para encabezar la lista del PSE-EE por Gipuzkoa en estos comicios. Pero no hablamos de nada de esto junto a la barra del bar.

Es ese perfil de echado p’adelante -al que pondría una banda sonora perfecta con su canción del mismo título la boricua estadounidense Hurray for the Riff Raff- el que le ha llevado a hacer una apuesta suigéneris en uno de los debates televisivos, justo el que alcanzó una audiencia acumulada enorme (411.000 personas y un 'share' estratosférico del 19,4%, según EITB). El mismo día que Pradales fue atacado con spray pimienta y un día después de la metedura de pata de Otxandiano con ETA. 

Eneko lo hizo con un tema que ha sido uno de sus flancos más débiles de los últimos meses: los pactos con EH Bildu. Escenario con muchas aristas que se puso todavía peor cuando sus compañeros de partido en Navarra descabalgaron de la alcaldía de Pamplona a la candidata de UPN, en favor del candidato de EH Bildu, Joseba Asirón. 

Desde entonces, y sobre todo con los cambios de opinión de su jefe de filas en relación con la amnistía para los condenados por el procés, no ha habido día que no haya gritado a los cuatro vientos que nunca hará lehendakari a nadie de EH Bildu y que no pactará un Gobierno con la coalición soberanista. ¿Cuánto vale la palabra de socialista vasco? ¿Qué caducidad tiene?

Es justo ese flanco débil el que pretendió taponar definitivamente en el debate en la radiotelevisión pública vasca. Y le salió de dentro el perfil de apostador nato. Dirigiéndose al candidato del PP, Javier de Andrés, le planteó abiertamente que, si no cumplía su palabra de vasco y al final pactaba con los de Arnaldo Otegi, se comprometía a presentar su dimisión como líder de los socialistas vascos. Y, sensu contrario, le conminaba a hacer lo mismo a de Andrés. “¿Va o no va, eh? ¿Va o no va?”.

A este “hijo y nieto de emigrantes”, aficionado a los toros gracias precisamente a su abuelo Mauricio, las “obsesiones identitarias” de los representantes de la izquierda abertzale sólo le llevan a juramentarse aún más con el autogobierno y su profundización y actualización. Por eso le inquiere una y otra vez a Otxandiano si lo que esconde tras su propuesta de nuevo estatus es en realidad un “procés a la vasca”. Pero como cuando los toreros entran a matar y fallan, Andueza pincha en hueso y no termina por rematar la faena. El candidato independentista aguanta estoicamente, impasible el ademán, y le responde, mirándole a la cara: “Pactar con su presidente de Gobierno el reconocimiento de la plurinacionalidad del Estado español. Eso queremos hacer”.

Andueza sabe que su partido decide a partir del 22 de abril, de ahí el lema elegido para estos comicios: “Vota al que decide-Zurea da erabakia”. Y está persuadido de que, si la noche electoral los números dan con el PNV y suman 38, se le va a hacer muy difícil a Andoni Ortuzar iniciar “aventuras” con EH Bildu en materia de nuevo estatus. 

La gobernabilidad no está en duda, si el dígito de la noche electoral -o del viernes siguiente cuando se compute el voto CERA, que ya movió un escaño hace cuatro años en favor del PP- se corresponde con 38, en Sabin Etxea, la sede los peneuvistas, se cantará bingo. “En privado ellos nos dicen que menos mal que nosotros aguantamos”.

‘Los toros desde la izquierda'

Y esa es otra de las incógnitas que rodea al resultado de los socialistas vascos: “¿Por qué el PSE-EE no despega en las encuestas”. Cada elección autonómica va de escaño en escaño: de los nueve pasó a los diez en 2020 y ahora las encuestas le dan solo 11 o, incluso, vuelta a la casilla de salida, diez.

Andueza coge el toro por los cuernos y no se anda con chicuelinas, ni molinetes. No en vano tiene obra publicada. Y fue precisamente su abuelo Mauricio el que le metió de lleno en el universo de Paco Camino. “Se va a ver el domingo. Estamos recogiendo voto hasta del PNV. No soy bueno con los números y no me atrevo a dar una cifra, pero vamos hacia arriba, mientras otros van para abajo”. Todos los minutos de oro de los debates electorales los ha iniciado con la misma frase: “El pasado 23 de julio el Partido Socialista de Euskadi ganó las elecciones aquí en Euskadi”. Y ese es justo el escenario que pretende repetir. Pero la división en el espacio a la izquierda del PSE, la denominada izquierda confederal, no engorda a los de Andueza. Quienes pescan ahí son los de Otegi. 

Como Paco Camino, Eneko aspira a salir por la puerta grande este domingo. Este militante taurino no ve nada desde la barrera. Se jugó la vida por sus ideales y vio morir en las aceras a compañeros de partido tiroteados por el terrorismo de ETA y también se ha jugado el pellejo en los encierros de Pamplona. Por eso escribió y defendió “el arte de la tauromaquia” en ‘Los toros desde la izquierda', un libro prologado por una andaluza de pro, ‘torera’ y socialista amiga como Carmen Calvo.

Y entregado como está, pese al cansancio que arrastra, a la faena electoral, toca un temazo antiguo, de los años 80, del grupo alavés (provincia donde el PSE-EE espera dar la sorpresa) Korroskada: ya saben, ese ritmo frenético del buen ska vasco, esa trompeta que se teme hasta el tuétano y todo con temática muy española. Lo llaman pluralidad, la que defiende un echado para adelante como Eneko Andueza.

“Yo quiero ser torero, yo quiero ser torero, mucho dinero, para gastarlo como yo quiero”. O lehendakari.

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